EXCSMO. SR. LIC. ALEJANDRO ALITO MORENO
JERARCA (SEMI) PERPETUO DEL INSTITUCIONAL ¡AJÚA!
Muy Invencible Candidato:
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Antes de que empiece a leer esta carta, debo decirle que yo no soy priísta. Si lo fuera, me dirigiría a usted con los usos y costumbres propios de la militancia, algo así como Mi Líder Nato, o Señor Licenciado, o Jefazo Máximo, o cualquier otra fórmula ritual que demostrara mi absoluta obediencia y mi total sumisión. No haré tal, pues nunca me afilié al partidazo y jamás voté por sus candidatos, en parte porque entendía que era un ejercicio inútil: de cualquier forma iban a ganar.
Hecha esta aclaración, Mi Líder Nato, tengo que felicitarlo en forma por demás efusiva y entusiasta por la faena que ha hecho para quedarse, quiero creer que ad aeternum, con la presidencia del Institucional. No hay amarre que no haya tensado, transa que no haya fraguado, delegado que no haya sometido, ley que no haya roto. Todas esas son prácticas habituales dentro de su partido, por no decir tradiciones sacrosantas, y al usar esa caja de herramientas no hace usted sino refrendar los principios inamovibles y eternos de la ciencia política.
¿No le decía Maquiavelo al príncipe que, si era necesario simular, simulara? ¿Que si era necesario abusar, abusara? ¿Que si era necesario mentir, mintiera? ¿O que si era necesario matar, matara? (Esto último se lo pongo como ejemplo, no se le vaya a ocurrir llegar a tal extremo).
Pues esos son más o menos los cauces de la histórica avenida por donde usted transita: algo de simulación, algo de abuso, algo de transa. Sus detractores, que no solo nunca faltan, sino que ahora sobran, lo acusan a grandes voces de antidemocrático, deshonesto, hipócrita, lacayuno y chapucero. No me voy a detener a revisar cada uno de esos calificativos, o más bien, descalificativos, primero porque son ofensivos, y luego, porque son ciertos. Más antes que cualquier cosa son irrelevantes: así ha sido siempre el PRI, esas pautas de conducta están es su mismísimo ADN.
¿No era chapucero el PRI de Manlio Fabio Beltrones, siempre señalado de nexos con el narcotráfico y hoy en un lío internacional por lavado de dinero? ¿No era chapucero el PRI de Beatriz Paredes, quien presumiendo de feminismo obligó a diez congresos estatales a criminalizar el aborto? ¿No era chapucero el PRI de Dulce María Sauri, que recibió miles de millones del sindicato petrolero, el Pemexgate, para financiar la fallida campaña de Pancho Labastida? ¿No era chapucero el PRI de Roberto Madrazo, y su segunda de a bordo, Elba Esther Gordillo, que tienen el pecho cubierto de más escándalos que de medallas?
Y eso que estoy hablando de cuadros que en algún momento mostraron solidez, que son astutos y preparados, y en todo caso, fueron dirigentes capaces, y no de algunos engendros como el campeón de la leperada, Humberto Roque Villanueva, quien pasó a la historia por los movimientos fornicatorios que efectuó en pleno salón de sesiones (la famosa roquiseñal), o el tránsfuga Humberto Moreira, acusado en Texas y detenido en España por andarse pirateando fondos públicos.
Si usted hace todo lo que dicen que está haciendo, Señor Licenciado, lo único que va a lograr es que el partido otra vez se fortalezca. Cuando Fox los echó de Los Pinos, el veracruzano Fidel Herrera Beltrán declaró: perdimos la presidencia, pero ganamos la libertad, dando a entender que ya no tendrían que obedecer al presidente de la República. Pues bien y requetebién: usted ya no enfrenta ese dilema. Podrá resistir los embates del Supremo que se va, o las presiones de la Virtual que viene, y también podrá entrar en negó$ia$iones con el Poder (perdón por la mala ortografía), siempre en provecho de la minoría que le aplaude, pues la mayoría ya se la quedó Doña Claudia.
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Llegado a este punto, Jefazo Máximo, supongo que la prioridad será sacar al tricolor de la catalepsia. Sus rivales, empezando por los nefastos medios de comunicación, dicen que el PRI desaparecerá en la próxima elección, pues no sumará ni el tres por ciento de los votos. Pues a grandes males, grandes remedios: siguiendo las rudas enseñanzas de los padres fundadores, no queda sino recurrir a la estrategia que les permitió setenta años de reinado: el fraude electoral.
Acuérdese que el PNR (Partido Nacional Revolucionario) nació con un fraude (cuando despojaron a Vasconcelos), que el PRM (Partido de la Revolución Mexicana) se afianzó con otro (cuando robaron a Almazán), y ya siendo PRI siguieron haciendo fraudes, aunque no hiciera falta. En la primera elección que hubo en Cancún, por ejemplo, solo había un candidato: el del PRI, pero fue tan poca gente a votar que el partido decidió rellenar urnas y maquillar actas, para que en la historia oficial constara el entusiasmo popular.
Esos leves tropiezos, y la amenaza eventual de un triunfo opositor, condujeron al desarrollo de una refinada tecnología para torcer el mandato de las masas, que se tradujo en prácticas de lo más exitosas, tales como las urnas embarazadas (que ya llegan a la casilla repletas de votos), los tacos (meter los votos a las urnas hechos rollo), el carrusel (llevar acarreados de casilla en casilla), o los mapaches (los expertos en alterar el padrón).
Claro que esas son reliquias del pasado. Según me han dicho, aunque no me consta, los métodos modernos consisten en contratar ejércitos de promotores del voto con cargo al erario, encuestar los barrios casa por casa (si se puede a diario), sembrar la idea de que los vigila big brother, amenazar con la suspensión de los programas sociales y, sobre todo, acusar a los opositores de todo tipo de cochupos y delitos, incluida la traición a la Patria. O sea, estar duro que dale sobre los votantes, que encuentran irresistible esta versión moderna del palo y la zanahoria, y que terminarán no solo leales, sino también agradecidos.
Yo ahí se la dejo, Acrisolado Seductor de las Hordas Tricolores. Cualquier día de estos me paso a saludarlo a su despacho, allá por Insurgentes Norte y, si usted así lo dispone, detallamos el asunto. Lo que se requiere es muy sencillo: hay que hacer la madre de todos los fraudes, una operación quirúrgica que deje en claro que estamos de regreso y que, si no somos muy buenos para ganar votos, sí somos muy mañosos para contarlos. Con esa propuesta revolucionaria e institucional, reciba usted un atronador abrazo de