Hace algunos días, platicando con el doctor Francisco Domingo Vázquez Martínez, quien es el responsable del Observatorio de Educación Médica y Derechos Humanos de la Universidad Veracruzana (OBEME), me recordó que este noviembre se cumplen 60 años del inicio del movimiento médico de 1964-1965. Estamos pensando en organizar algunas actividades; pero, en general, parece que este aniversario pasará casi por completo desapercibido.
Si bien las residencias médicas en México iniciaron en el Hospital General de México en la década de los cuarenta, fue hasta 1977 que se reconoció al médico residente como trabajador; entre estas dos fechas se encuentra el movimiento médico de 1964-65 que no sólo ha sido uno de los más importantes para el gremio médico, sino que también dejó ver el carácter autoritario y déspota del presidente Gustavo Díaz Ordaz antes de los movimientos estudiantiles de 1968.
Es importante recordar el movimiento médico. Si bien se han logrado avances en el reconocimiento y garantía de los derechos de los médicos residentes, también es evidente que nos encontramos ante una regresión en algunos aspectos.
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Por ejemplo, el doctor Treviño Zapata, en su libro “El movimiento médico en México 1964-1965” nos narra que el movimiento inició el día 26 de noviembre de 1964, cuando los médicos internos y residentes del Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE solicitaron se les pagara su gratificación de fin de año como era costumbre.
Esto desembocó en el que se les tildara de “simples becarios” y el 28 de noviembre fueran cesados 206 médicos residentes e internos.
Menciono que nos encontramos ante una reciente regresión, ya que los hechos que dieron inicio al movimiento del 64 se volvieron a repetir en febrero de 2023, cuando cesaron sin justificación a varios residentes de Pemex por exigir el pago de su aguinaldo. No sólo el inicio del conflicto de 1964 inició por el mismo motivo, sino que terminó de la misma manera: represión. La diferencia es que en 1964-1965 se establecieron las bases para el reconocimiento de los derechos y, en 2023, se tiraron por la borda 60 años de avances en la materia.
Es increíble que a sesenta años de distancia se sigan presentando los mismos abusos y se siga tildando a los médicos residentes de “simples becarios”, a pesar de que tanto la Ley Federal del Trabajo como la Suprema Corte de Justicia de la Nación reconocieron que los residentes son trabajadores y estudiantes.
Para conmemorar el movimiento médico se deberían organizar eventos en donde se reflexione y analice cómo ha sido la evolución no sólo de las residencias médicas en México, sino de toda la educación médica. ¿Seguimos usando a los residentes como mano de obra barata? ¿Seguimos enviando a los pasantes a las regiones con más pobrezas para ahorrarnos unos pesos? ¿Tenemos protocolos que funcionen para prevenir y hacer frente a la violencia en la educación médica?
Existen muchas preguntas que quedan por responder. En 2024 se publicó una nueva Norma Oficial Mexicana (NOM-001-SSA-2023) con relación a las residencias médicas, pero los cambios que presenta con relación a las NOMS previas son muy tibios. Es un ejemplo de aquella frase: las cosas cambian para seguir igual.
En la nueva NOM no se añaden cuestiones como el tema de embarazo y residencia, discapacidad y educación médica, tampoco se establece un plan de delegación progresiva de responsabilidad en los residentes, sólo se habla de “supervisión”, pero no se especifica más, como si la supervisión en la enseñanza de la medicina fuera tan sencilla. A la NOM le falta muchísimo; pero, sobre todo, que se cumpla. Como se concluyó en un estudio que publicamos este año (1), el gran problema de la NOM de residencias es que las instituciones de educación y salud no la cumplen. A 60 años del movimiento médico de 1964-1965 y muchas autoridades aún no reconocen ni garantizan los derechos de los médicos en formación.
Conmemorar el movimiento no sólo es una cuestión de reflexionar sobre como estábamos en los sesenta y como estamos ahora. También, es recordar el gran sacrificio de aquellos médicos internos y residentes que, en muchos casos perdieron su sueño de obtener un título por defender sus derechos. Es volver a ver esas fotografías en el Zócalo en donde 1,300 médicos se formaron en señal de protesta. También, es recordar a la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos (AMMRI) y pensar en nuevas maneras de organización para defender los derechos de los médicos en formación.
Al parecer, va a pasar el aniversario del movimiento médico y casi nadie se va a acordar de él. Vamos a desaprovechar esa gran oportunidad de evaluar cómo vamos en temas de educación médica.
1. Roberto Castro, et al. Exploración sobre el grado de cumplimiento de los derechos de los médicos residentes en México. Investigación educ. médica Vol 13. No. 50, 2024.