AIFA VS AICM

Más Felipe y menos Benito

El Aeropuerto Felipe Ángeles es una realidad que ya opera, y su potencial es innegable, en lugar de obstaculizar su crecimiento, debemos enfocarnos en mejorar la conectividad y hacer que sea una opción viable. | Roberto Remes

Escrito en OPINIÓN el

Hace unas semanas, una imagen cautivadora del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) fue compartida por la ex subsecretaria de Asuntos Multilaterales de la Cancillería, Martha Delgado. En ella, un gran ventanal, una persona a contraluz, la iluminación rojiza del atardecer y la torre de control al fondo se combinaban en una bella escena.

Santa Lucía no es ni será mejor proyecto que Texcoco. Arquitectónicamente era muy superior el proyecto Foster-Romero. No obstante, hoy existe una gran diferencia entre ambos y a favor de Santa Lucía: ya está operando.

En 2018, la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM / Texcoco) parecía un paso atrás inexplicable, dadas las inversiones realizadas y el progreso alcanzado en la construcción. Ahora, esa misma lógica debería aplicarse para evitar complicaciones innecesarias. El Aeropuerto Felipe Ángeles es un aeropuerto lejano, sí, pero funcional y operativo.

Es evidente que en un escenario donde Morena mantenga el poder ejecutivo, el debate sobre el futuro aeroportuario carecerá de relevancia. Sin embargo, en el caso de un posible triunfo de Xóchitl Gálvez, muchos líderes de opinión respaldarán la reanudación de la construcción del NAIM. Esto, desde mi perspectiva, es absurdo por varias razones.

En primer lugar, el lago de Texcoco cuenta con una declaración de protección ambiental, y se ha avanzado en la creación de un parque público en la zona. Por otro lado, Santa Lucía ya es una realidad, opera bajo el código NLU y funciona sustancialmente mejor que el aeropuerto Benito Juárez, que ha mostrado signos de decadencia

Si observamos imágenes satelitales del AIFA, notaremos la presencia de dos pistas largas y dos pistas medianas. La disposición de estas pistas y el espacio no urbanizado circundante permiten tanto la operación simultánea de aviones, como la posibilidad de una expansión significativa en el futuro, lo que lo diferencia del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

El AICM enfrenta desafíos financieros, en parte debido a la cancelación del NAIM y a la falta de inversión gubernamental. Además, se ha impuesto una reducción de operaciones recientemente, a pesar de que la demanda de la ciudad es mayor. La coexistencia de dos aeropuertos en la ciudad es insostenible a largo plazo. Santa Lucía tiene el potencial de operar al doble de capacidad que el AICM.

He tenido la oportunidad de visitar el AIFA en dos ocasiones y he escuchado comentarios positivos sobre su funcionamiento, más allá de las opiniones políticas. Aunque, en este momento, no es la opción más conveniente debido a su ubicación remota y la falta de un transporte público adecuado, existen soluciones para mejorar la conectividad.

La incompatibilidad entre los dos aeropuertos es una realidad que no podemos ignorar, las operaciones de uno van en detrimento del otro. La reducción de los “slots” en el AICM parece ser un intento de evitar el fracaso del AIFA, que aún no ha logrado atraer a aerolíneas y usuarios de conexiones de manera significativa. Sin embargo, esta estrategia sólo conducirá a aumentos en los precios de los boletos en el AICM sin impulsar verdaderamente a Santa Lucía.

Desde mi perspectiva, la falta de conectividad sigue siendo un desafío clave para el AIFA.

La solución es costosa pero estratégica para la ciudad. Propongo tres medidas:

  1. Uno: Construir un tren exprés debajo de Insurgentes, con vías de rebase en las estaciones, para ofrecer tiempos de viaje competitivos al AIFA y un servicio local que se conecte con el metro.
  2. Dos: Habilitar estaciones nuevas con un diseño orientado a los viajeros de avión, incluso con servicios de documentación de equipaje, para mejorar la experiencia del usuario.
  3. Tres: Construir una estación intermedia en Tlatilco, donde el tren suburbano cruza Circuito Interior, para servir a los usuarios de Polanco y sus alrededores. 

Financiar este tren, que tendrá un costo estimado de entre 50 y 60 mil millones de pesos, podría lograrse mediante el cierre definitivo del AICM y la urbanización parcial de su polígono, con un plan financiero que aborde el capítulo del NAIM y mejore la infraestructura de la ciudad. En mi opinión, estas decisiones son estratégicas y nos permiten mirar hacia un futuro sin añorar el proyecto de Norman Foster.

En resumen, Santa Lucía es una realidad que ya opera, y su potencial es innegable. En lugar de obstaculizar su crecimiento, debemos enfocarnos en mejorar la conectividad y hacer que sea una opción viable y conveniente para todos los viajeros de la Ciudad de México. El futuro del transporte aéreo en nuestra ciudad depende de decisiones estratégicas y de adaptarnos a una nueva realidad que está tomando forma ante nuestros ojos.