PEMEX

Pemex: malos presagios

Hoy la industria petrolera que ayer maravillas fue, ahora ni sombra es; está en crisis, a punto de quiebra, está en zona obscura y sin solución a la vista. | Joel Hernández Santiago

Escrito en OPINIÓN el

Ramón López Velarde lo tenía claro. En su “Suave Patria” define a la riqueza petrolera de México como “los veneros del diablo”. Era 1921 y para entonces el petróleo era espejo de discordias. 

Por entonces la explotación del recurso energético estaba en manos de distintas empresas denominadas como mexicanas, pero en realidad sus propietarios eran extranjeros: La Compañía Mexicana de Petróleo llamada El Águila (Royal Dutch Shell), la Compañía Naviera San Cristóbal, la Compañía Naviera San Ricardo, la Huasteca Petroleum Company (subsidiaria de la Standard Oil Company de New Jersey, que cambió su nombre a Amoco Corporation), y más así… 

El primer pozo petrolero superficial fue perforado en 1862 por el ingeniero de minas Antonio de Castillo en el estado de Tabasco, ocurrió durante el imperio de Maximiliano de Habsburgo.

En todo caso pronto se confirmó que México contaba con una enorme riqueza, poco comparada con muchos países que carecen de los yacimientos millonarios del subsuelo mexicano como los de su zona marítima. Todo bien. Tan bien que por tantos abusos y explotación desmedida, en 1938 el general Lázaro Cárdenas emitió un decreto de expropiación y el petróleo, todo; pasó a ser mexicano: se llamó Petróleos Mexicanos, luego Pemex

Pues esa empresa, Pemex, le ha dado riquezas al país de forma extraordinaria a lo largo de los años luego de 1938. De ahí se obtenían recursos para beneficio político, para enriquecimiento de políticos sin escrúpulos, o de líderes sindicales que han hecho de esta empresa su feudo de oro.

Se pensó que Pemex tenía recursos interminables. Y cuando un yacimiento parecía dejar de aportar el petróleo, aparecía otros y otro, y muchos más. Siempre la riqueza a la mano. Siempre la seguridad de que aquí, en México, no habría pobreza si se contaba con el petróleo

En 1977 se descubrieron yacimientos enormes de petróleo en el Golfo de México: Cantarell. Al mismo tiempo aumentaban sus precios a nivel internacional. Por entonces las reservas probadas de petróleo en México aumentaron de 5,773 a 16,002 millones de barriles entre 1974 y 1977. Era el auge petrolero de México. 

Pero también fue entonces cuando comenzó el exceso, la mentalidad de ‘nuevos ricos’. Se desató una "exuberancia presidencial" que llevó a hablar de que los mexicanos tendríamos que aprender a “administrar la abundancia”. Si. Pero no. Esta abundancia producto de las ganancias del petróleo provocó una gran expansión del gasto, y un gran endeudamiento

Y sin embargo ahí estaba la riqueza. Ahí estaba el recurso y estaba, también, la tragedia en cierne.

Luego de todo aquello, Pemex llevó a cabo un proceso de producción, extracción, industrialización de los productos energéticos que hacían que la empresa se mantuviera bien, luego a flote y con algunas ganancias. Podía mantenerse y mantener a un liderazgo sindical voraz.

Pero hoy la industria petrolera que ayer maravillas fue, ahora ni sombra es. Está en crisis, a punto de quiebra. Está en zona obscura y sin solución a la vista. 

A principios de este sexenio el presidente López Obrador nombró como director general de la paraestatal a un ingeniero agrónomo, el tabasqueño Octavio Romero. Lo puso en una empresa generosa por sí misma, con alicientes debido a la existencia de yacimientos aún productivos.

El tema es que durante este sexenio la empresa Pemex entró en una gravísima crisis de producción, de extracción, de actualización, de comercialización, de estrategias para hacer frente a esta misma crisis generada por la falta de experiencia en el manejo de una entidad de tantos recursos, pero también de enormes responsabilidades. 

Hoy la tendencia mundial es el desarrollo de energías limpias, no fósiles. Y en eso ni Pemex, ni el gobierno federal, han decidido dar el paso para aprovechar las condiciones que proporciona el espacio nacional.

La tragedia: la deuda de Pemex con proveedores y contratistas rebasó los 139 mil 115 millones de pesos entre 2023 y febrero de 2024. Esto representa un incremento de 60 por ciento a tasa anual. En el mismo periodo del año pasado, las deudas de la petrolera sumaban 86 mil 676 millones de pesos, según la plataforma de transparencia de la misma empresa.

De forma desagregada, la petrolera informó que sus obligaciones de pago ya facturadas se dividen en 77 mil 018 millones de pesos correspondientes a 2023 y 61 mil 826 millones de pesos en tan sólo los dos primeros meses de 2024. Además, también debe 270.1 millones de pesos por trabajos o materiales que ya fueron recibidos, pero que se encuentran pendientes de facturar. 

Olmeca-Dos Bocas”, la refinería emblema de este sexenio está muy lejos de producir la gasolina necesaria para surtir al país, o a parte del país. Nada. 

Se ha inaugurado tres veces. Ha costado más de dos veces lo que se tenía presupuestado en el principio, cuando se anunció desde Palacio Nacional que su costo sería ese y nada más, y que incluso, de aquella cifra se generarían ahorros para la Hacienda nacional: según datos oficiales, el costo de la construcción de esa refinería pasó de 8 mil millones de dólares a cerca de 17 mil millones de dólares.

Aun así, el presidente insiste en que se mantenga en la dirección general de Pemex a Octavio Romero. Hombre de todas sus confianzas. Pero no de las confianzas nacionales. ¿Será que se imponga este criterio a un gobierno que comienza con un gabinete forjado en Palacio Nacional durante la gestión 2018-2024? 

El problema es político, pero sobre todo económico para todos los mexicanos. Y sí, López Velarde tenía razón: son los veneros del diablo. 

Joel Hernández Santiago

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