Tras el atentado en el que estuvo a punto de fallecer, Donald Trump se fortaleció como puntero en la contienda electoral por la presidencia norteamericana. Un día después su imagen sangrando de la herida en una oreja, alzando la mano en un gesto desafiante, con la bandera de las barras y las estrellas al fondo, era ya parte central de su petición de donativos a su campaña electoral. Algo central en la peculiar democracia de donantes de Estados Unidos.
Un par de días después Trump nombró al senador J. D. Vance como su compañero de fórmula. Usualmente un candidato presidencial elige a alguien atractivo para sectores adicionales del mapa electoral. Un ejemplo típico es que Biden haya elegido a una mujer no blanca como candidata a la vicepresidencia.
Pero Trump se apartó de la lógica electoral tradicional y eligió un clon de sí mismo. Vance no le aportará el voto de indecisos, pero reforzará el entusiasmo de sus seguidores más fieles. Trump, seguro de si mismo, ya no se ocupó en ampliar su base electoral.
Te podría interesar
Vance tiene un origen muy humilde, en una región de blancos pobres. Su madre era drogadicta y fue criado a duras penas por una abuela que era al mismo tiempo profundamente cristiana, muy mal hablada y al morir tenía 18 armas de fuego distribuidas por toda su casa. Vance logra salir de ese medio enlistándose en los marines, luego entra a una universidad estatal y finalmente se gradúa como abogado en una universidad de elite; se transforma en millonario y político exitoso.
La historia personal de Vance es el reflejo prototípico de los problemas que atraviesan los blancos pobres norteamericanos. Idealiza la asociación entre fe religiosa y disposición a la violencia, así como patriotismo e individualismo. Se apega al mensaje conservador de que bastan la decisión y el esfuerzo personales para triunfar. Como cereza del pastel Vance está casado con Usha Chilukuri, una abogada hija de inmigrantes provenientes de India.
La convención republicana demostró gran unidad en el proceso de ungir a Trump y Vance como su pareja de candidatos.
En agudo contraste el partido demócrata se encuentra dividido y en gran confusión. Algunos piden que Biden renuncie a buscar la reelección. Sus muestras de senilidad y su evidente incapacidad para el debate lo revelan como poco competitivo. Otros consideran, en cambio, que ya es demasiado tarde para substituirlo. No hay un candidato alternativo evidente y el proceso de cambiarlo revelaría más conflictos internos en el partido demócrata.
Aunque hay un procedimiento constitucional para destituir a un presidente que no puede cumplir sus funciones, no lo hay para cambiar al candidato demócrata. Esa es una decisión personal de Biden y al momento de escribir esta nota no se sabe qué hará.
Lo más probable, por lo menos de momento, es que el partido republicano gane la elección presidencial. Si eso ocurre las repercusiones internacionales pueden ser muy fuertes, incluso gravemente negativas para algunos. Es el momento de recordar una famosa frase de Henry Kissinger: Puede ser peligroso ser enemigo de los Estados Unidos, pero ser su amigo es fatal.
En tres regiones pueden ocurrir fuertes repercusiones: Ucrania, Taiwán y México. Vamos por partes.
En febrero de 2024 el periódico Financial Times, un influyente medio británico conservador, publicó un artículo escrito por Vance en el que critica fuertemente la dependencia política y militar de los países de Europa. Pregunta si se trata de verdaderos aliados o países clientes cuya subordinación es contraria al interés norteamericano.
Dijo que sin la protección militar norteamericana en los últimos 30 años Europa habría destinado 8.6 billones de dólares a gastos militares adicionales. Este gasto no realizado es de hecho un tremendo impuesto que pagan los ciudadanos norteamericanos. Nada lo demuestra más claramente que el conflicto en Ucrania, que según Vance ha revelado la impactante debilidad de la industria militar de Europa y Estados Unidos.
Las guerras no se ganan con presupuesto sino con soldados y materiales. En cuanto a soldados Ucrania no puede competir con Rusia. Y con las actuales capacidades de producción militar tomará años reabastecer el inventario norteamericano gastado en Ucrania incluso si se suspende el envío de armas; lo que ciertamente debe hacerse. Según Vance Ucrania tiene el gobierno más corrupto del mundo y la generosidad norteamericana llega a su fin. Por su parte Europa debe dejar de emplear a Estados Unidos como muleta y tendrá que repensar su relación con Rusia
Es obvio que la perspectiva de Vance es muy sesgada. Estados Unidos, en particular el grupo neoconservador, propició la guerra en Ucrania y presionó fuertemente para involucrar a Europa e impedir toda negociación de paz. Pero Rusia se fortaleció en su economía y cohesión social; mientras que Europa retrocede en los dos aspectos. Para Vance es el momento de culpar a otros y dejarle a Europa lidiar con el cascajo que deja el conflicto.
A la isla de Taiwán le espera una suerte similar. Trump declaró que conoce a su gente y la respeta mucho, pero que Estados Unidos no son más que una compañía de seguros para su gobierno. Este último no solo no le aporta nada, sino que se apropió del 100 por ciento de la producción norteamericana de chips electrónicos. Estados Unidos no tiene la obligación de proteger a Taiwán y en todo caso la isla debería pagar por la protección que recibe.
Trump olvida que Estados Unidos reconoció a la isla como parte de China y a pesar de ello en los últimos años ha alentado un sector separatista que eleva exponencialmente la posibilidad de un conflicto militar. No hay duda de que Trump seguirá una estrategia anti-China en materia comercial, con sanciones, restricciones y aranceles. No obstante, a diferencia de los demócratas, no parece interesado en un conflicto militar.
Los candidatos republicanos no son intervencionistas dogmáticos, como los demócratas; son conservadores realistas y pragmáticos. Saben que el poder militar norteamericano no puede sostener tres áreas de conflicto simultaneas. Con ello baja la tensión en Ucrania y Taiwán. Pero lo más probable es que sigan apoyando militarmente el monstruoso exterminio de la población Palestina.
Abordo ahora lo más importante. Según Trump y Vance México les roba empleos y sus inmigrantes se roban los empleos dentro de Estados Unidos. Estos últimos también serían culpables de la drogadicción y la criminalidad internas. Trump habla de hacer la mayor deportación de la historia norteamericana.
La pareja republicana deplora el tratado de libre comercio; habla de impedir que México sea puente de productos chinos y proponen “rebalancear” el comercio aplicando medidas comerciales drásticas. Ambos se olvidan de que la globalización que Estados Unidos promovió y exigió le ha hecho un enorme daño a la agricultura e industria mexicanas, empobreció a su población y empujó la emigración de millones. Como gota que derrama el vaso su venta incontrolada de armas nos daña enormemente.
Estados Unidos se apresta a dejar colgados de la brocha a tres de sus principales “amigos”: México, Europa y Taiwán.
Aquí habrá que repensar la estrategia a seguir.