A nombre de nuestra soberanía energética se han construido murallas donde ya se habían abierto puertas. México llegará a la revisión del T-MEC de 2026 con un plan energético más cerrado, más político y mucho menos competitivo. El intento de rescatar el pasado está distorsionando el mercado; nuestros socios comerciales ya lo saben, y eso en el T-MEC se paga caro.
El T-MEC no prohíbe que los países tengan empresas, pero sí que tengan un trato preferencial, según los capítulos 14 y 22. El nuevo plan para el sector energético no solo fortalece a Pemex y a la CFE, sino que las hace dominar el sector, contradiciendo los principios de competencia que México firmó en el T-MEC.
Ya no solamente se trata de priorizar el suministro de la CFE o limitar a la iniciativa privada; hoy hablamos de subsidios que superan los 257 mil millones de pesos, regímenes fiscales preferentes, retrasos deliberados en los permisos y una política regulatoria diseñada para impedir la competencia. Más allá del tema ideológico, estas medidas tienen un impacto económico: distorsionan el mercado, dificultando la competencia. Con esto, la inversión se frena y comienza a irse.
Te podría interesar
Más que un caso, la retirada de Shell en México es un síntoma. En mayo anunció la venta de sus 214 gasolineras al grupo mexicano Iconn. No fue por una falta de mercado, fue por falta de un marco regulatorio confiable y estable. Entre los retrasos en la obtención de permisos y los precios controlados de la gasolina, Shell decidió cortar pérdidas y retirarse del país. El mensaje es claro para otras empresas energéticas más pequeñas y sin la trayectoria ni experiencia de Shell. Pero para nuestros aliados comerciales, podría significar el incumplimiento del artículo 22.4: “Trato no discriminatorio y consideraciones comerciales” sobre empresas estatales.
A esto se suman las modificaciones publicadas por la Secretaría de Energía el 3 de octubre, que recorta vigencias, elimina las renovaciones automáticas y modifica los lineamientos para los permisos petrolíferos: quiénes pueden importar, almacenar o comercializar gasolina, diésel o gas LP. Limitando la entrada en un mercado donde la CFE y Pemex ya tienen ventaja y donde analistas ya ven riesgo de monopolio.
La salida de Shell y la caída en la inversión extranjera directa de 115 millones de dólares en el sector petrolero a inicios de 2025 son los síntomas de un mercado que cada vez se cierra más. A poco menos de un año de la revisión del T-MEC, México insiste en rescatar el pasado para fortalecer su soberanía energética, comprometiendo así la competitividad y la confianza que demanda el T-MEC. El resultado no solo determinará el futuro del sector energético en el país, sino nuestra credibilidad y posición en el comercio internacional.
