Las alarmas se han encendido en el sector salud, la propuesta de presupuesto que se discute en el Congreso, incluye una reducción del gasto publico que impactará la equidad en el acceso a los servicios de salud en perjuicio de la población más vulnerable, a niveles no vistos en las ultimas dos décadas.
La cifra de inversión en salud que propone la Secretaria de Hacienda equivale a 2.4% del PIB, 0.4% menos a lo aprobado para el año en curso, y muy lejos del 6%, recomendado a nivel internacional entre los objetivos del milenio para el desarrollo sustentable. La disminución de 123 mil millones, es 12.2% menor a lo autorizado para el 2024.
La propuesta es inadmisible por donde se vea. Es muy lamentable que el primer presupuesto del segundo piso de la llamada cuarta transformación, interrumpa una tendencia de inversión creciente en salud que, aunque limitada, se mantiene desde 2017. Esta afectación no se subsana con el argumento oficial, que pretende negar la reducción presupuestal con el monto destinado al IMSS-Bienestar, pues simplemente los número no cuadran.
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Esta decisión afectará directamente el funcionamiento de los institutos nacionales de salud, de manera especial: pediatría, nutrición y cancerología. También a los grandes hospitales, como el General, el Infantil y el Juárez; y sufrirían importantes recortes los programas nacionales de vacunación, VIH/SIDA y salud materna, entre otros.
Con este presupuesto el daño a la salud es cuantitativo y cualitativo; es inmediato y mediato y, sobre todo, es estructural, ya que representa una regresión en la salud de la población en una magnitud difícil de cuantificar. El impacto se reflejarla en los próximos años en términos de dolor humano evitable, en los índices de morbilidad y mortalidad, en la expectativa de vida y en el bolsillo de los mexicanos.
El proyecto de presupuesto en salud, es incongruente con la narrativa oficialista de "primero los pobres". Se pretende ignorar que, con las decisiones tomadas en el sexenio anterior, el rubro mas afectado en la medición multidimensional de la pobreza, con cifras del CONEVAL fue el acceso a los servicios de salud.
No habría que esperar muchos años para ver los efectos negativos de esta política restrictiva al gasto en salud. La irritación de la población por el excesivo retraso de las citas medicas, la falta de medicamentos y material de curación, la deficiente calidad en la atención por la saturación de los servicios, entre otras deficiencias, están generando una gran presión en los hospitales públicos. Tampoco habría que olvidar que con la demanda de salud no se juega.
El llamado de la comunidad medica a las autoridades y a los legisladores es de apremio. Así lo constatan las cartas de los directores de las instituciones afectadas. Reducir la respuesta oficial a un llamado a la austeridad, puede ser muy delicado para la estabilidad social del país. Aún mas, si la crisis de salud se combina con la crisis de seguridad, la crisis financiera y las amenazas del exterior, ante la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Seria la tormenta perfecta.