Revisando mis apuntes para el Sexto Congreso Internacional de Derecho del Trabajo, la Seguridad Social y el Sindicalismo en el que participaré, y que se celebrará esta semana en la Ciudad de México y en Saltillo, Coahuila, veo con enorme preocupación el acelerado crecimiento del trabajo informal en nuestro país.
El trabajo informal, muy a nuestro pesar, y pese a sus múltiples implicaciones negativas, se ha convertido en el mayor generador del (precario) empleo en México.
El empleo informal es como una gran cueva donde se arrumban a millones de hombres y mujeres quienes no alcanzan un trabajo seguro. A quienes no conocen el significado del salario, sino el del ingreso “de vez en cuando”; desconocen las vacaciones pagadas, y en su lugar descansan “cuando se puede”; y ni se les ocurre pensar en la prima vacacional y dominical, o qué significa la seguridad social.
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Al mes de octubre de este año se encontraban en esa cueva de la informalidad 33.9 millones de personas, quienes representan el 55.7% de la población ocupada que alcanza las 60.9 millones de personas. El año pasado en el mismo mes la cifra de informalidad era del 54.1%, lo que revela un incremento sostenido y preocupante.
Esto significa que, del mes de octubre de 2024 a octubre de 2025, la población informal creció en 1 millón y medio de personas más, todas ellas con trabajos inestables, sin posibilidades reales de acceder a una pensión digna en su vejez. Son aquellas que laboran en micronegocios o con recursos propios del hogar para montar improvisados puestos callejeros que apenas les permite subsistir.
Lo más grave es que, en tan solo 2 meses de este 2025, de septiembre a octubre, entraron al mercado informal alrededor de 800 mil personas. Se escuchan gritos dentro de la gran cueva donde reclaman: ¡ya no cabemos!
Entendemos que no son cifras frías, sino detrás de estos números hay personas de carne y hueso, quienes se enfrentan a un destino incierto, y a una vida laboral sin garantías mínimas.
Sin embargo, los magos o hechiceros de los números que registran las cifras en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dicen que vamos bien. Al 31 de octubre de 2025, registran una cifra de 24 millones 029 mil 752 asegurados en los que aclaran, se incluye a las “personas beneficiarias de la reforma de plataformas digitales”, y hacen que el gallito se vea más robusto.
Lo que no es motivo de festejo, es el reporte de 168 mil 721 personas trabajadoras del hogar despedidas entre el tercer trimestre de 2024 y el del mismo periodo de 2025. El 86.3% de los afectados son mujeres y 13.7% hombres. Lo que confirma que la precariedad laboral continúa golpeando de manera desproporcionada a las mujeres, particularmente a quienes realizan trabajos de cuidado y limpieza en hogares particulares.
En el ámbito rural, las cifras oficiales reportan 313 mil 003 personas que no hallaron trabajo en el campo, pero no hay registro sobre cuál fue su destino laboral. ¿Se fueron a las grandes ciudades a vender estropajos? ¿Y las trabajadoras del hogar que dejaron de serlo, a dónde se fueron? Seguro pasaron de un trabajo informal a otro mucho más informal, ¿lo puede haber? Se continúa generando un ciclo de vulnerabilidad que el Estado sigue sin atender.
Leyendo un reporte de Ancelmo García Pineda y Jaqueline Pérez Toca, estudiosos en materia de trabajo, proponen la creación de una “Secretaría de Trabajo informal”, lo cual no me parece mala idea para atender una población mayoritaria en el mundo laboral. Sería una solución ante la realidad actual.
A todo esto, se requiere reflexionar sobre el impacto que tiene el crecimiento del trabajo informal sobre el formal. El avance de la informalidad provoca, de manera directa, más inestabilidad laboral, despidos, indemnizaciones basura, menor sindicación y por supuesto escasez de la contratación colectiva.
El Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) reportó cifras, con un declive en la obtención de nuevos contratos colectivos del año 2024 al 22 de septiembre de 2025.
En las cifras reveladas del CFCRL se observa que, de 9 mil 402 Constancias de Representatividad emitidas en 2024, alcanzaron su propósito 6 mil 457 mediante un Contrato Colectivo de Trabajo, y en 2025, se otorgaron 5 mil 312 Constancias de Representatividad y se lograron 3 mil 656 Contratos Colectivos de Trabajo.
¿Por qué ha disminuido el número de Contratos Colectivos de Trabajo iniciales? De los 6 mil 457 que se depositaron en 2024, y hasta el 22 de septiembre de 2025 se habían celebrado 3 mil 656. Lo que representa una disminución del 43.37% en relación con el periodo anterior.
Estos datos revelan una contracción preocupante de la negociación colectiva, y la informalidad, la cual avanza sin freno, con profundas consecuencias para la estabilidad del empleo, la defensa de los derechos laborales y la capacidad de los trabajadores para incidir colectivamente en la mejora de sus condiciones.
La pregunta que deben hacerse los estudiosos es si el crecimiento de la informalidad tiene relación directa con la disminución de la capacidad del crecimiento del sindicalismo con un contrato colectivo. Las cifras al menos llaman a la reflexión y a tomar medidas urgentes entre los personajes del mundo laboral.
De otros Avatares
Una de las frases que me llamó más la atención en mi reciente viaje a España, ocurrido durante la semana pasada en una misión con el Instituto Latinoamericano de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social (ILTRAS), fue escuchar a un especialista laboral de la provincia de Coruña al reflexionar sobre las normas del Trabajo en ese país: “Nosotros somos menos España y más Comunidad Económica Europea”.
Aquí diríamos: “Aquí somos menos México y más traspatio de Estados Unidos”, ¿así o cómo lo componemos?
