La moda, las pasarelas, Paris Fashion Week y la industria textil han sido uno de los exponentes más grandes de la cultura francesa y una de sus armas más poderosas cuando se trata del poder blando.
Por décadas e incluso siglos las casas de moda no solo han regalado millones de euros a la economía francesa, sino también poder, estatus y una mirada global al arte francés al que los artistas alrededor del mundo buscan llegar.
El estándar perfecto, especialmente si se habla de la industria de la moda, independientemente de la inestabilidad política en la que el país se encontraba en años anteriores, es decir, los ojos del mundo no estaban en el parlamento, sino en las pasarelas. La mirada global espera a ver qué diseñadores marcan tendencias y decidan que las personas del orbe, amantes o no de la moda, usarán en las temporadas primavera-verano u otoño-invierno del año siguiente.
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En este sentido Couture, el lujo que únicamente se crea en Francia y que ha peleado la hegemonía de la nación gala en el mundo del arte y moda se vio amenazado después de la pandemia. Las prioridades de la industria, así como de los consumidores durante esta crisis global, cambiaron de la crisis económica que comenzó a sufrir la industria textil de la moda durante y los años posteriores a la pandemia, donde las compras por internet se popularizaron y las marcas de fastfashion, empresas como Shein originaria de China o INDITEX, quienes surten a tiendas, han acaparado el mercado durante los último años, por ejemplo; Zara, Bershka y Pull&Bear, comenzaron a ser una de las mayores competencias de la moda hecha en Francia.
El éxito de esas marcas no solo se debe a la rapidez con las que se adaptan a los cambios, creando micro tendencias que no duran más de dos meses en tiendas. También proveen imitaciones que hacen a las marcas de lujo sumamente accesibles en un momento en el que la economía global se tambalea, los precios suben y estar en tendencia se mantiene como una prioridad, es decir, comprar marcas de lujo y ropa hecha en Francia pasa a segundo plano.
Por otro lado, la conciencia medioambiental de la población se incrementó, escenario que cuestiona el daño al planeta que la producción de ropa representa en términos de contaminación y daño al planeta. Por ello, la tendencia de comprar en bazares o tiendas de segunda mano ha crecido durante los últimos años; dejando pocos espacios para competir a las casas de moda y marcas de lujo francesas de una manera efectiva en el mercado.
El gobierno francés no tardó en tomar acciones, en 2021, se inauguró un nuevo campus del Institute Français de la Mode en París, evento al que asistieron los presidentes de las marcas de lujo más importantes del país (grupo LVMH, Chanel y Hermès) junto con el ministro de Economía y Finanzas, quien se dirigió a los estudiantes para recordarles que representan 150 mil millones de euros anuales para la economía gala, así como 600 mil empleos en la industria textil.
Dentro de la oferta académica que ofrece el nuevo campus se percibe la urgencia de las instituciones francesas de salvar a la industria de la moda no solo para asegurar que esta siga dejando la derrama económica, así como el gran mercado laboral que siempre ha sido. En el que las carreras como “Creación de Marca” cuentan con más de la mitad de alumnos internacionales, mientras que en carreras completamente enfocadas a la manufactura de artículos de lujo, la mayoría de los estudiantes son franceses, lo que muestra la necesidad de la industria por recuperar y crear empleos para artesanos nacionales.
Asimismo, la industria tiene la obligación de seguir proyectando el poder cultural francés al mundo. Otra de las estrategias que ha utilizado el gobierno francés frente al fastfashion fue presentada en 2024, esta iniciativa busca imponer multas a las marcas que vendan productos que rebasen la cantidad estipulada, así como prohibir publicidad de ropa y accesorios que tengan un valor menor en el mercado.
Dichas iniciativas fueron aprobadas en la Asamblea Nacional Francesa con 146 votos, según lo informó Christophe Béchu a través de su cuenta de “X” el 14 de marzo de 2024.
Estas medidas aún no han sido aprobadas por el senado, sin embargo, debido a su buena recepción dentro de esta asamblea se espera que estas medidas entren en acción a finales de 2025 o principios de 2026. Políticas que no están creadas únicamente para proteger a la industria textil, son también una medida para contrarrestar los efectos que tiene la producción en masa de grandes cantidades de ropa en el medio ambiente.
Finalmente, las proyecciones de empresas expertas en la industria como Vogue apuntan a nuevas regiones en el Sudeste Asiático, países como Tailandia, Vietnam y Singapur que dominarán la escena en cuanto a moda de lujo y alta costura debido al uso estratégico del poder blando de estas naciones para proyectar su cultura frente al orbe. Lo que deja a Francia ante un escenario desolador en su industria textil, que por años ha dominado el mundo de la moda y alta cultura; del cual debe de recuperarse lo más pronto posible. La caída de la industria no solo representa millones de euros perdidos y un fuerte golpe para la economía francesa, sino significa que la hegemonía del arte francés se encuentra en la cuerda floja.
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