La penetración de los servicios de telecomunicaciones en México ha aumentado significativamente en los últimos años.
Se puede especular sobre las razones de este crecimiento. Lo cierto es que la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones y radiodifusión y la creación del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) han sido un parteaguas en la cobertura, calidad y precios de los servicios de telecomunicaciones, en particular de banda ancha en nuestro país.
En los últimos diez años, los accesos de banda ancha fija aumentaron 78%, hoy 71 de cada 100 hogares cuentan con este servicio. Las líneas de banda ancha móvil incrementaron 308%, 94 de cada 100 habitantes tienen ahora internet en su celular. Los precios de comunicaciones en su conjunto descendieron, de junio de 2013 a junio de 2023, 31.5% ayudando a reducir la inflación que en el mismo periodo fue de 56.9%. Sin embargo, la brecha digital persiste, especialmente entre la población urbana y rural en nuestro país.
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La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2023, elaborada por el INEGI, revela que 83.8 % de la población de 6 años o más utilizó internet en zonas urbanas; mientras que en el ámbito rural apenas alcanzó el 62.3% de la población.
Los esfuerzos por conectar a los desconectados han sido variados: llevar computadoras a las escuelas, proveer internet en sitios públicos, conectar comunidades o sectores poblacionales con características de rezago social o económico. Aún así, no se ha logrado que los servicios de banda ancha e internet lleguen a todos los mexicanos.
En el ánimo de contribuir al diseño de políticas públicas para lograr la conectividad universal en nuestro país, decidí dedicar mi trabajo de ingreso a la Academia de Ingeniería de México, al análisis tecno-económico de las redes de telecomunicaciones desplegadas en el país.
El objetivo del trabajo fue diseñar una herramienta que permite, por un lado, identificar los arquetipos de localidades en función de su ubicación geográfica, tamaño de población y la disponibilidad de redes de telecomunicaciones (si existe cobertura de CFE Telecomunicaciones e Internet para todos, redes celulares 3G, 4G, 5G o redes de fibra óptica); por el otro, realizar el análisis de la viabilidad tecno-económica de llevar internet de banda ancha a localidades parcial o totalmente desconectadas, empleando combinaciones de tecnologías de red diferentes.
En síntesis, el trabajo evalúa el costo de llevar internet de banda ancha a localidades rurales con escasa o nula conectividad, ya sea desplegando fibra óptica, modernizando las redes celulares o instalando tecnología satelital, en función de la distancia hacia una red ya existente.
Con esta herramienta se puede -a partir de la capacidad y ubicación de las redes de telecomunicaciones ya existentes en nuestro país-, estimar la inversión necesaria para llevar internet de banda ancha utilizando distintas combinaciones de tecnologías y determinar cuál resulta más conveniente en función del costo y el tamaño de la población a atender.
Esta información resulta útil para los hacedores de política pública, pues contarían con elementos que les permitan tomar decisiones sustentables; ya sea para desplegar o modernizar la infraestructura de red en zonas cubiertas con tecnologías de baja capacidad, o para invertir en nuevas tecnologías, más eficaces y a menor costo.
Amén del diseño de la herramienta presentada ante la Academia de Ingeniería, una de las conclusiones más importantes del ejercicio es que, para llevar servicios de telecomunicaciones a localidades rurales, se requiere de modelos complementarios de inversión que aprovechen los actuales despliegues de infraestructura de diversos concesionarios que prestan servicios fijos y móviles y, en los lugares donde no hay forma de rentabilizar dichas inversiones, se aprovechen las mejoras que la nueva era satelital está ofreciendo. Es lo más eficaz y eficiente para cumplir con la cobertura universal de acceso a banda ancha e internet.
Es tal el reto y los montos necesarios de inversión para lograr la cobertura universal digital, que resulta indispensable encontrar las tecnologías que minimicen los costos para conseguirla en el menor tiempo posible. Dichas inversiones deben estar acompañadas de políticas públicas visionarias, un mercado de telecomunicaciones sano y creciente que contribuya con la cobertura, así como un regulador autónomo y especializado como el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
La historia nos ha demostrado que los esfuerzos aislados no han dado los resultados esperados. La colaboración entre las partes y la certidumbre regulatoria son fundamentales; ir en dirección contraria no abonaría sino contribuiría al ensanchamiento de la brecha digital, limitando así el desarrollo económico y social del país.
APUNTE FINAL
Celebro que millones de mexicanos hayan acudido a las urnas el pasado domingo 2 de junio para elegir libremente a nuestras autoridades federales, locales y a nuestros representantes en el Congreso de la Unión.
Aprovecharé todos los espacios para reiterar mi absoluta convicción de que nuestro país tenga instituciones fuertes que abonen al proceder democrático del país.
Seguiré también insistiendo en la importancia de que México, cuente con organismos autónomos como el Instituto Federal de Telecomunicaciones que, a lo largo de 10 años, ha dado muestra de que el rigor técnico y la independencia en la toma de decisiones ha permitido el desarrollo eficiente de los sectores a su cargo, aumentando la cobertura y disminuido los precios de los servicios de telecomunicaciones, en beneficio de millones de mexicanos.
Como Comisionado del IFT hago votos porque pronto inicie el diálogo con el equipo de transición de la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, para que puedan conocer de primera mano cómo nuestra Institución ha contribuido para que más mexicanos tengan acceso a internet y su papel en el desarrollo económico y social de nuestro país.