FEMINISMO Y VOTO

Escandalosas peticiones feministas

Para un amplio grupo de mexicanos y mexicanas el feminismo era una especie de sinónimo del libertinaje, de desquiciamiento. | Fausta Gantús*

Escrito en OPINIÓN el

En el México de inicios del siglo XX causaba escándalo y escozor a cierto sector masculino, y a cierto del femenil, la existencia de mujeres que tomaban proscenio en el teatro público. Para un amplio grupo de mexicanos y mexicanas el feminismo era una especie de sinónimo del libertinaje, de desquiciamiento, y las feministas, en tanto, eran consideradas entre brujas y locas que se atrevían a alzar la voz y al hacerlo ponían en jaque la tranquilidad del universo estructurado a la medida del deseo varonil y de la moral cristiana.

Así, las propuestas del “Club Femenil ‘Amigas del Pueblo’” habrían de provocar la burla, no exenta de aprensión, de Víctor Mendoza –que firmaba con su iniciales V.M.–, director del semanario “El Abogado Cristiano”, que era el òrgano oficial de la Iglesia metodista Episcopal en México, quien el 6 de julio de 1911, en la sección “Notas editoriales”, apuntaba: “¡Vaya si no serán revolucionarias estas buenas mujeres pidiendo tales cosas!” Cosas de tal impronta, que “ni los Flores Magón lo harían en la famosa República Socialista que querían fundar en la Baja California”. 

¿Y cuáles eran esas terribles, inauditas, peticiones –que no exigencias–, que las “Amigas del pueblo” hacían al presidente de la República? Pues nada menos que dos, según los redactores del semanario: el voto en los comicios y el divorcio. Para quitar seriedad a la petición, para burlarse de ella, el periodista las calificaba de “morrocotudas”, ironizando así sobre su importancia.

Amigas del Pueblo” no era un club femenil, como lo calificaba “El Abogado Cristiano”, sino un club político de carácter femenil, de reciente constitución. En efecto, en el mes de mayo se formó la sociedad fundada en seis objetivos: difundir los principios democráticos; promover la mejora del país y evitar derramamiento de sangre; trabajar por la adopción de una mejor ley electoral, evitar el fraude y promover la cultura electoral; defender a los perseguidos políticos; promover la reforma de la ley de imprenta para garantizar mayor libertad de prensa; y “procurar la moralización pública”. Entre quienes formaron el club político e integraron su mesa directiva había varias periodistas, quedando Juan B. Gutiérrez, la polémica directora del controvertido periódico Vesper, como su presidenta.

Algo más hay que señalar sobre el papel que desempeñó “El Abogado Cristiano” con respecto a las acciones de las “Amigas del pueblo”, y es que falseó la información con la finalidad de escandalizar a la conservadora sociedad mexicana, pues en las solicitudes apuntadas las socias de ese club pedían el derecho al voto, pero no que “se decrete el divorcio”, como sus redactores señalaban. Lo que sí pedían y no mencionan, y era, en mi opinión, mucho más revolucionario que el divorcio, era la posibilidad de ser votadas y “electas para los puestos de elección popular”.    

La prensa presbiteriana se escandalizaba, pero igual lo hacía la prensa asociada a la iglesia católica, como es el caso de “El Tiempo”, que se autodefinía como “Diario católico”, y que unos días antes, el 26 de junio, cabeceaba una nota de la siguiente manera: “El Club Femenil ‘Amigas del Pueblo’ está formado por sufragistas”. Luego daba cuenta de la petición presentada por sus integrantes al presidente de la nación y al secretario de Gobernación. Aunque no hay en la columna una descalificación directa ni una burla evidente, como sí la hay en “El Abogado Cristiano”; sin embargo, queda claro en el señalamiento “formado por sufragistas”, el horror que causaba a los varones mexicanos –que podemos suponer blancos, occidentales, heterosexuales, instruidos, con cierto poder y, sobre todo, profesantes de una religión–, la presencia y la exigencia de las mujeres. La nota no va firmada, pero debió ser escrita o por Victoriano Agüeros, su director, o por José Agüeros, secretario de redacción.

En ambos representantes de la prensa religiosa –”El Abogado Cristiano” y “El Tiempo”– a través de las plumas de sus redactores y de las expresiones emitidas en torno a la actuación de las integrantes del club político, se trasluce el resquemor: sentían amenazados los principios y postulados de las doctrinas que profesaban. Quizá por ello asumían el cuestionable papel de paladines de la moral social y se hacían responsables de combatir la legítima lucha de esas mujeres. Mujeres que, en su mayoría, no verían los resultados de su lucha, pues aún habrían de transcurrir varias décadas para que el derecho al voto femenino fuera reconocido y puesto en práctica en México.

Poco más de un siglo después, hoy estamos en términos políticos en un escenario inédito: dos mujeres contendiendo por la presidencia de la República y con la plena certeza de que una de ellas llegará a ocupar la primera magistratura del país. Y, pese a las décadas de luchas feministas de los siglos XIX y XX, que hicieron posible que hoy ellas, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, estén ahí, no hemos visto, hasta ahora en sus proyectos y discursos (y casi me atrevería a decir que en sus convicciones) una verdadera agenda feminista, que responda a las exigencias de los tiempos que corren en relación con las demandas de las nuevas y jóvenes generaciones de mujeres que luchan. 

* Fausta Gantús

Escritora e historiadora. En el área de la creación literaria es autora de varios libros, siendo los más recientes “Herencias. Habitar la mirada/Miradas habitadas” (2020) y “Dos Tiempos” (2022). En lo que corresponde a su labor como historiadora, es Profesora-Investigadora del Instituto Mora. Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes, ha trabajado los casos de Ciudad de México y de Campeche. Autora del libro “Caricatura y poder político. Crítica, censura y represión en la Ciudad de México, 1867-1888” (2009). Coautora de “La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial. Ciudad de México”, 1892 (2020). En su libro más reciente, “Caricatura e historia. Reflexión teórica y propuesta metodológica” (2023), recupera su experiencia como docente e investigadora y propone rutas para pensar y estudiar la imagen.

Fausta Gantús

@fgantus