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Atrapados en la carretera más peligrosa del país

En la madrugada del 23 de diciembre, cientos de automovilistas quedamos atrapados en la autopista 150D de Córdoba a Puebla exponiendo a los usuarios a riesgos de asaltos. | Ricardo del Muro

Escrito en OPINIÓN el

Era una ratonera. Ni para adelante ni para atrás. En la madrugada del 23 de diciembre, la víspera de Navidad, viví junto con mi familia la terrible experiencia de quedar atrapados, dentro de nuestro vehículo, en el tramo de Córdoba a Puebla de la autopista 150D, considerada como la más peligrosa del país.

Rodeados de tráileres, centenares de automovilistas quedamos varados en distintos puntos de la autopista, formando una fila que se extendía por casi 20 kilómetros. En la plaza de cobro 117 de Capufe, ubicada en Paso del Toro, un despreocupado cajero cobró el costo del peaje, pero no hubo un aviso, ni siquiera un cartel, que advirtiera a los automovilistas que estábamos entrando a una trampa.

Los transportistas que regularmente recorren esta autopista saben que desde hace cuatro meses hay congestionamientos vehiculares, a partir de que Caminos y Puentes Federales (Capufe) inició los trabajos de mantenimiento del puente de Metlac, pero éstos se agravaron cuando comenzó la demolición de la caseta de Fortín, el primero de diciembre, desencadenando un caos vial.   

Los funcionarios de Capufe, cuyo director es Genaro Utrilla Gutiérrez, informaron en su momento que estas obras iban a causar problemas de tránsito y, como siempre sucede, pidieron la “comprensión” de los usuarios, pero nunca se les ocurrió establecer anuncios preventivos o guías de desviación y rutas alternas para los automovilistas y los turistas que tuvieron que recorrer esta autopista en la temporada vacacional. 

Los desprevenidos automovilistas, como nosotros, que ocasionalmente recorren esta autopista, sólo en fechas especiales para visitar a familiares, pensamos que es normal encontrar congestionamientos viales, hasta que estos se repiten y el tramo de Puebla a Córdoba se convierte en un tapón.

De pronto, nos encontramos rodeados de  tráileres de doble remolque, que por sus dimensiones no pueden utilizar la vieja carretera. Y, al paso del tiempo, la paciencia se convirtió en temor al observar que pasaban las horas y estábamos  varados, mientras avanzaba la oscuridad de la noche. 

La autopista Puebla – Córdoba ha sido considerada como la más peligrosa del país, en la que se denunciaron 14 robos en 2023. Uno de los testigos de estos asaltos, José Carlos Gilibert Peña, director general de Transportes Especializados Orizabeños (TEOSA), relató: “Me tocó en el Arco Norte estar dos horas por un accidente y vi cómo van asaltando en la fila de vehículos, porque te asaltan ya donde quiera que hay cola. Se dice que hay un grupo de WhatsApp donde se ponen de acuerdo (los delincuentes) para asaltar si ven unidades paradas; y yendo en la Orizaba – Córdoba ¿para dónde corres?”.

Las tarifas de las autopistas administradas por Capufe registraron dos aumentos durante el año pasado, de 7.82% en marzo y 3% a partir del 15 de noviembre, pero las carreteras siguen presentando parches en el asfalto, además de continuas interrupciones en la circulación por labores de mantenimiento y retenes de vigilancia y control migratorio, sin que esto signifique mayor seguridad. 

La distancia entre Tuxtla Gutiérrez y Puebla es de 705 kilómetros por carretera incluyendo 474 kilómetros en autopistas y hay nueve cabinas de peaje de Capufe: Ocozocoautla ($92.00), Malpasito ($42.00), Esperanza ($156.00), Amozoc ($40.00), Las Choapas ($92.00), Puente Antonio Dovalí – Coatzacoalcos ($22.00), Acayucan ($87.00), Cosamaloapan ($210.00) y Cuitláhuac – Paso del Toro ($97.00), donde deben pagarse un total de 838 pesos. Para llegar a la Ciudad de México hay que desembolsar 198 pesos adicionales. 

El trayecto en automóvil por carretera normalmente es de 7 horas, pero ese 23 de diciembre tardamos 18 horas, hasta que a las dos de la mañana, optamos por salir de la autopista para dormir en Córdoba, dando gracias a Dios por habernos librado de ser asaltados.

Ricardo del Muro

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