NARCOTRÁFICO EN CHIAPAS

Narcotráfico en Chiapas, la lucha fallida del gobierno federal

La creciente presencia de cárteles en Chiapas, un estado clave para el tráfico de drogas, refleja la ineficacia del gobierno federal y su estrategia de "abrazos, no balazos". | José Luis Castillejos

Escrito en OPINIÓN el

El avance del narcotráfico en Chiapas, estado fronterizo con Guatemala, refleja la incapacidad del gobierno federal para controlar la creciente violencia y actividad del crimen organizado en la región. 

La promesa de una estrategia de "abrazos, no balazos" por parte de la administración de Andrés Manuel López Obrador ha mostrado ser insuficiente para mitigar el problema, y los cárteles han fortalecido su presencia, operando impunemente en un contexto de debilidad institucional.

Chiapas ha sido, históricamente, una región que se ha visto afectada por el narcotráfico debido a su ubicación estratégica en la frontera sur de México. Esta posición la convierte en un punto importante para el tráfico de drogas provenientes de Sudamérica, particularmente cocaína. En las últimas dos décadas, los cárteles mexicanos han incrementado su presencia en el estado, utilizando sus rutas fronterizas para mover narcóticos hacia el interior de México y posteriormente hacia los Estados Unidos.

Durante los últimos años, particularmente en la administración actual, la violencia en el estado ha aumentado de manera alarmante, con cárteles como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) compitiendo por el control de estas rutas.

El gobierno federal ha intentado, a través de su estrategia de pacificación, reducir los enfrentamientos armados entre las fuerzas de seguridad y los narcotraficantes. Sin embargo, la falta de una acción contundente ha resultado en el incremento de la violencia, ya que los cárteles han aprovechado esta estrategia de no confrontación para expandir su influencia y poder en el estado.

El despliegue de la Guardia Nacional y el Ejército en Chiapas ha sido parte de la estrategia federal para intentar mantener el control, pero las fuerzas de seguridad han mostrado ser ineficaces frente a la sofisticación y el poder de fuego de los cárteles. En muchos casos, las fuerzas del orden son superadas tanto en número como en equipamiento por las organizaciones delictivas, lo que limita sus capacidades de respuesta.

La corrupción y la impunidad también han jugado un papel fundamental en la ineficacia de estas fuerzas de seguridad. Se han documentado casos de colusión entre miembros del ejército, policía local y los narcotraficantes, lo que ha permitido que estos grupos operen con libertad en diversas partes del estado, particularmente en las zonas rurales donde la presencia del Estado es débil.

El narcotráfico en Chiapas no solo afecta las grandes ciudades o los centros de poder político, sino también a las comunidades indígenas y rurales. Los territorios de los pueblos originarios han sido invadidos por cárteles que buscan expandir su control sobre las rutas de tráfico. En muchas de estas comunidades, los narcotraficantes han creado economías paralelas basadas en la violencia y la extorsión, forzando a los habitantes a colaborar bajo amenazas.

Las estrategias de resistencia han sido escasas y en algunos casos, inexistentes. Las comunidades indígenas, muchas veces olvidadas por el gobierno federal, se ven obligadas a vivir en medio de la violencia sin la protección necesaria. Algunos grupos han intentado organizarse para enfrentar a los narcotraficantes, pero la falta de recursos y armamento los coloca en una posición vulnerable frente a los cárteles.

El problema del narcotráfico en Chiapas no es local ni meramente mexicano, sino transnacional. Los cárteles que operan en la región mantienen estrechas relaciones con organizaciones de narcotráfico centroamericanas, particularmente en Guatemala, El Salvador y Honduras. A través de estas alianzas, las drogas llegan a México y posteriormente son distribuidas a nivel nacional e internacional, principalmente hacia los Estados Unidos.

El flujo de drogas desde Centroamérica hacia México, combinado con la violencia generada por las pandillas y el crimen organizado en los países vecinos, ha contribuido al desplazamiento forzado de miles de personas que buscan escapar de la violencia. Esto ha creado una crisis migratoria que se entrelaza con el narcotráfico, ya que los narcotraficantes muchas veces utilizan a los migrantes como mercancía para extorsionar y traficar seres humanos.

Existe una presencia discreta pero documentada de agencias internacionales en la región. La DEA (Administración de Control de Drogas de Estados Unidos) ha estado activa en México desde hace décadas, y su operación en Chiapas no es una excepción. A través de misiones de inteligencia y colaboración con las fuerzas de seguridad mexicanas, la DEA ha intentado ayudar a desmantelar las redes de narcotráfico en la región. Sin embargo, sus esfuerzos han sido limitados debido a la falta de confianza mutua entre ambos países, así como a las tensiones diplomáticas que surgen de la intervención extranjera en asuntos nacionales.

La CIA (Agencia Central de Inteligencia) ha sido mencionada en algunos informes y análisis, aunque su presencia en la región es mucho más discreta y especulativa. Algunas teorías sugieren que la agencia tiene intereses estratégicos en la región debido a su cercanía con Centroamérica y las rutas de tráfico de drogas que conectan al hemisferio sur con los Estados Unidos. Sin embargo, no existen pruebas contundentes de una intervención directa de la CIA en las operaciones de seguridad o contra el narcotráfico en Chiapas.

A pesar de los esfuerzos del gobierno federal por mejorar la seguridad en Chiapas, el enfoque de la actual administración ha sido insuficiente para enfrentar los desafíos del narcotráfico. La estrategia de evitar el enfrentamiento directo con los cárteles ha resultado en un aumento en la violencia, ya que estos grupos han aprovechado la falta de acción para expandir su control territorial.

El gobierno ha tratado de justificar su postura argumentando que un enfoque más agresivo resultaría en más muertes y mayor violencia, pero la realidad en el terreno es que la violencia ha seguido aumentando. Las cifras de homicidios, desapariciones y desplazamientos forzados en Chiapas son prueba de que la estrategia federal no está logrando los resultados esperados.

El narcotráfico en Chiapas es un problema profundo y complejo, alimentado por la corrupción, la impunidad y la inacción gubernamental. La violencia sigue en aumento y las comunidades se ven cada vez más atrapadas en el fuego cruzado entre las fuerzas del Estado y los cárteles. A pesar de la presencia de agencias internacionales como la DEA, la lucha contra el narcotráfico en la región ha sido un fracaso, y se requiere una revisión integral de las políticas y estrategias de seguridad para poder enfrentar este problema con efectividad.

 

José Luis Castillejos

@JLCastillejos