Se entiende por tejido social la red de vinculaciones que favorecen la cohesión de una comunidad, es decir, la convivencia intrafamiliar y entre familias, así como las relaciones vecinales, escolares y laborales. Tiene que ver con la vinculación de las personas con su territorio, su identidad cultural y los valores que comparten.
La importancia de mantener la cohesión social radica en que permite el desarrollo sostenible, promueve relaciones de respeto entre las personas, genera conciencia sobre sus derechos, promueve la participación ciudadana para lograr resultados comunes y crea vínculos colaborativos entre población y gobierno para implementar políticas públicas que favorezcan al colectivo.
Se considera que la descomposición del tejido social en México inició en los 80´s por los efectos no calculados de una política económica impuesta y por la implementación de procesos de modernización impulsados por grupos políticos y empresariales que no consideraron la tradición cultural de las comunidades.
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El modelo de desarrollo centrado en la acumulación económica, aunado a procesos de urbanización e industrialización, afectaron la vida de personas y comunidades que migraron hacia las urbes a costa de vivir en condiciones de precariedad laboral y de pérdida de los vínculos comunitarios de origen. Se generaron condiciones de desigualdad de oportunidades por las carencias educativas y técnicas en el acceso al empleo y surgieron nuevos problemas por la particularidad de las zonas industriales. Por otro lado, el campo mexicano se quedó en una situación de precariedad que se refleja en los más altos niveles de pobreza y de carencias sociales.
Estas condiciones propiciaron la entrada de grupos del crimen organizado que buscan el control de los territorios, provocando situaciones de violencia y de inseguridad, así como desplazamientos masivos de poblaciones.
El campo mexicano necesita de apoyos que regresen la rentabilidad a las regiones rurales y se necesita promover una actividad agrícola que respete las condiciones de sostenibilidad con prácticas comunitarias de conservación de paisajes que fortalezcan los territorios.
Otro reto será el impulso al involucramiento activo de la ciudadanía en procesos de toma de decisiones públicas que tienen impacto en la vida cotidiana. El actual gobierno no ha creído en la sociedad civil organizada y en su papel de apoyar la construcción de acuerdos. La sociedad civil organizada puede coadyuvar en la apertura de espacios para la participación, donde se generen procesos de escucha mutua y donde todos reflexionen sobre los problemas comunes, así como sobre sus soluciones. El fortalecimiento del sentido de comunidad se debe implementar en los barrios urbanos y localidades rurales, así como en las escuelas, iglesias y empresas. Los gobiernos locales, como espacios públicos más cercanos a las personas, también deben abrirse a procesos de participación directa de la ciudadanía.
Si el nuevo gobierno verdaderamente busca erradicar los conflictos sociales, debe desarrollar una estrategia de reconstitución social, donde se reestablezcan los vínculos comunitarios, además de garantizar condiciones estructurales, culturales, y ambientales para la coexistencia pacífica. La comunidad debe ser el centro de la convivencia respetuosa y el gobierno debe ser el garante de esa convivencia con justicia, que brinde seguridad a cada ciudadano y que proteja el territorio. La reconstrucción del tejido social es una apuesta por la paz.