NARCOTERRORISMO

Narcoterrorismo (Parte III): el ascenso del fascismo

La “guerra contra el narcotráfico”, puede no ser contra grupos “criminales” únicamente, también puede ser una fachada de operaciones del fascismo mexicano que contribuye a llenar de narcofosas el territorio nacional. | Ismael Jiménez

Escrito en OPINIÓN el

Para algunos, las teorías de la conspiración son una falacia, pero es difícil no pensar en una conspiración cuando observamos el entorno en que vivimos y si profundizamos, quizás entendamos el papel que juegan los grupos de poder.

Hablamos de ello porque habrá quien difiera que la ascensión del fascismo en el mundo es un hecho irrefutable y que, en su ascenso, promueven sus sentimientos racistas y de supremacía que los caracteriza. Estamos siendo testigos de cómo los gobiernos de ultraderecha, van ganando espacios en distintos gobiernos del mundo y cómo poco a poco, se van conformando en un movimiento ideológico supranacional.

En Europa como en América Latina, el ascenso del fascismo es evidente, las elecciones recientes en Alemania, han vuelto a poner a un candidato de ultraderecha en el poder, algo que no sucedía desde que el partido Nazi obtuviera la mayoría en el congreso alemán.

Peor aún, el otrora “defensor” de la democracia, Estados Unidos, ha dado la presidencia a un candidato de extrema derecha que destila fascismo a todas horas. Los discursos de Trump, son racistas, supremacistas, totalitarios y dictatoriales. Desde antes de volver a la Casa Blanca, señaló que su gobierno se enfocaría a cazar migrantes a quienes considera criminales. 

El recién electo canciller de Alemania Friedrich Merz, declaro que su gobierno iniciaría una cruzada contra los migrantes africanos y orientales que llegan a Alemania. Milei, ha desatado una lucha contra todos quienes difieren de su ideología, reprimiendo y persiguiendo a los “zurdos”, término despectivo con que se refiere a quienes considera parásitos sociales.

En esencia, el fascismo promueve la supremacía racial y busca controlar el poder económico y financiero mientras implementa acciones de represión y exterminio de quienes se oponen a su política ideológica. Esto lo venimos viendo desde el inicio de la globalización que justo pretende conservar las supremacías y el control de la explotación de los recursos del planeta.

En la actualidad, la supremacía racial está cobrando cada vez más fuerza en Europa, no sólo en Alemania, Francia, Italia y España entre otros países de la región, que evidencian ya, la presencia de grupos racistas que reflejan su ideología basada en el fascismo que encabeza Zelenski en Ucrania.

Pero, qué tiene que ver esto con el narcotráfico, para algunos nada, pero los gobiernos de Washington se han caracterizado en las últimas cinco décadas por ser promotores de la desestabilización de países, derrocamientos y orquestadores de golpes de Estado.

Nada es casual, Nicaragua fue el primer laboratorio entre el tráfico de armas y el narcotráfico, operación que terminó en un escándalo mundial que Washington ignoró. La relación grupos insurgentes-drogas, se trasladó poco después a Afganistán y otros países de la región para, casi en paralelo, asentarse en Colombia donde la inestabilidad política y social duró cuando menos 15 años.

En México, se comenzó hablar del narcotráfico con su incorporación al GATT y se abordó con más regularidad, justo con la firma del Tratado de Libre Comercio. Aún así, a muchos de los hoy comentócratas, comunicadores y opinadores les tembló la voz, para utilizar el término narcotráfico y prefirieron el adjetivo “crimen organizado”. 

A la par, Washington tipificaba a los grupos insurgentes de cualquier país, especialmente de Oriente Medio, como organizaciones terroristas, política que reforzó y amplió luego del 11 de septiembre de 2001 que le dio mayor margen de maniobra en cualquier nación.

A su vez, el tráfico de armas aumentó considerablemente, y junto con el narcotráfico se convirtieron en los negocios más rentables del planeta. En varias ocasiones, hemos señalado que el narcotráfico es un asunto de mercado y este binomio lo comprueba, y además, son una llave de entrada para controlar los recursos de los países a los que Washington dirige sus estrategias, en donde empresas y políticos estadounidenses están involucrados.

Con la llegada del nuevo siglo, el narcotráfico en México ya “cumplía” con las condiciones para empujar una “guerra” desde Washington. Calderón asumió con beneplácito dicha encomienda pues no suponía únicamente erigirse como paladín de la justicia, implicaba grandes negocios y proyección internacional, la cual buscan todos los políticos de ultraderecha. El asunto es que, su cruzada, estuvo plagada de corrupción.

La designación de grupos insurgentes como terroristas le permite a Washington mantener el control de las narrativas de “su lucha por las libertades” mientras somete a países y gobernantes. De hecho, si observamos la narrativa terrorista, encontramos que muchos de los grupos así designados, son grupos de lucha social que la élite global tipifica de parásitos que impiden “el progreso”.

Así que, tipificar de terroristas a los grupos de narcotráfico mexicanos que están coludidos con empresas y autoridades de Estados Unidos significaría dar carta abierta para justificar cualquier tipo de intervención en el país, puerta que abrió Calderón.

Suponer que una acción militar de Estados Unidos acabaría con los grupos de narcotráfico en México, es un grave error, pues como vimos en otras naciones, la ultraderecha y el fascismos, se aprestan a colaborar en dichas operaciones actuando como grupos milicianos de exterminio y guardias blancas. Esto ha ocurrido sin excepción en todas las naciones en las que, la intervención estadounidense, ha sido la punta de lanza para detener, lo que consideran un peligro para “la paz y la prosperidad”, bandera por cierto que enarbolan los fascistas

Así que, en esta violencia que vive México, no se debe descartar la operación de grupos de exterminio y guardias blancas que operan al amparo de la sombra del narcotráfico y que se presume, Calderón conocía. Esto sucedió en Colombia y en otros países en los que la ultraderecha fascista, disputa el poder “político” a los grupos progresistas.

Así que, la “guerra contra el narcotráfico”, puede no ser contra grupos “criminales” únicamente, también puede ser una fachada de operaciones del fascismo mexicano que, contribuye a llenar de narcofosas el territorio nacional y hoy son llamadas campos de extermino.

Ismael Jiménez

@ijm14