En el escenario de la política internacional, los discursos de los diplomáticos suelen estar cuidadosamente calculados para mantener relaciones cordiales y evitar conflictos innecesarios. Sin embargo, las recientes declaraciones del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, criticando la estrategia de seguridad del expresidente López Obrador, son ejemplo claro de cómo los intereses políticos pueden influir en la retórica diplomática y que un berrinche puede durar mucho más tiempo de lo que todo mundo cree.
En su momento, Ken Salazar se mantuvo cercano al expresidente López Obrador, reconoció los esfuerzos hechos en materia de seguridad y hasta presumió algunas de las detenciones importantes del sexenio. Pero esta no es la primera vez que se contradice, y su desencuentro con el Gobierno de México ya tiene varios penosos capítulos.
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Su cambio de discurso parece estar motivado por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero próximo. Esta adaptación repentina y oportunista plantea dudas sobre la verdadera naturaleza de sus declaraciones y pone de manifiesto la politización de la diplomacia estadounidense en un momento complejo para la relación bilateral.
Desde su primer periodo, Donald Trump adoptó una retórica hostil hacia México, acusando al país de ser la fuente de problemas como el tráfico de drogas y la inmigración ilegal. Incluso sugirió que podría designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas.
Los dichos de Ken Salazar no necesariamente son una señal de alineamiento con la postura de Trump, pues las posibilidades de que sea ratificado como embajador son muy remotas, pueden ser simple y llanamente una torpeza diplomática que tendrá consecuencias. La volubilidad del discurso de Salazar no solo afecta su credibilidad como diplomático, sino que también tiene implicaciones graves para la relación bilateral de cara a la sucesión presidencial en Estados Unidos.
La postura del Gobierno de México y la presidenta Claudia Sheinbaum ha quedado clara, no comparten la opinión del hoy embajador y existe molestia por su doble discurso. El tema de seguridad es una fibra sensible para la actual administración y no van a permitir que un pronunciamiento irresponsable apresure los preparativos que deben estar haciendo para sentarse a la mesa con Donald Trump.
Dicen que el dinero y la torpeza son dos cosas que no pueden esconder, pese a su buen español y a su texana, Ken Salazar escondía inconformidades que jamás hizo públicas y cuando lo hizo fue el peor momento.