Sin las formalidades que requiere una modificación constitucional, sin escuchar con seriedad las observaciones sobre cuestiones normativas y prácticas, la bancada oficialista en la Cámara de Diputados se ha apresurado a aprobar la reforma judicial promovida por el régimen de Morena y que ya ha aprobado el Senado.
Con una prisa evidente y animadversión hacia todo lo que no es parte de su movimiento, los legisladores oficialistas basan su propósito en acabar con un Poder del Estado Mexicano que no se ha sometido a la voluntad del ex presidente López Obrador y que no se alinea a las órdenes guindas.
¿En verdad es necesario someter al Poder Judicial a los designios de la política electoral? Yo creo que no. Lo más valioso para todo juzgador es la imparcialidad y ponerle tintes partidistas es cargar los dados de sus decisiones.
Te podría interesar
Pero ese es el objetivo, al parecer: dar a las personas juzgadoras una influencia partidaria para de igual forma intentar aplicar esa influencia a sus decisiones. Mal por donde quiera que se le vea.
Como hemos afirmado: no escuchan a nadie, quieren hacer lo que quieran.
En Movimiento Ciudadano no seremos cómplices de este asalto al Estado de Derecho y a la justicia en México. La historia nos ha dado muestras de lo mal que le va a las naciones cuando un régimen influye en la impartición de justicia: precisamente lo que pasa es que desaparece la justicia y se da paso a la revancha o peor aún, a la venganza.
Con ese afán de venganza, Morena y sus aliados (quizá debiéramos llamarles cómplices) han emprendido una pelea contra un Poder del Estado Mexicano que sólo tiene una “culpa”: no obedecer ciegamente a la presidencia de la República.
¿Pero no es eso lo que se debe esperar de jueces y magistrados?
Precisamente una de las características deseables de un sistema de justicia y de sus integrantes es tener estricta imparcialidad y no doblegarse ante el poder. Su campo de acción es la ley, su guía es el derecho. O al menos debe ser.
Pero lo que nos dicen los dirigentes y legisladores de Morena es que por encima de todo existe la supremacía constitucional, teoría y práctica que mal entendida puede implicar riesgos cuando, como ocurre con Morena, se entiende a la Constitución incluso por encima de tratados internacionales en materias tan delicadas como los derechos humanos, entre otras.
¿Qué podemos esperar de un juzgador que no toma en cuenta derechos esenciales contemplados en tratados internacionales? De triunfar el plan de Morena, dicen algunos estudiosos de las leyes, varios derechos que ha costado mucho esfuerzo y tiempo conquistar, podrían desaparecer.
En la Bancada Naranja nos preguntamos, ¿y si en lugar de debatir exclusivamente sobre la elección de jueces y magistrados, discutiéramos a profundidad cómo garantizar el acceso a la justicia para todas las mexicanas y todos los mexicanos?
Nuevamente, como ha ocurrido tantas veces a lo largo de nuestra historia, se atienden cuestiones políticas pero se deja de lado el interés de lo que a la gente le afecta directamente. Por eso las legisladoras y los legisladores naranjas decidimos retirarnos del Pleno durante la votación de los Comités de Evaluación de juzgadores.
Por eso no podemos apoyar ni la mal llamada Reforma Judicial ni los abusos de poder de Morena.