El reciente anuncio del gobierno de la compra del 97% de los medicamentos necesarios para 2025 y 2026, aplaudido como una solución al desabasto crónico que ha afectado a miles de mexicanos, no debe ser visto como un triunfo. En realidad, se trata de una respuesta a una crisis que fue propiciada y agravada por la negligencia del gobierno anterior de Morena.
Antes de 2019, el sistema de compras consolidadas de medicamentos del Instituto Mexicano del Seguro Social garantizaba el abasto en tiempo y forma, cubriendo no solo las necesidades del IMSS, sino también de otras instituciones del sector salud federal y estatal. Este sistema, que operaba de manera eficiente desde 2013, logró ahorros sustanciales y evitó el desabasto. Sin embargo, el gobierno actual, en un afán por centralizar compras y eliminar lo que consideraban prácticas corruptas, cambió el modelo de adquisiciones. A partir de 2019, la Secretaría de Hacienda asumió la responsabilidad de las compras de medicamentos, sin contar con la experiencia ni la estructura necesaria, lo que resultó en un caos logístico y administrativo.
Además, el veto presidencial en 2019 a las principales distribuidoras de medicamentos a las que compraba el gobierno, sin una estrategia clara para suplir su función, agravó aún más la situación.
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Por si no fuera poco, el cierre por parte del gobierno de siete plantas productoras de Laboratorios Pisa, encargada de la producción de medicamentos oncológicos en el país, obstaculizó gravemente el abastecimiento de los tratamientos de miles de pacientes con cáncer.
Al fracasar la Secretaría de Hacienda en su tarea de garantizar el abasto de medicamentos en todo el país, el gobierno anterior pidió ayuda a la Oficina de la ONU para Servicios de Proyectos, aunque esta cobraba una comisión por hacer el mismo trabajo que hacía el IMSS.
Después vino la Megafarmacia, otro fracaso rotundo, un proyecto que, lejos de ser una solución, demostró la falta de planificación y el derroche de recursos: le ha costado a la nación más de $3 mil millones de pesos y apenas logra surtir 67 recetas diarias, muy por debajo de las necesidades nacionales.
En suma, la falta de capacidad para gestionar la distribución de medicamentos y la improvisación del gobierno del expresidente López Obrador, generó un desabasto prolongado que persistió durante todo su sexenio.
Hoy con la presidenta Claudia Sheinbaum al frente, celebrar la compra del 97% de los medicamentos para 2025 y 2026 es una burla para los miles de mexicanos que perdieron la vida o han visto su salud gravemente deteriorada por el desabasto. No es un avance, sino la respuesta a un desastre creado por las malas decisiones del propio gobierno.
Lo que ahora se presenta como un logro debería ser lo mínimo esperado de un sistema que, antes de 2019, ya operaba con eficacia.
Aplaudimos la compra del 97% de los medicamentos requeridos en todo el país para los siguientes dos años, sin embargo, aún no queda claro cómo se garantizará la distribución de todos estos medicamentos a cada rincón del país, pues de nada sirve comprarlos si no llegan a quienes lo necesitan.