Si otra cosa no sucede, el próximo 10 de enero, el dictador Nicolás Maduro asumirá un tercer periodo de gobierno, en un acto espurio que consumaría el fraude electoral a las elecciones del 28 de julio, ganadas con el 70% de los votos por Edmundo González, presidente electo de Venezuela.
El triunfo de la oposición es incontrovertible, tal y como se acreditó con las actas ante el Consejo Nacional Electoral y ante el mundo. En un hecho inesperado, la oposición venezolana logró reunir y exhibir las actas del escrutinio, lo que no pudo hacer el dictador Maduro. A pesar de esto, la dictadura ordenó al órgano electoral, bajo su control, oficializar su triunfo manipulando la papelería electoral.
A diferencia del pasado, hoy el país está en pie de lucha y Nicolás Maduro mas sólo que nunca. La resistencia venezolana se encuentra en su mejor momento, alentada por el liderazgo de Maria Corina Machado y por una amplia red de operadores dispuestos a impedir el fraude electoral. Las amenazas del dictador, el exilio y la persecución a los líderes de la oposición, no han impedido el activismo internacional y la movilización desde enclaves clandestinos en cada rincón del país.
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La convocatoria a manifestarse el próximo 9 de enero, representa un hito en la lucha por la libertad y la democracia en Venezuela. Millones de venezolanos saldrán a las calles en todo el país y lo mismo ocurrirá en muchas plazas del mundo. La solidaridad internacional por parte de los países también se ha mostrado en la recepción a Edmundo Gonzalez por parte de presidentes de naciones democráticas, y en sendas declaraciones de congresos y de organizaciones sociales y políticas comprometidas con la causa venezolana.
La hora de la democracia en Venezuela, también marca la hora para la comunidad internacional. Cada país libre está llamado a definirse por la libertad y la democracia, o por la tiranía en Venezuela. Ante el fraude y la represión no hay espacio para medias tintas, el tiempo de la simulación democrática y de la complicidad diplomática ha quedado atrás ante tales atrocidades.
Si el dictador Maduro decide quedarse, a pesar de las profundas divisiones en la cúpula militar venezolana y del repudio internacional, enfrentará grandes adversidades económicas y políticas, y pondrá en riesgo a miles de venezolanos en su obsesión por el poder. Por lo pronto, el 20 de enero Trump asumirá la presidencia de Estados Unidos y los próximos encargados de la política internacional norteamericana parecen tener muy clara la posición frente a la dictadura venezolana.
México aún está a tiempo de definirse en favor de la democracia y la libertad del pueblo venezolano. Sería una vergüenza mantener la posición anunciada por la cancillería, de enviar a un representante a la toma de posesión, argumentando el respeto a la voluntad del pueblo, cuando ha quedado claro el repudio a la dictadura y el resultado de las elecciones.
México se quedaría solo y del lado de las dictaduras latinoamericanas de Cuba, Venezuela y Nicaragua, mientras que el mundo libre manifiesta su repudio y pone en marcha medidas de sanción, avaladas en la carta democrática de los organismos y tratados internacionales. Esta, también es la hora de México.