Se realizó la elección presidencial en Estados Unidos. Los resultados muestran una victoria contundente de Donald Trump. No dudo que una victoria con tanto margen resultara una sorpresa para muchos, pero no debiera ser así con la victoria solamente.
Sin embargo, desde la noche de la elección vi gente llorando por el resultado y la imposibilidad para explicarlo. Es esto último lo que me llama la atención.
Hay quienes sus preferencias electorales no solamente son un ejercicio administrativo para elegir burócratas, sino una expresión de su identidad, sus sueños y sus fantasías para alcanzar el paraíso en el que nunca han vivido. Algo así como un proceso migratorio sin moverse.
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Es probable que ello explique el porqué cuando el resultado es adverso, hay quien lo toma tan personal y solo puede formular explicaciones desde lo íntimo, con referencias a la maldad de los otros, al racismo o al rechazo de su identidad.
Es natural, pero a veces incorrecto, pensar al otro a partir de uno. En México siempre nos ha pasado eso al escuchar a los estadounidenses. Basta recordar la manera en que nos ofende que se use el término “patio trasero” (back yard) cuando se habla de México. Estamos convencidos que hace referencia a la vecindad donde vive el chavo del 8, pepe el toro o cualquier otra, llena de basura y tiliches, porque seguro es donde ellos crecieron.
Igualmente, vemos la elección y pensamos que si ganó Trump es porque la gente odia a Mexico. Y para hacer la cosa peor, nos enteramos de que un fragmento importante del voto latino se fue con Trump. ¿Pero cómo? Si los republicanos no quieren a los migrantes. La respuesta es que seguimos pensando que latino y migrante es la misma persona, y no es así. La mayoría de los latinos en Estados Unidos nacieron en ese país, por lo que la migración no es parte directa de su experiencia de vida.
Nos parecerá raro, pero la mayoría de los latinos no nos odia, simplemente no tienen a los intereses de los mexicanos en México como su principal prioridad en la vida.
Con ese mismo punto de análisis, he leído opiniones de mujeres diciendo que la candidata demócrata perdió por ser mujer. He escuchado a gente de color decir que la derrota fue porque era una persona de color, y he escuchado a gente progresista decir que la derrota se debe a que la candidata era progresista y los republicanos quieren quitar a todos sus derechos. Concluyen entonces que no votar por ella sólo puede ser un acto de racismo, misoginia, opresión o combinación al gusto.
Sin embargo, muchas mujeres no votaron por Harris, pero tampoco tenían que votar por ella solo por ser mujeres. Eso sería equivalente a pensar que los hombres tenían que votar por Trump por ser hombres. Minorías votaron por Trump ¿los blancos tenían que votar por él? Muchos moderados, indecisos y centristas votaron por el republicano ¿será porque de inicio no tenían compromiso demócrata?
Si haber votado en contra de la candidata demócrata es un acto de machismo, entonces, el hecho de que México tenga una presidenta prueba que los mexicanos no somos machistas, y pues… Decir que la derrota de Kamala Harris se debe a que era una persona de color significa que ya se nos olvidó Barak Obama. Pensar que el triunfo republicano es porque ciertos estadounidenses quieren acabar con los derechos y libertades de los demás, es olvidar que los progresistas son quienes se oponen a la plenitud de la libertad de expresión, por ejemplo.
Seguramente hay quien ejerce su voto en Estados Unidos, como en cualquier otro país, a partir de prejuicios severos, machismos, misoginias, racismo, etc., pero querer reducir el proceso electoral en su conjunto a solamente eso, es un error.
Seguro hay muchos que no votaron por la candidata demócrata simplemente porque la veían como una extensión del gobierno con el que no se sentían satisfechos a partir de sus condiciones económicas o laborales. Insatisfacciones justificadas, o no.
Gente que no votó por ella porque no estaba de acuerdo en temas progresistas distintos a la tolerancia a la diversidad sexual, sino en temas como el racismo progresista permitido contra los blancos o los judíos últimamente, aunque poco o nada tuvieran que ver con la plataforma de campaña.
Pero veamos esto, en Michigan donde ganó Trump el voto presidencial, fue reelecta Rashida Tlaib para la Cámara de representantes. Mujer, de ascendencia palestina y de fe musulmana. En Minnesota ganó también para la misma Cámara Ilhan Omar, mujer, musulmana y migrante somalí. Sarah McBride fue electa como la primera mujer transgénero a la Cámara de representantes. Es decir, la complejidad de la sociedad estadounidense es tal que las generalizaciones no aplican.
Claramente hay hombres y mujeres que vieron, como cada quien, mayor oportunidad de bienestar financiero, de seguridad y social en la retórica trumpista, y pusieron esto antes que emitir su voto con alguna expresión ideológica o de identidad. A veces pasa.
Desde México habremos de recordar que como vecinos tenemos problemas en común y estos han existido desde muchos años atrás. En ambos lados, la relación con el otro, siempre será un tema político y social.