El inicio de un gobierno es, por definición, un acto de esperanza colectiva. Para Eduardo Ramírez Aguilar, quien asumió como gobernador de Chiapas, este momento representa más que un cambio de administración: es la proclamación de una lucha abierta contra la delincuencia, el analfabetismo y la desigualdad histórica que ha marcado al estado.
Con un discurso contundente y lleno de simbolismo, el "Jaguar" dejó claro que la paz y la justicia no serán conceptos abstractos, sino los pilares de su mandato.
Desde el Poliforum de Tuxtla Gutiérrez, Eduardo Ramírez marcó el inicio de su administración con una declaración categórica: "La paz va a volver a reinar en nuestros caminos. Aquí no hay miedo, la ley se va a aplicar". Este mensaje, lejos de ser retórico, fue respaldado con la presentación del programa Fuerza de Reacción Inmediata Pakal (FRIP), compuesto por 500 elementos capacitados para enfrentar los desafíos de seguridad en un estado donde el crimen organizado y los delitos de alto impacto han sembrado temor e incertidumbre.
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La creación de la Secretaría de Seguridad del Pueblo, encabezada por Óscar Alberto Aparicio Avendaño, es una apuesta audaz que busca recuperar la confianza de los chiapanecos en sus instituciones. El énfasis en una policía de proximidad, que combine profesionalismo y respeto por los derechos humanos, muestra un enfoque renovado hacia la seguridad pública, basado en la cercanía y la empatía con la población.
El discurso del gobernador no se limitó a la seguridad. Ramírez Aguilar esbozó una visión integral para Chiapas, en la que la atención a las causas profundas de los conflictos sociales desempeñará un papel central. La estrategia, alineada con los ejes planteados por la presidenta Claudia Sheinbaum, incluye la promoción del diálogo, la cooperación con el gobierno federal y un compromiso con la justicia social. Este enfoque humanista, que Ramírez denominó "la nueva era", tiene como objetivo transformar las estructuras que perpetúan la pobreza y la exclusión en el estado.
Uno de los puntos más destacados fue su compromiso con la alfabetización. Con más de medio millón de chiapanecos en condición de analfabetismo, el gobernador anunció una cruzada educativa inspirada en el método cubano y adaptada a las necesidades locales bajo el nombre de "Fray Matías de Córdova y Ordóñez". Este programa no solo busca erradicar el analfabetismo, sino empoderar a la ciudadanía mediante el acceso al conocimiento y la educación.
La ceremonia, del pasado domingo, de toma de protesta estuvo impregnada de referencias a la identidad cultural de Chiapas. Desde los parachicos que danzaban al son de la marimba hasta las imágenes del Rey Pakal y la Reina Roja que custodiaban el recinto, el evento fue un recordatorio de las raíces mayas y mestizas del estado. Ramírez Aguilar no dejó pasar la oportunidad para evocar los momentos históricos que han definido a Chiapas, como la resistencia indígena durante la conquista y el legado del zapatismo.
Estas referencias no son meros adornos discursivos; forman parte de una posición que busca reconciliar el pasado con el futuro. Al recordar que Chiapas fue precursor del voto femenino en México, Ramírez subrayó el papel del estado como un espacio de innovación social y política. Su gobierno, prometió, será un reflejo de estos valores, priorizando la inclusión, el diálogo y el respeto por la diversidad.
Uno de los mayores desafíos que enfrentará Eduardo Ramírez es el desarrollo de la región fronteriza. En su discurso, el gobernador expresó su intención de convertir a la Frontera Sur en una zona industrial estratégica, aprovechando su proximidad con Centroamérica para fortalecer los lazos comerciales y culturales. Sin embargo, este proyecto requerirá un delicado equilibrio entre el progreso económico y la preservación del medio ambiente, especialmente en un estado que ha perdido 300 mil hectáreas de bosque en las últimas décadas.
La restauración de cuencas y la reforestación de 200 mil hectáreas son objetivos ambiciosos que, de lograrse, podrían posicionar a Chiapas como un modelo de desarrollo sostenible. Pero el éxito dependerá no solo de la voluntad política, sino también de la capacidad de movilizar a la sociedad civil y al sector privado en torno a estas metas.
"Que nadie camine con altivez y arrogancia, porque el poder no es eterno", afirmó Ramírez Aguilar, en una frase que resume su visión de liderazgo. Más que gobernantes, el mandatario busca formar servidores del pueblo, comprometidos con la humildad y la honestidad. Este enfoque, aunque idealista, será puesto a prueba en un contexto donde la corrupción y la ineficiencia administrativa han sido constantes.
La presencia de figuras políticas de alto nivel, como el representante de la presidenta Sheinbaum y gobernadores de otros estados, subraya la relevancia nacional de este cambio de gobierno. Pero el verdadero impacto de la administración de Ramírez se medirá en su capacidad para traducir su visión en resultados tangibles: caminos seguros, comunidades alfabetizadas, y un estado donde la riqueza cultural y natural sea fuente de orgullo y prosperidad para todos.
Eduardo Ramírez Aguilar inicia su mandato con un discurso lleno de simbolismo y promesas audaces. Su compromiso con la seguridad, la educación y el desarrollo sostenible refleja una visión integral para Chiapas, pero los desafíos son inmensos. La Nueva Era que propone no solo exige políticas innovadoras, sino también un liderazgo que inspire confianza y movilice a todos los sectores de la sociedad.
Si logra cumplir con sus objetivos, el "Jaguar" no solo será recordado como un gobernador, sino como el artífice de una transformación histórica para Chiapas.