No hay pacto de impunidad más efectivo que formar parte del régimen. Por más denuncias, evidencias y escándalos que haya, el oficialismo cuida de los suyos y la garantía de que nada les va a pasar es el manejo faccioso de las instituciones. Se trate del desfalco en Segalmex, la caída de la Línea 2, la corrupción en el Infonavit, faltantes millonarios detectados por la ASF, acusaciones de acoso y violación, muerte por asfixia de 40 migrantes porque no les abrieron la puerta, lo que sea, nada procede y muchos siguen en sus cargos. Y eso vale para los que se purifican cambiando de bando y son recibidos con embajadas y candidaturas.
La Fiscalía de Veracruz se desistió de la orden de aprehensión girada contra el senador Miguel Ángel Yunes un día antes de la votación de la reforma judicial y hoy es de los consentidos del coordinador Adán Augusto López. Aunque los propios gobiernos de Morena denuncien las transas de sus correligionarios, los señalados son protegidos. Ricardo Monreal dio su espaldarazo a Cuauhtémoc Blanco y el ex gobernador de Tabasco ya mencionado sigue en control del Senado. Por cierto, ambos coordinadores se acusaron de malos manejos y todo terminó con una foto, abrazándose sonrientes, sin que se abriera investigación alguna.
Si bien ninguno de los casos mencionados carece de gravedad, la situación del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, se cuece aparte. En primer lugar por la violencia desatada en la guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa que ha dejado más de 800 asesinados y mil desaparecidos en cuatro meses. Una de las partes lo involucra directamente en el conflicto, incluso han lanzado folletos desde avionetas acusándolo de servir a sus rivales. Recordemos que ”El Mayo” Zambada dio a conocer en una carta que le tendieron una trampa, invitándolo a mediar en el conflicto de la Universidad de Sinaloa entre Rocha Moya y su principal adversario político, Melesio Cuén, asesinado en esa operación. La FGR le dio la razón y estableció que la Fiscalía del estado, controlada por el Ejecutivo estatal, difundió un montaje del asesinato en una gasolinera.
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En segundo lugar porque la inconformidad social se está expresando en nutridas manifestaciones en las calles de Culiacán y la indignación sigue creciendo. En momentos complicados se necesita autoridad política y moral para mantener la gobernabilidad. El estado sufre un conflicto armado, los daños materiales y, sobre todo, el dolor de muchas familias por sus irreparables pérdidas o por la incertidumbre respecto al destino de seres queridos, han puesto las cosas en una situación límite y buena parte de la sociedad culichi ve a Rocha Moya como parte del problema. Es conocida la operación del crimen en la elección de gobernador, nomás “levantaron” a un centenar de operadores del otro candidato, tal y como lo escribió entonces el prestigiado periodista Héctor de Mauleón.
Por último y no menos importante es la presión de la nueva administración de Donald Trump para que se actúe en contra de los cárteles que, en el primer día de su mandato, clasificó como terroristas. Uno de los estados que está en la mira es Sinaloa, y es evidente que la violencia y la ingobernabilidad favorecen las voces en Estados Unidos que piden operaciones extraterritoriales para hacer lo que el Estado mexicano no parece dispuesto, ni capaz, de realizar contra los productores y traficantes de fentanilo hechizo en laboratorios clandestinos. Al contrario, la permanencia de un gobernador recurrentemente señalado por sus presuntos vínculos inconfesables, que carga desprestigio en la opinión pública y cuya renuncia es demandada en manifestaciones multitudinarias, incrementa las sospechas de colusión del régimen con el crimen en ambos lados de la frontera.
En ese sentido, no ayuda que la presidenta Claudia Sheinbaum repita el guión de su antecesor, culpando de la violencia a la captura de ”El Mayo” y, para deslindar al gobierno mexicano del operativo, insistir en sus conferencias mañaneras que va a demandar explicaciones al gobierno de Trump. No se necesita ser perspicaz para entrever, detrás del reproche, una apología a la Pax Narca en Sinaloa durante el sexenio de López Obrador, la cual perfila una pregunta incómoda: ¿será por lo que sabe al respecto que sostienen a Rocha Moya?.