Para muchas personas compartir imágenes de sus hijas e hijos en redes sociales o plataformas digitales se ha vuelto una acción habitual. Ya sea por orgullo o simplemente por mostrar a sus contactos un momento especial. Sin embargo, esta práctica puede tener consecuencias negativas para su privacidad, seguridad e identidad, pues podrían ser utilizadas para fines como la pornografía infantil, el ciberacoso, el ciberbullying o la cibersuplantación de identidad.
El sharenting, como se le conoce a la práctica de madres y padres de compartir fotos de sus hijas e hijos en Internet, va en aumento a nivel mundial. Y si bien es una acción entendible cuando la crianza se realiza ahora en un entorno digital que nos ha facilitado el almacenamiento de momentos especiales, la interacción y la difusión de contenidos, si partimos de un contexto en el que, de acuerdo con el estudio “Hábitos de los padres en las redes sociales”, de security.org, casi una cuarta parte de los padres tienen configuraciones públicas en sus redes sociales, y que casi ocho de cada 10 padres tienen amigos o seguidores en las redes sociales que nunca han conocido en la vida real, es necesario entender el alto riesgo al que las y los exponemos; más aún, cuando más del 75 % de los padres publican información de niñas y niños en las redes sociales; y el 80 % publican sus nombres reales.
Esos hábitos, como lo señala Barclays, compañía de servicios financieros del Reino Unido, también son una puerta futura para los fraudes en internet. Pues se estima que otra década de madres y padres compartiendo demasiada información sobre sus hijas e hijos en el entorno digital producirá 7.4 millones de casos al año de robo de identidad hacia 2030, y que los fraudes en línea costarán más de 870 millones de dólares, a causa de una posible suplantación.
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En el caso de nuestro país, el Módulo sobre Ciberacoso 2023 del Instituto Nacional de Estadi´stica y Geografi´a (INEGI) señaló que, a nivel nacional, 20.9 % de la población usuaria de internet vivió alguna situación de acoso cibernético, un porcentaje que representa 18.4 millones de personas de 12 años y más, otro problema que va en aumento en el mundo digital.
Ese marco nos obliga a generar conciencia sobre la necesidad de pensar dos veces antes de compartir las imágenes con su rostro. Las niñas y los niños tienen derecho a su imagen, por lo que el primer paso es preguntarles si están de acuerdo en que la publiquemos. Esta es una decisión personal, por lo que, si por el contrario como madres y padres se sienten seguros de hacerlo, les comparto algunas recomendaciones que pueden considerar:
- Comprueba la configuración de privacidad de tus redes sociales y procura que sólo sea visible para las personas más cercanas.
- No incluyas información que los haga indentificables, como el nombre, escudo escolar, o lugares que frecuenta; y elimina el geoetiquetado de las publicaciones.
- No publiques imágenes en situaciones que en un futuro pudieran causarles vergüenza.
- Utiliza plataformas seguras como las imágenes de una vista en WhatsApp.
- Habla sobre privacidad con familiares y amistades cercanas para proteger la privacidad de las niñas y niños para establecer límites sobre cómo pueden participar en las publicaciones.
Asimismo, como madres y padres es importante que consideremos responder estas preguntas antes de publicar cualquier contenido con su imagen: ¿por qué lo comparto?, ¿podría comprometer su identidad o seguridad?, ¿le agradaría a mi hija o hijo ver esta publicación?
Cada vez que una foto o contenido con información personal de las niñas y niños es publicada en redes sociales se podría estar abriendo una puerta a la ciberdelincuencia y generando una huella digital que podría seguirles hasta su vida adulta. Por ello, como madres y padres debemos ser protectores de su privacidad, mostrarles lo orgullosos que nos hacen sentir, pero siendo cautelosos de su esfera más íntima. No sabemos en manos de quién puede parar esa información y las repercusiones que pudiera tener en un futuro.