Unos segundos después del fallido atentado contra el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio una demostración oportuna, eficaz y elocuente de lo que significa crear una oportunidad en medio de una crisis.
El llamado a sus simpatizantes a pelear (“Fight, fight”), menos de dos minutos después de los disparos, fue la primera de muchas acciones que desde ese día han aprovechado él y su equipo de campaña. Minutos más tarde vendría la difusión masiva de la fotografía en la que se ve a tres integrantes del Servicio Secreto protegiéndolo, él con el puño en alto y atrás una bandera de Estados Unidos.
Te podría interesar
Las noticias en favor de la imagen del expresidente Trump han estado por encima de la lamentable muerte del bombero Corey Comperatore y de las dos personas que resultaron heridas. Aún más. La realización dos días después de la Convención Republicana potenció favorablemente la comunicación post crisis.
Con base en una narrativa adecuada, se está construyendo la imagen de un héroe luego de "ganar otra batalla”. A pesar de haber estado a unos centímetros de la muerte, y de un desenlace desastroso para la economía y el sistema político de Estados Unidos, la gestión comunicacional del suceso ha resultado exitosa.
Entérate: EU detectó complot iraní para matar a Trump semanas antes del atentado.
La mayoría de los analistas coinciden en varios puntos sobre las ventajas que el atentado le dio a Donald Trump. Destacan tres. El primero, el factor de la “suerte”. El arma utilizada, la distancia desde que le dispararon y la preparación minuciosa para encontrar el lugar y momento para atentar contra su vida, sólo derivaron en una "pequeña herida”.
El segundo es la “desviación de la agenda”. Afirman que, ante la gran relevancia política y comunicacional de lo sucedido, más la nueva desestimación de la denuncia penal en su contra por el mal manejo de documentos clasificados, todo apunta a la seguridad de su victoria en las elecciones de noviembre. Si bien existe la posibilidad de que suceda otro punto de inflexión, lo cierto es que la derrota de los demócratas es inminente.
Por lo anterior, los problemas de salud del presidente Joe Biden se convierten en la tercera ventaja del candidato republicano. La insistencia del primer mandatario en mantener su candidatura y la tardanza de su partido en definir y consolidar un reemplazo, sólo permite augurar el éxito de su estrategia y sí, de su capacidad de crear oportunidades en medio de una crisis.
Lee más: Rubén Beltrán. "¿El atentado a Trump es el preomio a su victoria en noviembre?
Por donde se le mire, y más allá de si se está en favor o en contra del expresidente Trump, o de si es responsable o no de los delitos que se le han imputado, o de si se le considera un “populista de extrema derecha”, lo que no se puede negar es la capacidad que tiene para comunicar.
En la comunicación política, la eficacia en la era de la posverdad y la influencia de los medios digitales no se mide en términos ideológicos. Tampoco en función de los recursos obtenidos e invertidos en una campaña. Mucho menos se explica por las campañas tradicionales o de quienes difunden la mayor cantidad de spots.
En comunicación —y en política— ganan quienes saben definir con precisión cuáles son sus misiones, objetivos y metas… y las cumplen. Son exitosos quienes asumen riesgos calculados y son audaces. Triunfan quienes han adquirido la experiencia y tienen la capacidad para crear oportunidades en cualquier escenario de crisis. Parece obvio, pero muchos líderes parecen desconocerlo.
Los ejemplos de casos de éxito en el mundo son muchos. Ángela Merkel, durante la crisis financiera de Europa en 2008; William Clinton, quien sacó ventaja de la acciones que llevó a cabo con la economía para reducir el impacto en el caso Mónica Lewinsky; o Barak Obama, quien para enfrentar la crisis financiera global al inicio de su gobierno desarrolló la llamada economía digital.
En cada uno de los casos referidos hubo una estrategia, planeación específica para cada escenario probable y la capacidad para adaptarse a entornos inesperados, de alto riesgo o inciertos. Por supuesto que el “factor suerte” estuvo presente en varios de éstos, pero lo mejor es no confiarse nunca. La “fortuna” de Donald Trump ha sido excepcional y no se repite a diario.
En el caso de México, es necesario insistir en la falta de capacidad que han demostrado los partidos de oposición para crear oportunidades en medio de su crisis. Cierto es que desde 2018 enfrentaron escenarios sumamente complejos frente al poder del Presidente, Morena y sus aliados. Pero también lo es que han tenido grandes y diversas oportunidades para salir adelante y no lo han hecho.
¿Hasta cuándo? ¿Cuántas más dejarán pasar? Parecen ignorar que mientras más grande sea su debilidad, menores posibilidades tendrán de sobrevivir. Por supuesto que sí es posible recuperarse, pero no han sabido cómo hacerlo. O no han querido.
Recomendación editorial: Oriol Amat. Euforia y pánico. Medidas concretas para afrontar puntos débiles y aprovechar las oportunidades de la crisis. España: Editorial Profit, 2020.