INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Nvidia vs. DeepSeek: la nueva guerra fría de la inteligencia artificial

La inteligencia artificial ya no solo transforma la economía, también redefine el poder global: empresas, gobiernos y consumidores tienen un papel clave en su regulación. | Mauricio Bastién

Escrito en OPINIÓN el

En No Humans Need to Apply, Jerry Kaplan advierte que la inteligencia artificial (IA) no solo transforma la economía global, sino que redefine la relación entre tecnología y humanidad, dejando en evidencia que los avances tecnológicos ya no son un dominio exclusivo de la innovación, sino una lucha por el control, la regulación y el impacto social. Este desafío, como lo estamos viendo en 2025, no es solo tecnológico, sino también político y económico, y recae en tres actores clave: empresas, gobiernos y consumidores.

Un ejemplo claro de esta complejidad es la reciente crisis de Nvidia, que perdió 589 mil millones de dólares en un solo día, marcando un récord histórico en Wall Street. La empresa, considerada el pilar del desarrollo de chips avanzados para IA, vio cómo su valor se desplomaba debido a un ajuste en las expectativas de mercado y temores sobre el impacto de las restricciones estadounidenses en la exportación de tecnología avanzada a China. Para ponerlo en perspectiva, esta pérdida equivale a casi el doble del PIB anual de países como Perú. Este evento demuestra cómo la innovación tecnológica puede estar atada a tensiones geopolíticas y dependencias estructurales, afectando no solo a las empresas, sino a millones de consumidores y gobiernos que dependen de estos avances.

Por otro lado, el lanzamiento de DeepSeek, una revolucionaria plataforma de análisis basada en IA de origen chino, ha intensificado la competencia tecnológica entre Estados Unidos y China. Hace unos días Estados Unidos anunció el proyecto Stargate con más de 500 mil millones de dólares para los próximos cuatro años, mientras que China superó los 4 mil millones de dólares en 2024.

El desafío de 2025 no puede ser enfrentado por un solo actor. Las empresas, con su capacidad para innovar, deben asumir mayores responsabilidades en términos de transparencia y ética, especialmente cuando las decisiones que toma su tecnología afectan vidas humanas. Los gobiernos, por su parte, tienen la tarea de adoptar esa tecnología y aprobar regulaciones globales que equilibren la innovación con la seguridad y los derechos fundamentales, algo que hasta ahora ha sido insuficiente: según el Banco Interamericano de Desarrollo solo 5 países de América Latina y el Caribe se encuentran dentro del Top 50 de países que mejores servicios públicos digitales ofrecen. Finalmente, los consumidores también tienen un papel clave, pues son quienes impulsan o frenan el desarrollo tecnológico a través de sus decisiones de consumo. 

Como advierte Yuval Noah Harari en Nexus, "la inteligencia artificial es la primera tecnología de la historia que puede tomar decisiones y generar nuevas ideas por sí misma…las bombas no deciden por sí mismas a quien matar". Por lo que resulta necesario regular sus riesgos y garantizar que las personas no sean desplazadas por sus propias creaciones.

En este contexto, 2025 plantea la duda de ¿cómo podemos garantizar que la tecnología funcione a favor de la humanidad y no en su contra? Lograrlo requerirá un esfuerzo colectivo en el que empresas, gobiernos y consumidores trabajen juntos para aprovechar las oportunidades de la IA mientras se mitigan sus riesgos. Solo así evitaremos que el futuro que Kaplan y Harari predicen se convierta en una realidad en la que los humanos ya no sean necesarios ni relevantes en el mundo que construyeron.

 

Mauricio Bastién

@Mau_Bastien