En el preámbulo de la elección de 2006, en una conversación con el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador me llamó la atención que a cada escollo planteara como puerta de salida el uso de decretos, en caso de llegar a la Presidencia de la República en ese momento. Ya había dado muestra de que los bandos fueron sus favoritos mientras fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México. Pero ese es el talante.
Está documentado que entre el 5 de diciembre de 2000 y el 29 de julio de 2005, López Obrador emitió al menos 23 bandos informativos para ejecutar sus deseos. Pocos se acuerdan, pero Andrés Manuel López Obrador ganó por muy poco la jefatura de gobierno ante Santiago Creel, un muy mal candidato del PAN, pero que era arrastrado por la ola Vicente Fox. Producto de esa realidad política, López Obrador no tuvo mayoría en la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal y qué creen: muchos de esos bandos fueron controvertidos por ilegales, y en algunos casos ni siquiera se cumplieron.
Ese es Andrés Manuel López Obrador. Le encantaría hacer lo que su mente la dice y, como en la película La Ley de Herodes, arrancar las páginas de la Constitución que se opongan a sus deseos. Por febriles que sean. Por eso no sorprende que ahora no sólo en el Congreso, sino en la Corte o en tribunales muchas de sus propuestas aprobadas por sus endebles mayorías se caigan.
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¿A poco ya se nos olvidó que el flamante exministro Arturo Zaldívar aceptó jugar -y él sabe con quiénes se sentó a la mesa- para ver si podía extender un año más su presidencia en la Corte? Porque al final se dieron cuenta del golpe a la Constitución y cejaron en su empeño. Tan convencidos estaban que Zaldívar prefirió regalarle a López Obrador la posibilidad de sentar a alguien a su entero gusto: la ministra del pueblo Lenia Batres.
¿A poco ya se nos olvidó que la 4T iba por el desafuero y juicio político en contra de Eduardo Medina Mora, pero este prefirió arrojarles al piso la toga, misma que la 4T levantó presurosa para poner a alguien a su gusto? De ese tamañito.
Ahora causa un poco de ternura, si no fuera tan grave, la iniciativa de reforma constitucional al Poder Judicial. Y ya ni qué decir de la que pretende (jajajaja) eliminar a los Organismos Constitucionalmente Autónomos (OCA). Enseñan los dientes, pero en realidad buscan votos para el 2 de junio, porque hay nerviosismo en el oficialismo. El resto del mes de febrero, cuando las candidatas presidenciales no pueden hacer propuestas, pues nos vamos a entretener con los epítetos de Palacio Nacional contra la oposición.
En estos #Recovecos se les anticipó desde semanas antes de que asumiera López Obrador la presidencia en 2018 que quería asaltar a la Corte (Las memorias de Elba Esther Gordillo | La Silla Rota y AMLO ¿”entrometido” con el Poder Judicial? ¿Y el pueblo? | La Silla Rota).
Hoy, López Obrador dice en su iniciativa contra el Poder Judicial: “El gobierno de la Cuarta Transformación sostiene que una de las causas estructurales de la desigualdad económica y social que ha padecido nuestro país en las últimas décadas ha sido la ausencia de una verdadera independencia de las instituciones encargadas de la impartición de justicia, así como el distanciamiento cada vez más profundo que existe entre la sociedad mexicana con las autoridades judiciales que conocen y atienden sus conflictos en los Juzgados de Distrito, los Tribunales de Circuito y la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), lo que ha restado credibilidad en su actuación y pérdida de legitimidad en sus decisiones”.
El presidente piensa así: “Esta reforma pretende romper con la inercia de los acuerdos cupulares, donde las y los ministros, magistrados y jueces, no eran responsables ante la ciudadanía sino ante quienes los propusieron en el cargo, orientando sus decisiones a la protección y defensa de intereses personales y de grupos de interés creados. Al impulsar la democratización de la justicia y someter a los integrantes del Poder Judicial al voto popular, se garantiza que representen las diferentes tendencias políticas, culturales e ideológicas presentes en la sociedad mexicana, logrando así que el acceso a una justicia pronta, expedita e imparcial, sea una realidad y no un principio escrito, que solo se utiliza para fundar y motivar los procesos judiciales, pero que no se refleja en la realidad de las personas justiciables”.
Es el delirio. No se va a lograr esta reforma porque no cuenta con las mayorías. Dejar al futuro Congreso es lanzar una apuesta a que tendrán las mayorías requeridas. El 3 de junio sabremos si pasamos del delirio a la pesadilla.
Punto y aparte. El 5 de febrero de 2023 pasa a la historia como el día en que un presidente decide no ir a la cuna de la Constitución a celebrar su aniversario. Es el desdén al orden constitucional. Preocupa el tufo, aunque afortunadamente se quedará en eso: tufo con uso electoral.
Punto final. Todos los políticos son iguales, del color que sean. Pero los ataques no deben quedar en la impunidad. Es una buena noticia por Raymundo Riva Palacio y muestra una ruta a seguir (Raymundo Riva Palacio gana amparo vs AMLO; le prohíbe insultarlo en la mañanera | La Silla Rota).