Recuerdo un viaje que realicé con María Fernanda Campa Uranga a la ciudad de Minatitlán, Veracruz, hace más de 10 años. Hija de Valentín Campa, quien fue una geóloga y activista de primer nivel.
El avión en el que viajábamos no podía aterrizar debido a los fuertes vientos que azotaban en la zona. Fueron tres intentos. Cada vez que el avión se aproximaba a la pista, se desbalanceaba como si fuera de papel, pero volvía a elevarse para intentar nuevamente su aterrizaje, finalmente lo consiguió.
Cuando logramos bajar del avión, la fuerza del viento era descomunal. Fernanda y yo nos sujetábamos fuertemente para evitar que éste nos arrastrara. No había tenido antes una experiencia así, y ahora la revivo ante la embestida que sufre el derecho laboral, impuesta en tiempos recientes por legisladores sin brújula ni conciencia de lo que hacen. Porque hoy sólo queda resistir con firmeza para no ser arrastrado por vientos que buscan borrar derechos conquistados.
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La reforma sobre plataformas digitales ha causado un enorme daño al derecho laboral, ya que desconoce como trabajo el que se realiza de forma subordinada al servicio de un patrón. Dice que no merecen salario, ni seguridad social condicionándolo a alcanzar un ingreso que los empleadores imponen a su gusto, y que apenas el 10% de los que se dedican a esta actividad cumple con las reglas impuestas. No pasa desapercibido que los dueños del algoritmo cargan el costo económico a los usuarios.
Algo similar ocurre con la iniciativa de la reducción de la jornada de trabajo que, lejos de beneficiar a las y los trabajadores, pretende imponerles altos costos facilitando que se les explote en el menor tiempo posible. Lo que abre la puerta a la reducción de sus derechos en cuanto a la estabilidad en el empleo, el pago de las horas extras y legitimar que se laboren más en un día.
El mundo actual está siendo moldeado por inmensos avances tecnológicos, por una vasta Inteligencia Artificial emergente que se está desbordando en muchas partes del mundo. Estamos presenciando nuevas formas digitales extractivas que se están apoderando del mercado laboral, que comienzan a tomar el control de nuestra prosperidad compartida.
Lo que me lleva a pensar que no estamos frente a reformas modernas, sino ante viejas formas de explotación disfrazadas con un nuevo lenguaje tecnológico. En este proceso, el futuro del trabajo no puede, ni debe construirse sobre la negación de la dignidad humana.
Están creando sus propios monopolios de una manera que está cambiando el carácter, y erosionando la estructura democrática de nuestras instituciones. Durante ello, el derecho laboral se está deshaciendo y se lleva de paso a las organizaciones sindicales.
Las llamadas empresas tecnológicas están cambiando por completo nuestras vidas, incluso en áreas que no son meramente tecnológicas. Existe una peligrosa y frenética carrera por el dominio de la IA: los gigantes tecnológicos gastan miles de millones de dólares en el desarrollo de chips de alta tecnología y de análisis de datos (instalaciones físicas que almacenan, procesan y ejecutan grandes cantidades de datos y software).
Las promesas de ganancias que esta tecnología está proporcionando a empresas y hogares parecen infinitas, y los inversores ven en ella un suculento negocio extraordinariamente rentable. En este contexto, se libera una lucha encarnizada por la supremacía en IA: ChatGPT de OpenAI, Copilot de Microsoft, Gemini de Google, Claude de Anthrophic, Perplexity AI. Y sí, aparece en el escenario también el chatbot chino DeepSeek.
Microsoft, Apple, Tesla, Alphabet, Nvidia, Amazon y Meta, conocidos con el acrónimo MATANAM, son las siete magníficas estadounidenses que dominan el mundo tecnológico digital. Este grupo de gigantes representa aproximadamente el 25% del capital de Wall Street, un dominio extraordinario según los estándares históricos. Cuando el mercado avanza con más rapidez que los derechos, no existe progreso.
El auge de la IA representa, en términos monetarios, el mayor boom del mercado que el mundo haya visto jamás. Las siete mayores compañías tecnológicas del mundo obtuvieron este año ingresos de 588 mil 768 millones de dólares, un 17% más que el año pasado, equivalente al presupuesto de egresos de la federación mexicana de 2026, que será de 10.1 billones de pesos.
Lo más impactante, acumulan un valor de mercado de más de 22.4 billones de dólares, que equivalen a 409 billones de pesos mexicanos. Sus cifras son extraordinarias. En términos prácticos, podrían financiar el Presupuesto de Egresos de la Federación en México por 40 años consecutivos.
Dicho de otra forma, equivale a la riqueza producida por el total de las empresas y trabajadores mexicanos en bienes y servicios por 12 años consecutivos, en un país de más de 133 millones de habitantes.
Más que una revolución tecnológica, estamos frente a una reconfiguración del poder mundial, que puede profundizar desigualdades que ya amenazan a la sociedad, y el verdadero desafío no es quién gane la carrera de la IA, sino quién pagará sus costos sociales.
De otros avatares
Reitero mi agradecimiento a la Academia Mexicana del Derecho Procesal del Trabajo, quien me otorgara el pasado 13 de diciembre el Premio Nacional al Mérito Jurídico Laboral.
Como lo manifesté en el evento, un premio, nunca es el retrato de una sola persona. Es el espejo en el que aparecen todos los que nos hicieron posible. Muchas gracias.
