Anualmente, ciudadanos del Caribe, Sudáfrica, Centroamérica y México se lanzan a una travesía plagada de riesgos hacia Estados Unidos, aspirando a mejorar sus condiciones de vida.
Este fenómeno migratorio se alimenta de múltiples causas: desde la escasez económica y la violencia hasta la escasa oferta laboral, persecuciones políticas, y los desafíos impuestos por el cambio climático.
El espectro de la pobreza figura como un detonante crítico para la migración y en el caso de la población centroamericana, según cifras del Banco Mundial de 2020, enfrentaba una pobreza extrema.
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La violencia exacerbada en naciones como Honduras, El Salvador y Guatemala, dominadas por el crimen organizado y las pandillas, agrega una capa adicional de desesperación.
La ruta hacia el norte es ardua y peligrosa. Los migrantes recorren extensas distancias por tierra, enfrentándose a condiciones extremas y exponiéndose a los peligros de traficantes de personas y organizaciones delictivas. Chiapas, México, se destaca como un punto neurálgico en esta odisea migratoria.
Durante 2023, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) de México registró 116,942 solicitudes de asistencia de migrantes en Chiapas, incluyendo a 57,826 menores de edad.
A su llegada a Estados Unidos, los migrantes se topan con un entorno desafiante. La falta de documentación legal complica el acceso a empleo formal y servicios esenciales, tales como atención médica y educación. Además, se enfrentan a una sociedad cada vez más dividida respecto al tema migratorio.
En 2023, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los EE. UU. (CBP) interceptó a más de 2.5 millones de migrantes en la frontera con México, con 1.7 millones provenientes de Centroamérica.
Pese a los obstáculos, numerosas personas persisten en su intento por alcanzar Estados Unidos cada año, aferrándose a la esperanza de un porvenir más promisorio. Sin embargo, el panorama migratorio regional sigue siendo volátil. Las estrategias implementadas por los gobiernos de Centroamérica, México y Estados Unidos para gestionar el flujo migratorio no han logrado atajar este éxodo.
Es imperativo adoptar una estrategia comprensiva que atienda las raíces de la migración y asegure el respeto a los derechos humanos de los migrantes.
Las razones que los impulsan a abandonar sus países son variadas: pobreza, violencia, falta de oportunidades, persecución política y los efectos del cambio climático.
A esto se suma la violencia, especialmente en países como Honduras y Guatemala, donde las pandillas y el crimen organizado controlan vastas zonas del territorio.
El peligro
El viaje hacia Estados Unidos es largo y peligroso. Los migrantes atraviesan miles de kilómetros por tierra, a menudo en condiciones precarias y a merced de traficantes de perso
En la salud y la educación. Además, se encuentran con una sociedad cada vez más polarizada en torno al tema de la inmigración.
A pesar de los riesgos y las dificultades, miles de personas siguen emprendiendo cada año el viaje hacia Estados Unidos. Para muchos, es la única esperanza de construir una vida mejor para ellos y sus familias.
El futuro de la migración en la región es incierto. Los gobiernos de Centroamérica, México y Estados Unidos han implementado diversas medidas para contener el flujo migratorio, pero estas medidas no han logrado frenar el éxodo.