El plan de atentado frustrado contra Omar García Harfuch, revelado por el columnista Raymundo Riva Palacio en El Financiero, ha trascendido la mera desmentida para convertirse en un ejercicio peligroso de control narrativo por parte del Ejecutivo Federal. Las reacciones oficiales levantan serias dudas y configuran un preocupante intento por minimizar la gravedad de las alertas de seguridad que rodean a una figura clave en la gobernabilidad del país.
La presidenta Claudia Sheinbaum utilizó la tribuna de su conferencia matutina para descalificar la información, blindándose con una pregunta claramente "a modo" de un reportero que buscaba validar la narrativa oficial:
- “¿Cuál es su opinión sobre la falta de ética, profesionalismo y seriedad que permean los medios de comunicación corporativos y este tipo de comunicadores, quienes, con tal de llamar la atención, se inventan este tipo de cuentos sin temor a las consecuencias? Que, por cierto, este periodista y otros son de los que a diario acusan a su gobierno de ser censurador y autoritario”.
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- “Solito se explica, ¿no?” Responde la presidenta “pero ya lo aclaró el secretario…”, dijo entre risas Sheinbaum, quien ya esperaba la pregunta. Y agregó, dudando “Es el… ahora vamos a ponerle un nombre, lo voy a… La… ¿qué será?, la novela de ficción de los comentócratas… El cuento de ficción, porque no llega a novela. La ficción de los comentócratas”.
Su comentario, realizado entre risas, careció de la prudencia institucional que exige el tema, incluso tratándose de un ataque fallido.
Esta respuesta, proveniente de la máxima autoridad del país, no fue un acto espontáneo, sino un intento de deslegitimación de una información que, por lo menos, debe ser investigada a fondo. En un país con los actuales niveles de violencia e impunidad ligada al crimen organizado, desestimar la posibilidad de un atentado contra un alto funcionario como un "cuento", es una grave falta de seriedad institucional. Más aún cuando han ocurrido atentados que han dañado severamente al país, recordemos la década de los 90: Posadas, Colosio, Ruiz Massieu…
Omar García Harfuch no es cualquier servidor público, es un hombre clave en el combate al crimen organizado. Es la gente más cercana que tiene Sheinbaum, es un puente con Washington y, por tanto, un personaje de alto riesgo. En junio de 2020, cuando era secretario de Seguridad de la Ciudad de México, fue emboscado por miembros del crimen organizado, resultando herido con tres impactos de bala —clavícula, hombro y rodilla—. Se salvó de morir por muchas circunstancias, una de ellas es que iba en un auto blindado... En este contexto, minimizar el riesgo de un ataque frustrado no lo elimina, sino que reduce la percepción de urgencia sobre la inseguridad en México.
Contradicciones y ausencias que cuestionan la versión oficial
Tras su comparecencia de más de tres horas el pasado lunes con integrantes de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, Omar García Harfuch rechazó la versión del periodista, pero se contradijo al revelar una realidad alarmante: “No, no he recibido atentados (y agregó). Hay demasiadas alertas que son desechadas, descartadas e investigadas de manera permanente, y eso es lo que estamos haciendo siempre. En esa casa que se refiere (la de Polanco), es una casa muy pública, yo no vivo ahí, es una oficina que tiene una recámara, es muy pública...".
Aquí la conferencia, recomiendo ver el minuto 5:39.
La declaración del funcionario, lejos de tranquilizar a la opinión pública, subraya que el riesgo es constante al confirmar la existencia de un flujo incesante de amenazas reales. Su mención sobre la ubicación "muy pública" es un argumento menor que no atiende el punto medular: la existencia de una amenaza creíble y la efectividad de la respuesta institucional.
A esto se suman las ausencias notables. Si el atentado frustrado ocurrió la noche del 15 de septiembre —como apunta Riva Palacio—, ¿por qué García Harfuch se ausentó de la reunión del Grito en Palacio Nacional? ¿Por qué también se ausentó del posterior desfile militar? Estas "curiosas" inasistencias dan credibilidad adicional a la versión periodística y exhiben la falta de transparencia del gobierno.
El día siguiente, el martes 28 de octubre, Riva Palacio escribió en El Financiero que Omar García Harfuch evadió responder las preguntas que le hicieron en la sesión privada con diputados "y más tarde respondió a la prensa que no había “recibido” un ataque, lo que técnicamente es cierto, porque no se materializó. O sea, dijo la verdad. Y agrega Raymundo: "El atentado que se frustró, por la información que ha trascendido, fue ejecutado por una persona con entrenamiento para disparar a distancia, que formaba parte de un complot bien diseñado".
El análisis periodístico del columnista escala el suceso sugiriendo una planificación propia de un "asesinato político" que trasciende a los cárteles e implica a "poderes fácticos del huachicol". O sea, el ataque tendría como objetivo desestabilizar el andamiaje mismo de la gobernanza nacional.
Lo más corrosivo de esta crisis es la densa sombra de una posible "guerra interna". Asimismo, la versión que comentó de que áreas de inteligencia militar intentaron filtrar la narrativa de un "autoatentado" o un "drama orquestado" evidencia una fragilidad terminal del aparato presidencial.
Si las amenazas más serias son gestadas por rivales dentro del propio sistema, si existe un "fuego amigo" dirigido al Secretario de Seguridad, lo que está siendo socavado es la gobernabilidad misma. ¡Cuidado!
El contexto político en el que la Presidencia interviene para descalificar la información del columnista expone un problema sistémico: la priorización de la imagen política y el control narrativo sobre la transparencia en un tema de seguridad nacional.
La estrategia oficial para tranquilizar a la opinión pública solo proyecta una imagen de evasión e incomodidad. La seguridad de un alto funcionario no puede ser material para un "cuento de ficción"; es un indicador crítico del estado real de la lucha contra el crimen organizado y del nivel de riesgo que enfrentan las instituciones en el país.
El costo de los magnicidios de la década de los 90 —Posadas, Colosio, Ruiz Massieu— fue altísimo para el país, y por ello es un alivio que en el caso de Omar García Harfuch el ataque haya sido frustrado. Este evento, junto al complot de asesinato contra José Luis Santiago Vasconcelos en 2005 (revelado años después), subraya que la prevención es un asunto de inteligencia y seguridad que jamás debe minimizarse.
Cuando la máxima autoridad elige la "ficción" creada para el consumo mediático por encima de la transparencia en la seguridad nacional, lo que se erosiona no es un simple rumor: se socava la confianza pública y la estabilidad institucional. La verdad, en estos temas, debe prevalecer sobre cualquier estrategia de control narrativo.
PD: El "acuerdo pírrico" del maíz es un insulto al campo y un castigo a la ciudadanía. Vimos que el gobierno reacciona solo al caos. ¿Solución? dar una "limosna" de $950 por tonelada vs. los $7,200 que pedían… Además, la ineficacia gubernamental nos costó a miles de mexicanos 24 horas de carreteras paralizadas; fui una de las miles de víctimas que no pude viajar como lo tenía planeado.
Por cierto, poner un plan a futuro como cura de choque para una crisis urgente, demuestra una gestión reactiva y sin visión. Reaccionar solo ante la presión extrema NO es gobernar, es generar un caos que frustra al campo y nos indigna a todos.
