El relanzamiento del PAN confirmó las expectativas: en esta temporada de demonios sueltos se van al extremo. Matar las alianzas con el PRI estaba más que cantado, los asesores políticos del partido que representa la oposición más longeva de México fallaron estrepitosamente al pensar que en la matemática política 1+1 suma 2. Falso. Apenas se dan cuenta.
El volantazo que dio este sábado 18 de octubre el PAN encabezado por Jorge Romero (¿quién es Jorge Romero? ¿Por qué Jorge Romero se distraía mirando su Apple Watch mientras pronunciaba su discurso en el Frontón México, donde nació el PAN hace 86 años?) es producto de una serie de reuniones de lo que queda de la cúpula panista, la cual fue secuestrada por el grupo político de Romero.
Más allá de que abre su afiliación vía app, “das click y ya”, presumieron; de que también le dan la espalda a las alianzas con otras fuerzas políticas, así como el “rebrandeo” con el cambio de logo, en el fondo lo significativo es su corrimiento a la derecha, como les anticipamos aquí hace dos semanas.
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En un mundo polarizado pareciera que la solución es: si Andrés Manuel López Obrador se vende como de izquierda, el polo opuesto es la solución. El péndulo político llevaría a Acción Nacional otra vez al poder. Es la apuesta. Y, piensan, envolver el producto con un logo más moderno terminará por hacer exitosa esa apuesta.
Es de llamar la atención que en algunos círculos de decisión empiezan a aparecer voces que ponderan lo contrario: lo mejor es mutar o el camuflaje para acercarse al discurso oficial con la esperanza de que nada es para siempre.
Esas voces sugieren que, por ejemplo, se reconozca que las ayudas repartidas a diestra y siniestra por la 4T con AMLO y potenciadas con la presidenta Claudia Sheinbaum sí le cambian la vida y la perspectiva a un sector amplio de la sociedad que ha vivido bajo el agua por mucho tiempo sin oportunidad de salir a respirar. “Sí, la 4T es altamente corrupta, pero me salpica, mientras que PAN y PRI robaban y no me daban nada”, pareciera ser la filosofía.
¿Adoptar el discurso radical tipo Verástegui por parte del PAN es la solución? ¿Cuestionar menos la estrategia de compra de voluntades tan exitosa de López Obrador es la solución?
Lo cierto es que la oposición sigue con los pantalones cortos, con colas demasiado largas y expuestas, además de liderazgos flácidos, y eso se la pone bien fácil a la presidenta Claudia Sheinbaum, pese a que ella la tiene difícil por muchas razones.
Este mismo fin de semana se pudo ver en las calles de ciudades de Estados Unidos manifestaciones en las calles de la gente que no quiere el extremismo de Donald Trump. “No kings” decían algunas mantas en las calles en rechazo a un rey, al rey Trump.
No tardaremos mucho en darnos cuenta sobre el resultado de las estrategias adoptadas. Lo malo es el daño a la democracia y, sobre todo, a la población. Pero es lo que hay.
Punto y aparte
¿Quiénes son los cinco personajes de primer nivel cercanos, propios de la presidenta Claudia Sheinbaum en la arena política?
Punto final
Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, y Marcelo Ebrard, secretario de Economía, son los dos políticos que hoy por hoy tienen espolones para ser candidatos presidenciales en el 2030. No hay más.
