Finalmente pudimos conocer el informe completo elaborado por la comisión independiente que se formó para investigar el manejo de la pandemia de covid-19 en México ante la autocomplacencia y nula capacidad crítica del gobierno, en el que se confirma lo que ya se había anticipado en un reporte parcial difundido hace unas semanas, así como lo que habían venido señalando de tiempo atrás diversas instituciones y especialistas.
Uno de los principales objetivos, si no es que el más relevante del trabajo que realizó este grupo plural, es que aprendamos de las lecciones que dejó esta trágica pandemia para no repetir los mismos errores. Sin embargo, desde el oficialismo no lo ven así y su respuesta ha sido la descalificación de este informe al que incluso el presidente llamó como pasquín inmundo, y a sus autores como pseudo intelectuales. También han cuestionado que se haya publicado a unas semanas de la elección, que es lo que al parecer realmente les importa, pero no han podido rebatir los datos que arroja y que hablan por sí mismos.
Basta citar algunos de ellos para dimensionar el fracaso que provocó la manera en que se gestionó la pandemia en nuestro país, con más de 800 mil muertes en exceso representando una de las más altas del mundo. Es decir, alrededor de 6.4 de cada mil mexicanos fallecieron a consecuencia de la pandemia, y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, aportamos el 4.1% de las muertes en exceso entre 2020 y 2021 a pesar de que solo tenemos el 1.6% de la población mundial. Es de mencionar que según el documento, la Ciudad de México contribuyó en forma desproporcionada a la mortandad en la segunda ola de contagios, ya que a pesar de representar tan sólo el 7.3% de la población nacional, aportó el 24% de muertes en exceso entre diciembre de 2020 y enero de 2021.
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También fuimos el país con la mayor tasa de mortandad entre el personal de salud con 4, 843 fallecimientos debido a la falta de medidas y equipo de protección, más de 215 mil niñas y niños quedaron en orfandad de padre, madre o ambos, y la esperanza de vida disminuyó 4 años al pasar de 75 a 71 años que implica un retroceso de casi tres décadas, además de la reducción de la matrícula escolar y el grave impacto económico. En este último aspecto, hay que sumarle a la pérdida de ingresos ante la imposibilidad de poder salir a trabajar por un largo tiempo así como al desempleo provocado por la pandemia, el gasto que generó a las familias la falta de acceso a los servicios públicos de salud. Se estima que en promedio, en 2022 los hogares gastaron 5,381 pesos anuales en atención médica, lo que significó un incremento de 31% respecto a 2018, afectando sobre todo al 10% de las familias más pobres.
Pero probablemente el dato más doloroso e indignante, es que alrededor de 4 de cada 10 muertes en exceso sucedieron por fallas en la gestión gubernamental y que pudieron evitarse. Por donde se le quiera ver, se trata de una tragedia mayúscula que no puede ser pasada por alto. En este documento de más de 400 páginas, se concluye que son tres las claves para entender porque se fracasó en la respuesta a la pandemia: la permanente subestimación del virus, la centralización y personalización de las decisiones, así como la política de austeridad que son atribuibles a los tomadores de decisiones, a quienes instrumentaron las medidas y a quienes condujeron la comunicación de los mensajes a la población. Desde luego es indispensable que se analicen las posibles causas, pero es igual de importante que se revisen y discutan las 35 recomendaciones que se presentan, porque no sabemos cuando tendremos que enfrentar una nueva pandemia y debemos estar preparados para ello.