Es la primera vez que veo en un informe de Gestión Gubernamental, en este caso correspondiente al periodo 2018-2024 del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) publicado el pasado 4 de septiembre de 2024 en que se hace una crítica a los salarios que perciben los funcionarios de esa importante instancia laboral.
Es un documento de 60 páginas que detalla todas las acciones que ha realizado la más importante institución en materia laboral y en ella refiere que desde su creación el CFCRL posee los niveles salariales más bajos dentro de su grupo jerárquico, indicando:
“…resultando en salarios aproximadamente un 40% inferiores a los ofrecidos en otras instituciones locales y judiciales”.
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Esta referencia que hace la institución de gobierno más importante del país y que concentra funciones registrales en materia sindical y de contratación colectiva, además de realizar funciones conciliatorias en las 32 entidades del país es necesario destacarla por su importancia.
El informe anota un hecho muy grave ocurrido en esta fase inicial de la reforma laboral:
“Esta disparidad provoca que el personal capacitado del CFCRL, tras recibir formación, opte por oportunidades laborales más atractivas en otras instituciones”.
Quienes estamos en el entorno externo de las actividades de esta institución hemos visto pasar decenas de jóvenes quejándose del maltrato administrativo que sufren. Recibir su pago dos meses después a inicio de año, no recibir viáticos oportunos en su quehacer de verificación que tienen que pagar ellos mismos, jornadas mayores a las 8 horas y por supuesto los bajos salarios.
Se destaca la gravedad de la problemática laboral que vive el CFCRL:
“(…) donde el 81% de las plazas son eventuales, lo que afecta la seguridad y estabilidad laboral de las personas servidoras públicos, para solucionar esto, se propone obtener presupuesto para convertir las 1,006 plazas eventuales en estructura permanente, lo que requiere 394.8 mdp. En caso de no asignarse este presupuesto, se requiere subsanar el déficit anual de 123.9 millones de pesos para garantizar la continuidad laboral.”
Como detalla el informe del CFCRL, ese personal que entró con grandes ilusiones para desarrollar su carrera profesional en una importante institución laboral se da cuenta de la minúscula valía que le da el gobierno federal y optan por buscar mejores oportunidades.
Hemos conocido personal de gran nivel que enfrenta sobrecargas de trabajo importantes y que descubre como el aparato burocrático no le da opciones de mejora.
En el informe el CFCRL señala:
“Para abordar este problema, se propone una reestructuración salarial que requeriría recursos adicionales por un monto de 257.5 millones de pesos, con el fin de equiparar los niveles salariales con los de otras instituciones involucradas en la Reforma Laboral.”
La petición que hace esta institución gubernamental es justa, sin embargo, nos preguntamos, en este cambio de gobierno ¿existirá interés para dotar de mejores recursos al CFCRL?
Generalmente en los cambios sexenales de gobierno, los que deciden los presupuestos son muy conservadores en sus decisiones. Dejan todas las líneas presupuestales en el mismo nivel y por lo general su respuesta ante peticiones como ésta, es que “por el momento no será posible hacer modificación alguna”.
El fenómeno que se vive en cada cambio de gobierno es el del invierno presupuestal, dejar congelado todo, hasta 2026 en que se tenga una mayor idea de las posibilidades para hacer movimientos de partidas presupuestales.
Los funcionarios que llegan tanto de nivel federal como local aducen no mover nada del presupuesto para evitar que haya sobresaltos o reclamos posteriores. Sin embargo, la realidad de las cosas es que los funcionarios que reparten los recursos económicos, como son los de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, son los que se atienden mejor que otras instituciones.
En mi colonia, la doctores, se escucha el dicho que: “el que parte y reparte se lleva la mejor parte”, y cuando hablan de instituciones laborales nunca les dan importancia los grandes funcionarios. En ocasiones alegan los repartidores hacendarios que la política que ha definido este gobierno, el que se va, es de la austeridad republicana. Dicen:
“Te doy poquito, porque te quiero, si te doy mucho te puedes echar a perder”.
Algunos somos criticados por tener esperanza que el gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum pueda darle un giro a esa política de contención de recursos presupuestales que en ocasiones las funciones de gobierno, que son de servicio, las hace deficientes y hasta las paraliza.
Estamos de acuerdo que haya control presupuestal pero no llegar a la exageración del austericidio que mata la función del buen gobierno.