“El Estado mexicano tendrá la obligación de garantizar la protección, el trato adecuado, la conservación y el cuidado de los animales, conforme a lo establecido en las leyes respectivas.” Textual lo que ahora establece el artículo cuarto constitucional en México.
¡Vaya tarea que se impuso el Estado! Desde mi trinchera, convivo cotidianamente con muchos integrantes de una amplia familia, que lo mismo incluye a mi fiel compañero perruno, que a otras dos perritas, cuatro gatitas y otros cuatro felinos que vienen a comer y a veces duermen en casa, y hasta una tortuga paseadora que me visita de vez en cuando, aunque suele perderse en el jardín. Todos ellos con los debidos cuidados médicos, el cariño que quieran intercambiar, el juego que deseen tener, el espacio para descansar, la comida diaria, el agua para saciarse y en fin: todo eso propio de quien pertenece a una familia, aunque en ocasiones valoren en mucho su libertad, lo que se vale.
De los animales a proteger
¿De verdad la protección y cuidado de los animales debe consagrarse constitucionalmente así, sin cartabones? ¿Eso debe incluir lo mismo a las mascotas domésticas tradicionales: perros, gatos, conejos, pájaros, tortugas, hámsteres, hurones, cobayas, pericos, loros, monos, peces y cierto tipo de serpientes, que a otros animales ajenos al hogar humano? ¿Y qué no debiéramos excluir expresamente a los animales patógenos a nuestra especie? ¿O debe brindarse protección y cuidado a las larvas de oxiuros y anquilostomas, a las cercarias y taenias, a los ácaros de la sarna, a los piojos y ladillas, a las chinches besuconas, a las arañas violinistas, las viudas negras, las avispas asiáticas, al anófeles y al mosquito trasmisor del dengue, chikungunya, zika y fiebre amarilla, a las garrapatas, a ratones y ratas?
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Por qué elegir una mascota
En una encuesta que levantamos en septiembre pasado, confirmamos lo ya sabido: es más común tener un perrito o perrita como mascota, lo que ocurre en tres de cada cinco familias, que un gatito o gatita, lo que pasa en dos de cada cinco hogares. Claro que en ocasiones una familia cuenta con cánidos y felinos, lo que pasa en una de cada cuatro viviendas, mientras que en una proporción similar no han adoptado ni a unos ni otros, y la familia no cuenta con este tipo de mascotas.
Algunos datos llaman la atención: ¿sabía usted que es menor la tenencia de perros o gatos entre personas con baja escolaridad que entre quienes alcanzan educación media superior o superior? Aunque claro: esto bien pudiera deberse a las capacidades económicas, pues es mayor la tenencia de estas mascotas entre la población con mayores niveles de ingreso reportado y menor entre personas en desempleo o retiradas, y entre quienes se definen como indígenas. También las condiciones de vida afectan la tenencia de compañeros animales, pues ésta es mayor entre quienes cuentan con pareja que quienes no tiene pareja, aunque la presencia de menores en el hogar pareciera no incidir de manera significativa en la decisión de incluir mascotas en la familia.
La fuente de estos datos es una encuesta nacional realizada por ISA Investigaciones Sociales Aplicadas del 26 al 29 de septiembre de 2024, con 1070 a personas mexicanas de 18 y más años de edad residentes en el territorio nacional.