MARTA ACEVEDO

Marta Acevedo y Valdés 1940-2024

Marta Acevedo se despidió el domingo, a las 11:00 de la mañana, como quien sale por el pan o a tomarse un café. | María Teresa Priego

Escrito en OPINIÓN el

Nuestra amadísima Marta se despidió el domingo. A las 11:00 de la mañana, como quien sale por el pan o a tomarse un café. Le gustaba pasear. Salir al sol. Le gustaba especialmente el mar. En los setentas Marta trabajó en el Departamento de Astrofísica del Instituto de Tecnología de California en Pasadena, una noche, pegada a un telescopio con esa intensidad que acompañaba cada elección en su vida, descubrió una Supernova. Les comparto una definición de supernova: "Es una explosión estelar que ocurre cuando una estrella masiva muere, y resulta en la formación de una nebulosa brillante, una estrella de neutrones..." Marta siempre fue brillante, ahora es además: una nebulosa brillante. En el fondo de mi cora, de nuestras coras: se instala una estrella.

Pionera de la segunda ola de los feminismos en México, Marta insistió en la importancia del trabajo del hogar y de cuidados como un centro en las demandas del movimiento que se iniciaba. Insistió cuando todavía para sus compañeras era una realidad que no  resultaba ni tan evidente, ni tan urgente. Como le decía Marta Lamas: “Acevedo, te adelantaste a tu tiempo”. Guardo su discurso en la Cámara de Diputados de la Ciudad de México el día que recibió la  Medalla Hermila Galindo 2021 por su trabajo en la defensa de los derechos de las mujeres.  

Les comparto un fragmento: “Pienso en los miles de feministas que toman las calles y recuerdo de entre varias pancartas una que me conmovió por lo que evoca sobre todo lo que falta por hacer: 'Que lo que nosotras no tuvimos, sea para ustedes'... Y como dirían estas muchachas valientes, comprometidas y lúdicas que reinventan y continúan las luchas que compartimos: 'vámonos a seguir defendiendo la alegría y organizando la rabia'”. 

Stephanie Brewster tomó un video del festejo en casa de Marta, el día mismo de la premiación. Elenita Poniatowska le entregó un diploma que dibujaron las amigas y todas firmamos, el discurso de Elenita comienza: “Henos aquí frente al zapote blanco de tu jardín…” y veía hoy la cara de felicidad de Acevedito y pasé de la tristeza a las carcajadas. A Marta le gustaba jugar. Nunca perdió esa parte lúdica que la mantenía tan pegada a la infancia. A lo disruptivo. A la capacidad de reinventarse. Seguro iba junto con pegado con el rasgo más fascinante de su personalidad: su curiosidad. La sed imparable de vivir, de aprender, de acompañar la rebelión de las jóvenes, esa marea inmensa en la que se convirtió (décadas después) aquella “ola” pequeñita que comenzó tras la publicación de su texto: "Nuestro sueño está en escarpado lugar" en el suplemento La Cultura en México en septiembre de 1970.

Su texto convocó a las jóvenes de entonces, y las llevó a reunirse, a organizar su activismo, a crear aquellos “pequeños grupos de autoconciencia” que detonaron los comienzos de un inmenso cambio cultural. En 1982 en "Memoria y Olvido. Imágenes de México". Cultura/Sep. Se publicó su libro “10 de mayo”, que gracias a los cuidados de Socorro Venegas fue reditado en 2023 por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM. El libro se presentó en dos ocasiones ante un público de todas las edades. Ese dato la emocionó: tantas/os jóvenes. En su último cumpleaños quiso que le regaláramos libros de escritoras mexicanas que comienzan. Era lo suyo: entender los procesos, aprehender siempre lo que está sucediendo. Fue viajera, cinéfila y lectora compulsiva. Asidua de la Cineteca y de las librerías, defensora de la radio y de la televisión públicas y de todas las formas de difusión del conocimiento. 

Además del feminismo, Marta tuvo otra pasión en su vida: la promoción de la lectura entre las/los niñas/os. Fue creadora de "Los rincones de lectura" de la SEP. La idea: que los salones de clases contaran con una esquinita en la que las infancias pudieran acceder a  la literatura. Que se publicaran libros para niñas/os. Fue por años coordinadora del suplemento infantil "Uno, dos, tres por mí" de La Jornada. Inolvidable su entusiasmo cuando recibía cartitas y dibujos de por todo el país y los publicaba. Una niñita de Oaxaca, un chiquito de Guanajuato, veía su obra en un periódico. Mis hijos disfrutaron muchísimo de ese Suplemento en el que Marta promovía  la importancia de las lenguas orginarias. Amó los libros y amó a los niños. Tuvo dos hijos: Martín y Juan Manuel. Cuatro nietas/os: Ximena, Rodrigo, Ana y Matías. 

Ahora las amigas compartíamos sus fotos en el chat: Marta y su gatita Boris. Boris se fue a descubrir el mundo y no regresó. La extrañó muchísimo. Pasado el tiempo, su hijo Martín adoptó a la perrita Manchas y se la llevaba con el pretexto de que le ofreciera “guardería”. Marta cayó en transe con la Manchitas, su presencia la llenaba de alegría. Ella escribía en su computadora y suponía que cuidaba a la Manchitas, quien a su vez, se tendía como tapetito junto a ella y suponía que cuidaba a su humana. Me da mucha paz imaginar esa escena. Chanequita Maldonado alguna vez me dijo: “es que Marta es frutal”. Me pareció una muy buena definición. Cuando amó, chicas, no están ustedes para saberlo, ni yo para contarlo: pero amó con todo. Entregada. Revoltosa. Excesiva: toda ella. Me entristece tanto pensar que ya no voy a escuchar sus historias. Tremenda contradicción: escribo y las estoy escuchando. Con minuciosidad y detalles. En su voz.

Otro fragmento de su discurso aquella mañana en el Congreso: "Espero que mis nietas Jimena y Ana y mis nietos, Rodrigo y Matías, se sientan orgullosos de esta abuela que, además de descubrir una estrella supernova, descubrió que, a pesar de toda la incertidumbre y el sufrimiento que ha vivido al asumirse feminista, si volviera a vivir, elegiría el feminismo". Marta se fue, lo que es relativo. Otra contradicción humana fundamental: la muerte es el absoluto relativo. De eso nos encargamos los vivos. No podríamos sobrevivir de otra manera. Perdemos y recreamos. A como vamos pudiendo. Extrañamos y recreamos.  Ay, Acevedito, tú sí que te bebiste la vida. La bailaste, la cantaste, te la recorriste al derecho y al revés. Tú sí que viviste como se te dio la gana. Abrazamos a tus chamuquitos: Martín y Juan Manuel. Querida Supernova: hasta volvernos a ver. Entre tus amigas por siempre tu lugar en la mesa. 

María Teresa Priego

@Marteresapriego