Paseo de la Reforma, sin duda, es la avenida más emblemática de todo el país. En ella convergen momentos históricos y monumentos que reflejan nuestra rica historia. Sin embargo, su evolución ha sido caprichosa, y aún no hemos logrado un proceso de conservación, restauración e integración adecuado.
En 1957, la calzada fue ampliada hacia el norte, lo que implicó recortes en edificaciones existentes. El Antiguo Hospicio de Santo Tomás de Villanueva, por ejemplo, perdió una de sus esquinas en una forma irregular, y 1969 perdería otro pedazo debido a la apertura del metro. Sin embargo, en la reciente habilitación del Museo Kaluz en ese mismo espacio, los remates irregulares fueron corregidos con una de las últimas obras de Vicente Rojo.
Si seguimos el trazo entre Hidalgo y la Ex Glorieta Peralvillo, encontraremos una serie de predios que tienen una forma irregular, similar a la de un serrucho. Las glorietas ubicadas al norte del Caballito, como Bolívar, José de San Martín y Cuitláhuac, carecen de la monumentalidad que acompaña a las que se encuentran hacia el suroeste del centro, como Colón, Cuauhtémoc, la Palma, el Ángel y la Diana. Aunque es importante destacar que la Palma ya no está presente, y Colón fue retirado por decisión del gobierno, respaldada por el Comaep (Comité de Monumentos y Obras Artísticas en el Espacio Público).
El Comaep, creado para evitar decisiones unilaterales sobre el espacio público, está conformado por funcionarios del Gobierno de la Ciudad de México, representantes de la sociedad civil invitados y seleccionados por el propio gobierno, así como representantes de los Institutos Nacionales de Bellas Artes y de Antropología e Historia. Aunque el comité contribuye a una toma de decisiones responsable, también puede verse influenciado por consideraciones políticas o ideológicas. Los gobiernos federal y local actuales tienen una perspectiva particular respecto al proceso de conquista-colonización española. El retiro de la estatua de Colón no fue resultado de una discusión histórica acabada, sino un acto simbólico realizado por quienes temporalmente detentan el poder, aunque pretendan ser perpetuos.
El reemplazo simbólico del descubridor de América por la Joven Amajac da lugar a una discusión que evoca los debates entre Platón y los sofistas. No hay mucho que argumentar, ya que parece políticamente incorrecto oponerse a un símbolo indígena femenino, pero seguimos sin agotar la discusión histórica. No somos meras víctimas de una conquista, sino el resultado de su influencia. Aunque la llegada de Amajac cuente con el respaldo del Comaep, en realidad pospone el planteamiento integral de Paseo de la Reforma.
La evolución de esta emblemática avenida ha sido el resultado de un conjunto de decisiones tomadas a lo largo de los sexenios, sin una visión unificada. En el pasado, hubo una glorieta al inicio de Chapultepec, que fue retirada para dar paso al Circuito Interior, y en algún momento se permitió la construcción de edificios más altos, generando un corredor de rascacielos que ahora emerge ante nuestros ojos. Además, durante el gobierno de López Obrador, se renovó el Paseo utilizando un material, el Amarillo Oaxaca, hoy patentado por una filial de Cemex. También se han tomado decisiones respecto a la reducción y ampliación de carriles, la incorporación de ciclovías y la implementación del sistema de transporte Metrobús. Incluso en 2005, el Monumento a Colón fue desplazado unos metros para permitir el paso de los autobuses de Insurgentes.
A estos cambios se suman los anti monumentos, como el 49 ABC frente al IMSS, el +43 en Juárez, un campamento frente a Reforma 222, y la Glorieta de Colón, marcada en Google como "Glorieta de las Mujeres que Luchan" con la silueta de una mujer que representa la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
Considero que Paseo de la Reforma merece un enfoque más profundo, un trabajo que represente el acuerdo de todos los mexicanos hacia un futuro distinto y sin divisiones. La casualidad con que se ha gestionado este espacio en las últimas décadas lo deja expuesto a todo tipo de caprichos. Es necesario abrir una discusión amplia y conformar un Paseo de la Reforma más integrado que resalte todo su esplendor. Esta es, simplemente, mi opinión.