Este Día de las Madres, en lugar de celebraciones y alegría, muchas madres en México se enfrentan a una realidad mucho más sombría: la búsqueda desesperada de sus hijos desaparecidos. Entre ellas se encuentra Ceci Flores, lideresa del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, quien recientemente reportó el descubrimiento de un presunto crematorio clandestino en la frontera de Iztapalapa con Tláhuac en la Ciudad de México. A pesar de la gravedad del hallazgo, la respuesta del gobierno fue lamentable, descalificando la labor de Ceci Flores desde el primer momento, evidenciando nuevamente la falta de compromiso con las víctimas.
El descubrimiento, que incluía restos óseos y objetos personales, podría sugerir una larga historia de atrocidades en el lugar. Sin embargo, las autoridades rápidamente concluyeron que los restos eran supuestamente de origen animal, minimizando la posibilidad de que el sitio fuera un lugar de crímenes. Esta pronta desestimación simboliza la indiferencia gubernamental hacia las tragedias que estas madres enfrentan diariamente.
El presidente López Obrador, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México y los gobiernos morenistas, han adoptado una postura particularmente desapegada hacia los colectivos de búsqueda, acusándolos de politizar el dolor y estar alineados con intereses “conservadores”. Esta narrativa es dañina y desvía la atención de la urgencia y la legitimidad de sus reclamos. En lugar de recibir apoyo y solidaridad, estas madres son revictimizadas por un sistema que parece más interesado en negar y esconder la realidad, que en resolver una de las crisis humanitarias más profundas en nuestro país.
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Este Día de las Madres, no podemos olvidar a aquellas que aún buscan a sus seres queridos. La indiferencia con la que el Estado ha tratado su dolor no solo es una falta de empatía, sino también una política de estado que falla en reconocer y actuar ante la magnitud de la violencia y las desapariciones en México.
Es urgente una nueva estrategia, en la cual se establezcan mecanismos efectivos y empáticos para apoyar a todas las madres en su búsqueda. La tragedia de las desapariciones no necesita indiferencia; requiere una acción decidida y un compromiso real con la justicia y la verdad. Solo así podremos empezar a sanar las heridas de un país que ha perdido demasiado en manos de la violencia y la negligencia gubernamental.