A dos días de haber iniciado la campaña presidencial para el sexenio 2024-2030, resulta oportuno revisar y analizar algunos retos para el gobierno que entrará en funciones a partir del primero de octubre del presente año. Quien se alce con la victoria hará frente a una serie de enormes desafíos desde diversos frentes. Para atenderlos será fundamental el diseño de un programa de gobierno factible de implementarse, un programa profundamente analizado con la finalidad de no dar cabida a la improvisación, en todo caso revisar y corregir sobre la marcha como se plantea en la teoría de políticas públicas.
La educación de tipo superior, como último eslabón de la pirámide del sistema educativo nacional, reviste especial importancia toda vez que es la principal fuente de profesionistas para todos los ámbitos de desarrollo del país; sin embargo, en comparación con la educación básica y en cierta medida con la media superior, cursar una carrera profesional llega a resultar en cierta medida un privilegio por los elevados costos que muchos padres de familia y jóvenes no pueden sufragar; por lo tanto, una gran cantidad de jóvenes opta por ya no continuar y prefieren ocuparse en actividades que le generen sus propios ingresos económicos. Quienes logran ingresar, mantenerse matriculado se convierte en todo un reto, en consecuencia, una gran cantidad opta por el abandono, no solo por cuestiones económicas sino también por diversos factores.
Aun cuando en las entidades miles de estudiantes se encuentran cursando estudios de nivel licenciatura y más de cinco millones lo hacen a nivel nacional, la realidad es que el porcentaje de quienes deben hacerlo es bajo. Para ahondar, en este texto se abordan tres indicadores básicos: cobertura, absorción y abandono escolar para los casos de Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Se han considerado estas tres entidades porque, de acuerdo con la estadística educativa, desde hace muchos años no han dejado de ser los estados con los mayores rezagos.
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El indicador de cobertura mide el porcentaje de jóvenes en edad de 18 a 22 años inscritos al inicio de un ciclo escolar. Para efectos de esta columna de opinión, se tomará como referente el periodo escolar 2022-2023, con base en datos disponibles en la plataforma de Estadística Educativa de la Secretaría de Educación Pública. A nivel país, solo 4.3 jóvenes por cada 10 cursan una carrera profesional, excluyendo posgrados por representar una cifra menor; incluyen todos los modelos educativos y las modalidades presencial y no escolarizada. En términos porcentuales, 43% de jóvenes de 18 a 22 años se encuentra matriculado en una institución de educación superior.
Si bien en los últimos cuatro ciclos escolares hubo un avance cercano al 4%, el nuevo gobierno debe establecer una meta más ambiciosa con la finalidad de contribuir sustancialmente con los postulados y metas del objetivo cuatro de la Agenda 2030, “Educación de calidad”, por lo que debe proyectarse una meta nacional superior al 50%, para ubicarse en los primeros lugares entre los países de América Latina. Para ello, se requiere el diseño de estrategias efectivas de captación y sostenimiento de la matrícula en las 18 entidades federativas donde la cobertura se ubica por debajo del promedio nacional, prioritariamente en aquellos estados con rezagos evidentes, empezando por Chiapas, Oaxaca y Guerrero, donde el porcentaje de cobertura es de 20.6%, 22.1% y 23.7%, respectivamente; es decir, entre 2 y 2.3 jóvenes por cada 10 cursan la educación superior en estas tres entidades.
El siguiente indicador es la absorción, este mide el porcentaje de estudiantes de nuevo ingreso en la educación superior por cada 100 egresados de la educación media superior. En este rubro y para el mismo periodo escolar considerado, a nivel país prácticamente se recuperaron los niveles de pre pandemia al registrar 71.8%, cuando había caído a 63.6% durante la pandemia. Por su parte, Guerrero registró 55.5% y Oaxaca 54.2%, ambos durante la pandemia cayeron por debajo del 50 por ciento. Los retos en ambas entidades para el 2030 será superar el 60% y acercarse al promedio nacional.
Chiapas es un caso aparte. Para el periodo escolar 2022-2023 registró apenas el 36%, recuperando apenas los niveles de cinco ciclos anteriores. Desde la pre pandemia se encontraba ligeramente por arriba del 31 por ciento. Con base en estas evidencias, el mayor desafío para este estado es alcanzar al menos los niveles de las otras dos entidades consideradas.
Por último, se encuentran los estudiantes inscritos al inicio del ciclo 2022-2023 que por diversos factores abandonaron sus estudios. Como país, el abandono escolar registró la tasa más baja en los últimos 12 ciclos escolares al pasar de un 8.8% durante la pandemia, el pico más alto, a un 6% en 2022-2023. Antes de este último resultado la tasa más baja fue de 6.9% en 2014-2015.
El reverso de la moneda lo encontramos en los datos por estados: 23 entidades registraron niveles de abandono escolar por arriba del promedio nacional, dentro de los cuales seis rebasaron el doble de dicho promedio. Oaxaca ocupó la cuarta posición entre los estados con mayor abandono con un 12.7 por ciento. Tal vez con cierta sorpresa, dentro de los tres primeros lugares no se encuentran Guerrero, ni Chiapas, sino Sonora, Quintana Roo y Baja California Sur, en ese orden. Guerrero se ubicó en la posición 14 con un 8% y Chiapas en el lugar 27 con 4.1%, por debajo de la media nacional, esto quiere decir, que esta última entidad, aunque su porcentaje de captación de nuevos estudiantes es bajo, sus niveles de abandono también lo son. El gran reto para Oaxaca será disminuir al menos en la mitad el mismo índice y Guerrero acercarse al promedio nacional.
A manera de conclusión, el desafío más importante en los tres casos será aumentar el índice de cobertura mediante la diversificación de la oferta educativa con nuevos modelos y modalidades, acordes con los contextos económicos, culturales, territoriales y con base en criterios transversales desde diversas perspectivas; identificar y atender las causas de la baja absorción y abandono. La cobertura se encuentra altamente correlacionada con la baja absorción y altos niveles de abandono.
Como, evidentemente, se demuestra en el presente texto se trata de un análisis cuantitativo a partir de los datos disponibles de tres indicadores, es recomendable también la perspectiva cualitativa para comprender los factores que inciden en los resultados aquí referidos.
Como colofón, cabe agregar la distribución porcentual de la matrícula por sexo. En México 54% son mujeres y 46% hombres; de manera respectiva, Chiapas 53% y 47%, Guerrero 56% y 44%, por su parte Oaxaca 55% y 45%.
Javier Bautista Espinosa*
Historiador egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, estudió la Maestría en Estudios Regionales en el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Cuenta con publicaciones relativas a la historia de Oaxaca. En el sector público local ha colaborado en la Coordinación General de Educación Media Superior y Superior, Ciencia y Tecnología, así como en la Comisión Estatal para la Planeación de la Educación Superior en el Estado de Oaxaca, desde donde ha participado en proyectos de creación de instituciones públicas de educación superior y nuevos programas educativos. Actualmente es Coordinador de Posgrados en la Universidad José Vasconcelos de Oaxaca.