RECURSOS PÚBLICOS

La batalla por los recursos públicos

México ha entrado en una espiral de conflictos derivados de la disputa por los recursos públicos. | Marco Adame

Escrito en OPINIÓN el

México ha entrado en una espiral de conflictos derivados de la disputa por los recursos públicos. La tensión institucional aumenta cada vez que se proponen y ejecutan medidas para mantener y aumentar los ingresos y la recaudación fiscal; y la presión social crece y se desborda en las manifestaciones y bloqueos, para exigir mayores apoyos económicos y la reorientación del gasto público.

La celeridad y eficacia con la que se aprobó el paquete económico, no coincide con la capacidad de la administración para armonizar la participación de los actores públicos y privados en las decisiones de ingreso-gasto, para mantener el orden y para resolver los conflictos de manera legítima y eficiente. 

Ocupados en las demandas y necesidades cotidianas, gobierno y  contribuyentes han postergado y rehúyen el debate sobre la necesidad de una reforma hacendaria. Es claro que los recursos son insuficientes y que hacen falta reglas claras, equitativas y transparentes para el ejercicio del gasto público; no asumir estas realidades, es dejar a la deriva a las instituciones y a los ciudadanos ante las más diversas pretensiones, legítimas o ilegítimas, de una sociedad angustiada.

Aunque en 2024, los ingresos tributarios superaron la meta de la Ley de Ingresos de la Federación, estamos por debajo del promedio de recaudación de América Latina y lejos de los niveles de los países de la OCDE. Con cifras consolidadas, México alcanza el 17.7% con relación al PIB, cuando el promedio de la región es de 21.3% y el de los países desarrollados con ingresos medios es del 33.9%. Estas cifras comprometen nuestra capacidad para financiar servicios públicos, inversión social y el desarrollo económico. 

En el frente institucional, los ministros de la SCJN, pertrechados en el interés nacional, han ejercido con mayor frecuencia la facultad discrecional de atracción sobre grandes casos y sobre asuntos menores que, habiendo sido resueltos en contra de la administración federal en tribunales de circuito, representan un mayor ingreso para la hacienda pública. Este comportamiento distorsiona y debilita el federalismo hacendario y expone al máximo tribunal a funcionar como ventanilla de recaudación. 

En el frente social, los trabajadores agrícolas, enardecidos por la falta de apoyos ante la distorsión de los precios internacionales de los granos, realizaron bloqueos a las vías de comunicación. En los últimos días, múltiples demandas se han sumado a estas manifestaciones, incluyendo las de mayor seguridad para el transporte de carga. Ante esto, la Secretaría de Gobernación ha señalado injerencias indebidas de fuerzas políticas y activistas profesionales y ha endurecido la posición del gobierno contra estas manifestaciones. 

Independientemente de quien tenga la razón en los litigios y manifestaciones en curso, las medidas asumidas por las autoridades y por algunos grupos radicales, evidencian el agotamiento de los mecanismos de concertación social y político. 

Más allá de colores y posiciones ideológicas, más vale asumir la necesidad de un nuevo entendimiento social, económico y político.

La descalificación a priori en las controversias, la falta de diálogo, la corrupción y los intentos de imposición del orden –al que todos aspiramos– por la sola fuerza de la autoridad, debilitan a la democracia y al estado de derecho como el espacio donde la fuerza de la razón debe prevalecer sobre la razón de la fuerza.

 

Marco Adame

@MarcoAdame