En Chiapas, son más los que abogan por la paz que aquellos que buscan imponer el miedo y la violencia. La gran mayoría de los chiapanecos desea vivir en un entorno donde prevalezcan la tranquilidad y la seguridad, donde las familias puedan desarrollarse sin temor y donde los sueños se conviertan en realidad sin obstáculos ni amenazas.
La realidad es clara: la fuerza de quienes trabajan honestamente y construyen el futuro de Chiapas supera ampliamente a aquellos que operan al margen de la ley. Los esfuerzos de los que cumplen con sus obligaciones, generan empleo, y contribuyen al bienestar social, son la columna vertebral de una sociedad que se niega a arrodillarse ante la intimidación.
Pacificar Chiapas no es solo una necesidad, es una exigencia inaplazable. La paz es el cimiento sobre el cual se edifica el progreso. Sin paz, las inversiones se ven ahuyentadas, el turismo se retrae, y con ello, se limita el desarrollo económico y social de la región. La inseguridad no solo afecta a quienes la viven directamente, sino que su impacto negativo se extiende a todos los sectores productivos y sociales, debilitando la estructura que sostiene a Chiapas.
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Los buenos, aquellos que desean un Chiapas en paz, no tienen intención de dañar a los que optan por el camino de la violencia. Pero es imperativo que quienes deciden disputar sus territorios o plazas lo hagan lejos de la vida cotidiana de los ciudadanos. Si su conflicto es inevitable, que lo lleven a lugares apartados donde no afecten a la población. Es fundamental que las calles permanezcan seguras, que el comercio florezca sin miedo, y que la gente pueda dedicarse a producir y crecer sin la sombra de la violencia sobre sus cabezas.
La mayoría en Chiapas desea la paz, y es ese anhelo el que debe prevalecer. Son más los que desean un Chiapas libre de violencia, un Chiapas donde las oportunidades de desarrollo estén al alcance de todos, donde el trabajo legal sea valorado y respetado, y donde el respeto a la ley y a la convivencia pacífica sea la norma.
La pacificación de Chiapas es una tarea colectiva, donde cada ciudadano, cada institución y cada sector tiene un papel crucial que desempeñar. Los buenos no solo quieren la paz, sino que están dispuestos a trabajar incansablemente para lograrla. Es hora de unir fuerzas, de exigir que la violencia sea erradicada de las calles y que la prosperidad regrese a ese estado.
Son más los buenos, los que desean un Chiapas en paz. Esa mayoría debe ser la voz que marque el rumbo del futuro, un futuro donde la paz y el desarrollo sean los pilares de una sociedad más justa y próspera para todos.