El reciente triunfo de Donald Trump en las elecciones por la presidencia de los Estados Unidos ha marcado una agenda urgente para el gobierno de México y la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Desde que arrancó la campaña presidencial en Estado Unidos, la relación con México fue un tema central para los republicanos; migración, economía y narcotráfico, fueron temas recurrentes en la agenda y era de esperarse que, con el eventual triunfo, estos ocuparían un lugar central en la relación con México.
La amenaza del presidente electo Donald Trump de aumentar los aranceles a México en un 25% fue el detonante para que en ambos equipos iniciaran comunicaciones urgentes para que la desinformación no fuera el argumento para tomar decisiones que tendrían repercusiones millonarias para ambos países y sembrarían una profunda intranquilidad en la comunidad mexicana que radica en Estados Unidos.
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La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, no tardó en salir en defensa de la soberanía nacional y matizar los esfuerzos hechos por el Gobierno de México en materia de migración, combate al narcotráfico y la importancia económica y comercial que tiene la relación bilateral, también abordó, de manera estratégica, las miles de armas que ingresan a territorio mexicano a través de la frontera con Estados Unidos y que son fabricadas y comercializadas en la unión americana sin mucha vigilancia.
Claudia Sheinbaum envió una carta a Donald Trump para detallar aún más estos esfuerzos e invitar al presidente electo a entablar un diálogo respetuoso entre ambas naciones, manteniendo una situación de pares que abone al entendimiento y trabajo conjunto para atender, desde ambos lados de la frontera, una agenda complicada que debe dar resultados para ambos.
Este diálogo entre ambos mandatarios se vio sellado por la llamada telefónica que sostuvieron la semana pasada y que abre la puerta para que Sheinbaum y Trump pongan sobre la mesa necesidades y demandas urgentes para la buena vecindad entre ambas naciones.
Sin embargo, para condimentar más un asunto de por si complejo, las sanciones económicas propuestas por Donald Trump también alcanzaron a Canadá, pues el nuevo porcentaje arancelario también serian impuestos al tercer socio del T-MEC.
El Primer ministro Justin Trudeau, no tardó en hacer lo propio para buscar diálogo con Donald Trump, para sorpresa de muchos, prefirió “diferenciarse” de México sin cuidar sus palabras y la relación que mantiene nuestro país al decir que la frontera canadiense es “vastamente” diferente a la frontera que tiene Estado Unidos con México y que no es a través de Canadá que ingresa fentanilo a Estados Unidos.
Esta reacción por parte del gobierno canadiense no deja de sorprender, pues hace apenas unos días fue dado a conocer que se localizó un enorme laboratorio que servía precisamente para la fabricación de fentanilo y tenía la capacidad de producir varios kilos al día.
Lo cierto es que la relación entre Estado Unidos, Canadá y México no pasa por su mejor momento, no solo por los difíciles temas que importan a las tres naciones, sino por la coyuntura política que enfrentan. Por un lado Claudia Sheinbaum se estrena como la primera mujer presidenta de México; Donald Trump acaba de ganar la elección en los Estados Unidos para un segundo periodo presidencial; y Justin Trudeau enfrenta una franca crisis de aprobación en su país además de que habrá elecciones en Canadá en 2025.
La actitud de la presidenta Sheinbaum deja en claro que el gobierno de México se toma muy en serio el diálogo diplomático y que está dispuesto a defender la soberanía nacional ante cualquier socio comercial. Su demanda es legítima, la negociación y el diálogo deben darse como pares, ningún país o su mandatario es mejor o peor que otro.
Bien por la presidenta Claudia Sheinbaum, “al toro, por los cuernos” y como bien dice “coordinación sí, sumisión no”.