El 25 de enero de 2024 los abogados del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral ya no aguantaron. Se pusieron de acuerdo entre ellos, los que expiden las constancias de representatividad con los de otras áreas, y fueron a reclamar al área de personal el pago de sus salarios.
“Aquí nos piden que aguantemos, que el pago de nuestros salarios llegará, tarde, pero llegará”, dicen abogados del Centro Laboral, encargados de llamar a conciliar cuando los patrones no cumplen con sus obligaciones.
Pero ¿qué pueden hacer los trabajadores del propio Centro Federal de Conciliación a quienes, desde el decreto de nacimiento, los mandaron al apartado B del artículo 123 Constitucional?
Te podría interesar
“Nos dicen que si queremos reclamar vayamos al Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, donde no hay jueces laborales y es la oficina con el mayor rezago laboral en el país”. “Vayan, vayan, o váyanse si no están a gusto”.
Los abogados y abogadas tienen temor a acercarse, pero otros dicen que ya no aguantan que se les trate así, que no se les pague a tiempo, que no se respeten sus horarios de entrada o de salida, que no se les cubra tiempo extra, que no se les compense su trabajo, cada día más pesado.
Les han dicho que no se acerquen a ningún medio de comunicación porque, de saberse el problema, se puede retrasar más su pago, que todo debe quedar en el mayor sigilo posible.
No se explican por qué a los trabajadores técnicos, legales y administrativos que se encuentran adscritos a la Secretaría del Trabajo ya se les pagó, y a los del Centro Federal aún no. ¿Será que en uno hay un mejor administrador que en el otro o de qué se trata?
Ya les dijeron que les pagarán su salario a más tardar el próximo 10 de febrero, que esperen, que por favor no difundan que el Centro Federal no paga los salarios a tiempo. Dicen que no es su culpa, sino del Gobierno Federal que no manda a tiempo los recursos para el pago de los salarios.
Ante estos contratiempos, el Centro Federal debe contar con la autonomía presupuestaria que le concede la Constitución y no seguir dependiendo de los tiempos o retrasos de la Secretaría de Hacienda. Igualmente debe mejorarse el ingreso de todos los especialistas que laboran para este organismo que tiene la exclusividad en los temas de registro sindical y contratación colectiva.
Hay casos de trabajadores que laboran en el área administrativa de ese Centro, quienes apenas ganan 8 mil pesos mensuales y que seguramente se gastan recursos importantes propios para trasladarse desde sus hogares.
Muchos de ellos tienen que recorrer grandes distancias para llegar al Ajusco, donde se encuentran las instalaciones del Centro. El promedio son dos horas de ida y otras dos de regreso.
El personal que realiza sus actividades fuera de la oficina tiene que pagar de su bolsillo, los viáticos y pasajes. Cuando apoyan, de forma extraordinaria, les dan una parte y lo demás tienen que asumirlo con sus propios recursos.
El trabajo que realizan es intenso, tienen que salir fuera de su horario de trabajo sin pago de compensación alguna. La comunicación con sus jefes es prácticamente nula. Si preguntan si pagarán los gastos se les mira como sospechosos, como enemigos del proyecto. No hay a quién recurrir, ni se puedan quejar.
Cuando los afectados reflexionan de que no existe un Centro de Conciliación que los atienda a ellos ante la violación de sus derechos, se percatan de que irónicamente son defensores de otros trabajadores, pero que no hay quien los defienda.
Es inadmisible que la reforma laboral no llegue a los trabajadores encargados de aplicarla, de revisar que los derechos colectivos se cumplan. Ellos no gozan de derechos colectivos al no tener sindicato, ni condiciones generales de trabajo, para defender sus derechos.
El Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral debe empezar con el respeto de los derechos laborales de sus propios trabajadores, que tienen como objetivo mejorar y defender a todos los asalariados.
¿Por qué los trabajadores de este Centro Federal no están incluidos en el respeto a sus derechos laborales?
¿Quién responde?