El presidente López Obrador decidió poner en manos de las Fuerzas Armadas mexicanas, actividades sustantivas complementarias a las misiones que constitucional y legalmente les corresponden.
Qué ironía que, siendo candidato, el presidente López Obrador se dedicó a desacreditar y descalificar las acciones de las Fuerzas Armadas y hoy, sea uno de los principales pilares en que se sustenta su transformación.
Principalmente son tareas que tiene qué ver con la construcción, funciones policiales, de salubridad, que no tienen relación con sus funciones sustantivas de Defensa Nacional.
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Entre otras, se trata de la construcción del nuevo aeropuerto internacional en Santa Lucía, la construcción de las 2,700 sucursales del Banco del Bienestar, dos tramos del Tren Maya, la remodelación de 32 hospitales de administraciones pasadas, la producción de árboles frutales en los viveros militares.
No sólo eso, también son los protagonistas en el combate al robo de combustible, que incluye custodia de pipas, vigilancia de las fronteras, la construcción de cuarteles para la Guardia Nacional.
También el presidente les asignó tareas en aduanas y puertos, cuando en la narrativa pública hay quién afirma que se trata de la militarización del país. Para la relación civil militar lo preocupante es la cantidad de recursos públicos que están ejerciendo a discrecionalidad y sin controles.
Las aduanas es el punto por donde ingresan unos 900 mil millones anuales de impuestos, pero también es uno de los principales puntos de ingreso de armas y contrabando a nuestro país, en el que gran parte de la capacidad de fuego de la delincuencia se ha abastecido por las fronteras.
Por lo que toca a los puertos, constituyen otra fuente de ingresos al erario público, pero cuyo sector fue descuidado y desatendido con procesos obsoletos, y con serias sospechas de corrupción durante muchos años.
Un ejemplo de la desatención. En 1982 el Estado mexicano adquirió el Buque Escuela “Náuticas México” para que la SCT, a través del Fideicomiso de Formación y Capacitación para el Personal de la Marina Mercante Nacional (FIDENA) capacitará marinos mercantes, así mismo en ese mismo año se adquirió el Buque Escuela “Cuauhtémoc” para instruir cadetes y alumnos de la Secretaría de Marina, que fueron construidos en los astilleros Merwede en Rotterdam, Holanda y de Bilbao en España, respectivamente.
En 2006 el “Náuticas México” fue prácticamente rematado por inservible, mientras que el “Cuauhtémoc” se calcula que le ha dado la vuelta al mundo unas 20 veces, y todavía sigue en funcionamiento, como embajador de México en los mares e insigne portador del mensaje de amistad y buena voluntad del pueblo mexicano.
No sólo eso, la afirmación de la militarización de las aduanas y puertos en este momento de la administración no es difícil derrumbarla, pero en el periodo económico del milagro mexicano, conocido también como el desarrollo estabilizador, de 1955 a 1970, la Secretaría de Marina estaba a cargo de los puertos y marina mercante, contribuyendo con dicho periodo, a hacer eficientes los procesos en puertos, mientras que el ejército mexicano custodiaba gran parte de las fronteras mexicanas.
Desafortunadamente las Fuerzas Armadas tarde o temprano tendrán que asumir el costo de jugar a la política con sus nuevas funciones pero con reglas de disciplina militar.