Groucho Marx lo dijo como sin querer, pero lo dijo y va muy a tono con lo que en general es el político mexicano de hoy, con rumbo a las elecciones del 2 de junio de 2024. Dijo con gran hondura y crítica a quienes se traicionan a sí mismos: “¡Soy un hombre de principios!... pero si no le gustan, tengo estos otros”.
En México esto ha ocurrido entre nuestros políticos tan confiados en sí mismos como desconfiados de los demás, ‘como que saben lo que son sus alas’. Gente que promete y jura una bandera ideológica o doctrinaria pero que en un abrir y cerrar de ojos ya están con otra bandera y otros ideales: pocas veces descubrimos cuáles son los verdaderos…, o sí: los del “mi-me-conmigo”.
Por estos días, como pocas veces, es más evidente, más ‘cínico’, más ‘descarado’, más ‘me vale madres lo que piensen’ ese brinco de un lado a otro, de partido político en partido político. El cambio de instituto está en pleno apogeo.
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El cambio de estafeta. El cambio de color emblema. El cambio de discurso, en caso de que hubiera… El cambio de convicciones, si las hubiera. No les importa. Si les importa brincar de un lado a otro con base en sus intereses y a su ambición; lo importante para ellos es el poder, el recurso, la ganancia, el mando, la gloria, el aplauso, el reconocimiento… y su futuro político.
Nada de convicciones políticas e ideológicas. Nada de ideal definido respecto de lo que será el país mexicano en los próximos seis años; nada de fidelidades y sí traiciones. Traiciones sobre todo, porque el elector votó por ellos, por la representación partidaria que significaban y que les decía lo que habría de ser su gestión como su proyecto de gobierno o de nación, estado, municipio.
Los políticos mexicanos –y hablamos de los mexicanos en particular porque son los que importan hoy mismo– están a punto de iniciar la etapa formal de campañas políticas que terminarán días antes del 2 de junio de este año, cuando se votará por más de 20 mil cargos de elección popular en México, incluida la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión, la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, gubernaturas estatales, congresos estatales, municipios.
Para ello, actualmente existen siete partidos políticos nacionales, que son los que cuentan con registro ante el Instituto Nacional Electoral (INE) o partidos estatales que tienen registro legal en la entidad correspondiente.
Pero nada que durante el año pasado cuando se fueron definiendo los futuros políticos y se fue percibiendo por qué lado estará el triunfo electoral futuro en base al impulso que proviene desde Palacio Nacional, muchos políticos que pertenecían a la oposición pasaron a Morena, el partido que suponen que les recibe con los brazos abiertos; esto para aumentar su fortaleza y su triunfo. Y ese triunfo significa el de quienes se fajaron con Morena, pero también para quienes llegaron de otros partidos para ocupar posiciones que suponen para ellos.
Durante la campaña de Delfina Gómez en 2023, para la gubernatura del Estado de México, hubo una cauda de priistas que pasaron como por arte de magia a las filas de Morena. Eran los mismos que recibieron beneficios partidarios durante el largo periodo tricolor de la entidad.
En otros estados ocurrió lo mismo. De un lado para otro, dependiendo de dónde calculaban que estaría el ganador y, por tanto, su propio futuro político.
Hoy mismo, cuando comenzarán las campañas electorales de los candidatos de los distintos partidos, algunos legisladores han solicitado licencia para dejar sus curules o escaños para contender por un puesto de elección popular o bien porque pasan de un partido a otro. Tan sólo en lo que va del sexenio, en la Cámara de Diputados esto ha sido la constante y más por estos días.
Durante la presente 65 Legislatura, se han solicitado 48 licencias y 19 cambios de bancada de diputados, cuyas principales razones han sido ‘jugadas políticas, aspiraciones personales y confrontaciones internas’.
De los 48 diputados y diputadas que han solicitado licencia durante la 65 Legislatura, 13 lo hicieron en el año 2021, 19 en 2022 y 16 en 2023. De ese total, el mayor número de legisladores que pidieron licencia procedieron de la bancada de Morena, con un total de 23, seguidos del PRI con ocho y el PAN en tercera posición, con siete.
De las 19 diputadas y diputados que se cambiaron de partido en lo que va de esta legislatura, ocho los ganó Morena, tres el PT, tres MC, dos el PAN, uno PVEM, uno PRD, uno el PRI.’ (El Universal).
Ya desde mediados de 2023 en el Senado de la República ocurría lo mismo: desbancadas, licencias para aspirar a otro puesto de elección popular o simple y sencillamente porque se quisieron hacer independientes.
Todos estos personajes dejan de lado la dignidad de la idea por la indignidad de la traición política. Y así también en los estados de la República, en municipios, en legislaturas.
Por supuesto este asunto del transfuguismo político no es exclusivo de México, pero sí en la magnitud que se presenta. Un enorme chapulineo.
Si sumamos el número de políticos que a lo largo de este sexenio han pasado de un partido a otro, y de una responsabilidad a otra, dejando atrás el compromiso adquirido, bien podría formarse un “Partido Chapulines de México” y cuyo lema-ideología-doctrina será: “Somos hombres y mujeres de principios, pero si no les gustan, tenemos estos otros”.