ELECCIONES 2024

El arrastre del ferrocarril guinda

A quienes tenemos un espíritu demócrata y liberal no nos llevó el ferrocarril guinda, pero sí nos arrastró buen trecho. | Ricardo de la Peña

Escrito en OPINIÓN el

Hace ya varias décadas, alguien a quien tuve en mucha estima y quién fuera el patrocinador de mis primeros ejercicios demoscópicos privados, me contestó a la pregunta de qué había pasado aquel fin de semana “pues no nos llevó el tren, pero nos arrastró un buen trecho”.

Vuelta a 1984

Pues a quienes tenemos un espíritu demócrata y liberal no nos llevó el ferrocarril guinda, pero sí nos arrastró buen trecho. El México político, social y cultural, sino económico, por venir no se parecerá mucho al que hemos vivido este siglo. Incluso, pudiera ni siquiera recordar al México autoritario del pasado. Es algo nuevo, aunque tenga aroma de priato. Habrá aspectos que recuerden esos tiempos idos, como que tal vez la única oposición real sea la azulada, que los grandes medios estén al servicio de su Majestad y callen toda crítica que pueda sonar impertinente o incómoda para el poder. Tal vez volvamos a esa realidad donde lo único permitido era lo que respondía al vasallaje, donde lo deseado era participar en la ceremonia para besar la mano de quien tuviera el mando, donde lo importante es que te vieran rindiendo culto y pleitesía, donde tenías que pedir permiso para poder invitar a un crítico a opinar y estaba vedado que tú mismo hablaras contra la causa, donde la historia la escribían los ganadores y la reescribían cuando les venía en gana, como si se tratara de permanecer por siempre en 1984. Donde todos éramos felices por decreto.

Sin retenes al cambio

Queda la capacidad de mesura que puedan imponer los grandes inversionistas para evitar un declive económico indeseado, pero quién sabe qué tanto logren atemperar la acechanza de versiones izquierdistas que puedan afectar el patrimonio individual más allá de los fondos para el retiro, socavando la propiedad inmobiliaria o quien sabe qué otros bienes particulares en aras del beneficio de un todopoderoso y omnipresente Estado pretendidamente benefactor. No será retén para ello un legislativo cuya conformación será más monocolor que en décadas y donde puede esperarse que a la de por sí augusta mayoría se sumen representantes de fuerzas menores cuya condición opositora estuvo siempre en entredicho o de aquellos que no verán destino propio en su partido y tienen, desde antaño, la costumbre de lamer la mano del amo. Pero tampoco será retén una Corte reconformada o que incluso antes de ello ya no tendrá capacidad de detener reformas por más espurias que sean. No habrá quien contenga el flujo para la transformación prometida, esa que es claro que ha sido deseada y elegida por la enorme mayoría de los ciudadanos mexicanos. 

Ni llorar es bueno

No, no se vale llorar por lo que no se supo defender en su momento. La falta de valentía, audacia, imaginación, propuesta diáfana, llevó al repudio por los electores de la posibilidad de una alternancia e inclinó de más la balanza hasta hacerla caer de lado. Quién sabe si se tendrá de nuevo y en qué términos la capacidad de elegir con libertad, esa que no reclama el “pueblo bueno” que mira a las dádivas de quienes detentan el mando. Algunos ya estamos suficientemente viejos como para dudar que volvamos a tenerla y más bien tenemos la certeza de que a inicios de este mes perdimos la última oportunidad de mantener nuestra condición de auténticos ciudadanos.

Ricardo de la Peña

@ricartur59