Una lengua es un conjunto de palabras que permiten nombrar al mundo, o más aún, explicarlo, otorgarle sentido al mismo y a través de cada sílaba darle una significación. Por lo tanto, cada idioma es el depositario de un conjunto de conocimientos otorgantes de una visión única e inigualable.
Pero, además, funciona como una paleta de colores, en la que hay todos los colores posibles, y a través de la combinación de los mismos, se pueden obtener otras tonalidades, e incluso, más colores. En el caso de las lenguas, cada palabra y su combinación con otras permite el enriquecimiento de la lengua, y más aún, dar pie a un acto creativo en el que las palabras se conjunten en versos y poemas o narrativas.
“Límpiame estas lágrimas. Toma, bébete el aguamiel en que te exvota Ma Zi Nänä; sánate, entonces, la garganta capada, y duerme con los ojos entreabiertos. Consuélate, k'ast'atsant'i, en el albor en que mis ojos te guardan”, suplica el poeta hñähñü Xiko Jaén, del Valle del Mezquital de Hidalgo en un fragmento de su poemario Marcha y olvido.
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“Mi abuela creía que sólo en zoque, se podía hablar con el viento, pero se arrodillaba ante los santos, y oraba con fervor más que nadie. Jesucristo nunca la escuchó, la lengua de mi abuela, tenía el aroma de las pomarrosas, y el brillo de una estrella, le nacía en los ojos cuando cantaba”, dice la poeta zoque Mikeas Sánchez en un fragmento de Jesucristo’is Ja’ Ñäjktyäj’ya Äj’ Tzumama’is Kyionuksku’y (Jesucristo no entendió jamás los ruegos de mi abuela).
Al igual que Mikeas o Jiko, hay muchas otras personas cuya primera forma de expresión literaria es su lengua materna, aquella con la que crecieron, con la que se explican su mundo. Más, los canales para poder dar a conocer sus ideas son pocos, y por lo regular, también son producto de un acto contrahegemónico de respuesta a políticas públicas que por muchos años consideraron necesario arrasar con todas esas lenguas, bajo el pretexto de ser símbolos de atraso, y que hoy en día, siguen considerándolas menores, debido a que sólo son habladas por unas cuantas personas.
Oralibrura. Cooperativa Editorial es un esfuerzo para publicar a escritores en lenguas indígenas, desde hace cinco años; con más de 20 años de experiencia de su editor y de su fundador, Héctor Martínez Rojas se ideó un proyecto alternativo al mercado editorial para dar voz a esas personas cuya lengua es el mejor vehículo para decirle algo al mundo, no sólo sobre ellos, sino sobre sus comunidades.
Así, parte de su oferta es la reciente novela de la escritora tsotsil Ruperta Bautista, Ixbalam–ek’ , de corte histórico, en la que la protagonista se convierte en líder de su comunidades después de la muerte de su esposo, en los tiempos del esplendor de la cultura maya. O el tratado filosófico El cómo del filosofar de la gente piel (Xó Núné Júmá Xábó Mé-pháa) de Hubert Matiúwáa, en el que se explica el vínculo del pueblo tlapaneca o mé-pháa con la piel como medio de expresión política, memorial, artística y de muchos otros tipos.
Otros de sus títulos son “Voy a crecer más que el sol” de la escritora chol, Juana Karen Peñate, y los poemarios de Xiko Jaén, además de otra decena de autores, de diversas culturas.
Editorial Resistencia se ha dedicado a hacer honor a su nombre y a proponer iniciativas para acercar al público lector a diferentes tipos de literatura, entre ellas la poesía, la narrativa y el cuento, además de hacer una fusión con el diseño para ofertar opciones únicas.
Una de sus ramas es la colección infantil trilingüe, dedicada a promover diversos aspectos culturales de los pueblos indígenas a través de una lengua materna, español e inglés, por medio de libros ilustrados e interactivos en los que se narran los mitos del tlacuache, el axolote, el conejo y la luna, el mundo de los muertos, entre otros. Todos ellos, con la apuesta de acercar al público infantil, y no tanto, a las lenguas y las culturas maternas.
Además de libros ilustrados con adivinanzas en ayuuk (mixe) o en náhuatl, o en algunas otras, y otros relatos pasados de generación en generación a través de la oralidad.
Pluralía, con dos décadas de existencia, está especializada en literatura y tradición oral de los pueblos indígenas mexicanos y americanos o autores que representan a sus comunidades como creadores y traductores.
Su catálogo incluye obra de la propia Mikeas Sánchez, pero también de la escritora zapoteca, Irma Pineda, de Juana Karen, de Ruperta Bautista, de la poeta tu’un savi, Nadia López García, a la poeta tsotsil, Enriqueta Lunez, el escritor tu’un savi, Kalu Tatyisavi. Además de su colección infantil en lenguas originarias con libros como El tlacuache y el tigre, El perro topil, Por qué existen el día y la noche, El compadre que se volvió rico en una noche, entre otros.
Sumado a antologías compiladas por Elisa Ramírez Castañeda sobre mitos de la región mesoamericana relacionados con el maíz, los animales, y algunos otros personajes o a ensayos de Francisco López Bárcenas sobre derechos humanos y pueblos indígenas o de Javier Castellanos Martínez, enfocado a la deconstrucción de la noción de “lo indígena”.
Este 21 de febrero se conmemoró el 25 aniversario del Día Internacional de las Lenguas Maternas con el objetivo de promover la diversidad lingüística del mundo, mostrar que en el globo terrestre se hablan más de siete mil lenguas diferentes, pero también para enfatizar que muchas de ellas están desapareciendo o se encuentran en peligro de extinción ante la falta de políticas públicas que reconozcan dicha diversidad y no privilegien sólo unas cuantas lenguas.
La literatura en lenguas maternas significa un acto de resistencia dentro de un mundo y sistema sociopolítico globalizante, cuya apuesta es la homogeneización cultural, cada palabra, cada verso, cada oración, cada párrafo, cada obra literaria es un acto de rebeldía ante ese intento por erradicar lo otro o lo diferente.
En la pluma de cada escritor o escritora en lengua materna está la llave para un futuro plural y diverso, sus literaturas son un mapa para orientarnos en la riqueza y la diversidad de la palabra.
“Mis ojos ven las nubes, tierras escondidas. Dibujan soles, empujan las alas de los vientos. Gritan que el viento es camino y se pierde. Se pierde en largos caminos de viento” exclama Zulvia Orozco en su lengua mero ikooc o huave.