FRANJA DE GAZA

Israel: víctimas occidentales

Israel ha cometido un grave error al asesinar a ciudadanos de países occidentales. | Jorge Faljo

Créditos: #OpiniónLSR
Escrito en OPINIÓN el

Ha causado un enorme revuelo y consternación internacionales la muerte, en la franja de Gaza, de siete trabajadores de World Central Kitchen (WCK). 

WCK es una prestigiada organización internacional dedicada a la entrega de alimentos en zonas de desastre y hambre en todo el mundo. Fue fundada por el chef José Andrés, español naturalizado norteamericano, con residencia en Washington, D. C., que es dueño o supervisa más de 30 restaurantes de alto prestigio dedicados a la cocina española y latinoamericana.

En 2010 José Andrés fundó la organización no lucrativa de ayuda alimentaria WCK que moviliza centenares de cocineros y voluntarios de todo el mundo. Durante la pandemia esta organización sirvió más de 25 millones de comidas en todo el mundo; durante el conflicto en Ucrania ha repartido más de 260 millones de raciones de comida. Por esto fue condecorado por el presidente Zelenzky.

La revista Time nombró a José Andrés una de las 100 personas más influyentes del mundo en 2012 y también en 2018. Sus actividades lo llevan a codearse con los más ricos y poderosos del mundo. En 2016 el presidente norteamericano Obama lo condecoró con la Medalla Nacional de Humanidades. En 2021 el gobierno español le dio el premio Princesa de Asturias de la Concordia. No alcanza el espacio para la lista de reconocimientos y premios recibidos por este famoso chef y por WCK.

La operación de WCK recibe importantes donativos de gente de todos los estratos sociales. En 2021 Jeff Bezos, el dueño de Amazon, le dio 100 millones de dólares. En 2022 recibió más de 500 millones de dólares en donativos.

Esto viene a cuento porque el pasado lunes, 1 de abril, un dron israelita atacó sucesivamente a tres vehículos de WCK. Los supervivientes del primer ataque subieron a un segundo transporte que también fue destruido; uno o dos lograron sobrevivir y subirse al tercer vehículo, donde finalmente murieron un total de siete trabajadores de ayuda humanitaria.

Israel detecta mediante drones la zona y ataca cualquier movimiento no autorizado. En este caso atacó un traslado autorizado y coordinado con el ejército israelita de vehículos plenamente identificados como de WCK

Los muertos fueron tres británicos, una australiana, un polaco y uno de doble nacionalidad norteamericano – canadiense y un traductor palestino también encargado de conducir. Recién habían supervisado la descarga de 100 toneladas de alimentos provenientes de Chipre en una playa de Gaza

Ante un masivo repudio internacional el primer ministro de Israel, Netanyahu, declaró que el ataque no fue intencional, “son cosas que pasan en una guerra” y que la investigación estaba completa. Dos militares israelitas fueron cambiados de posición.

El presidente norteamericano Joe Biden llamo al chef José Andrés para decirle que tenía el corazón destrozado y compartía el pesar de toda la familia WCK. Anthony Blinken, secretario de estado norteamericano dijo que los 7 voluntarios eran héroes que simplemente trataban de ayudar a otros seres humanos. Ninguno, ni Biden ni Blinken, tocaron el tema de los 32 mil millones de dólares en nuevo equipo militar (18 mil millones en aviones F-15) que Biden está pidiendo al congreso que autorice enviar a Israel.

Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, contradijo a Netanyahu y dijo que estas cosas no simplemente pasan y menos con los trabajadores de una organización extraordinaria como ACK.

En Polonia el asunto subió de tono cuando, según lo acostumbrado, el embajador de Israel dijo que los críticos eran antisemitas. Ante ello el primer ministro polaco, Donald Tusk, señaló que la colera de los polacos era entendible, condenó la ausencia de una simple y clara disculpa y dijo que Israel deberá pagar una compensación adecuada a los familiares del voluntario polaco Damián Sobol. 

Anthony Albanese, primer ministro de Australia, declaró que el asesinato de la australiana Zomi Frankcom ocurrió más allá de cualquier circunstancia razonable y que la explicación israelita no era suficientemente buena. Indicó que Australia designaría un asesor especial para examinar a fondo la investigación israelita.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas -ONU-, António Guterres, declaró que la muerte de los voluntarios de WCK eleva a 196 los trabajadores humanitarios asesinados; de los cuales 175 eran empleados de la ONU.

José Andrés, fundador y jefe de WKC declaró que Israel persiguió a los trabajadores humanitarios de manera sistemática y deliberada y cuestionó a la administración de Biden porque al mismo tiempo que promueve la ayuda humanitaria también le proporciona armas a Israel. Su declaración subraya un cambio fundamental en su posición respecto a la guerra en Gaza, anteriormente sesgada a favor de Israel

¿Qué hace la diferencia entre el ataque a WCK y la destrucción el 22 de marzo del hospital Al Shifa donde Israel declaró haber eliminado 150 terroristas, entre ellos pacientes hospitalizados y arrestado a centenares de sospechosos, incluyendo al personal médico? ¿O la diferencia con el bombardeo al consulado de Irán en Siria el 1 de abril?

La población occidental está harta de la información sobre las decenas de miles de muertos y heridos, la hambruna, el ensañamiento contra periodistas, trabajadores humanitarios, y personal médico, entre otros.

Pero el caso de WCK es diferente; se asesinó a ciudadanos de países occidentales, blancos, rubios, gente bien. Y a este grupo de intachables voluntarios humanitarios no hay manera de decir que son antisemitas. Y es una organización cuyo director está muy bien relacionado.

La guerra transcurre en varios niveles. En uno de ellos, el militar, orientado a la destrucción de la población palestina, Israel triunfo; suspendió la operación no solo de WCK sino de todas las demás organizaciones humanitarias y paralizó la distribución de alimentos. En otro plano, el mediático y político, Israel cometió un grave error al asesinar a ciudadanos de países occidentales, blancos, rubios y con un historial intachable: no se les puede acusar de antisemitas.

Netanyahu está desesperado. No logró expulsar a la población de Gaza hacia el desierto; no logrará acabar con la resistencia palestina sino destruyendo a toda lo población. Lo peor es que en cualquier momento la Corte Internacional de Justicia podría declarar que lo que ocurre si es, como acusaron Sudáfrica y otros muchos, un genocidio. Eso descobijaría a los gobiernos occidentales que tienen un doble juego: el de la aparente preocupación humanitaria por los palestinos, combinada con el apoyo militar incondicional al gobierno de Israel.

 

Jorge Faljo

@JorgeFaljo