Durante años se ha estado especulando sobre el potencial de la inteligencia artificial. El empalme de avances científicos y tecnológicos con novelas y películas de ciencia ficción ha generado toda suerte de especulaciones y una batería de pronósticos sobre los hitos que habríamos de ir observando en el desarrollo de la inteligencia artificial. Pero vistos en perspectiva la gran mayoría de los pronósticos, aún los de los mismos especialistas, ha errado considerablemente.
En general éstos apuntaban a que el desarrollo de la inteligencia artificial tardaría mucho más tiempo del que ha llevado. Muchos pensaron que la creación de sistemas de inteligencia artificial requeriría de un conocimiento profundo y detallado de la mente humana y la forma en que funcionaba el cerebro. Esta creencia llevó a muchos a pronosticar que el desarrollo de la inteligencia artificial tomaría varias décadas más y que sus aplicaciones serían específicas y limitadas.
Sin embargo hace unos meses el ecosistema de la inteligencia artificial se sacudió como si hubiera recibido el impacto de un meteorito. El 22 de noviembre de 2022 la empresa OpenAI liberó una versión gratuita de ChatGPT, un software generativo que utiliza una técnica de aprendizaje automático que se entrena con textos obtenidos de internet y que le permite interactuar y conversar, en cualquier idioma, con una persona como si fuera una persona real. El software responde preguntas de todos los temas, escribe ensayos, poemas, canciones y contesta lo que se le quiera preguntar. Más de un millón de personas interactuaron con ChatGPT durante la primera semana de su lanzamiento y el número de usuarios crece todos los días.
Basado en este éxito, OpenAI ha creado una versión más potente del sistema ChatGPT llamada GPT-4 que se lanzó a mediados de marzo. Según los expertos en inteligencia artificial, esta última versión de ChatGPT puede aceptar entradas visuales, es mucho más precisa y puede mostrar un mayor nivel de experiencia en varios temas.
El GPT-4 fue rápidamente examinado en pruebas estandarizadas de admisión como las que se aplican en muchas universidades y asociaciones profesionales, y sus resultados ya son sorprendentes. En pruebas verbales obtuvo mayores calificaciones que el 99% de los humanos, en la prueba de la barra de abogados de los Estados Unidos su calificación fue mayor a la del 90% de los que la presentaron, en matemáticas obtuvo mejores resultados que el 89% de los humanos, en biología y estadística fue mejor que el 85%, en psicología que el 83% y en química que el 71%. Pero su potencial de aprendizaje crece exponencialmente, por lo que sus resultados mejorarán rápidamente.
Este es sólo un ejemplo, pero las aplicaciones de la inteligencia artificial se multiplican cotidianamente.
De entre los futurólogos serios con fundamentos científicos destaca Ray Kurzweil, genial inventor y autor del libro “La singularidad está cerca” escrito en 2005 y cuyos pronósticos han sido sorprendentemente precisos. Kurzweil piensa que no falta mucho para poder emular completamente la inteligencia humana, de manera que es altamente probable que las computadoras pasen la prueba de Turing a finales de esta década de 2020, lo que significa que habremos llegado a una inteligencia indistinguible de la de los humanos biológicos.
Kurzweil previó que las máquinas tendrían acceso a través del internet a todo el conocimiento de nuestra civilización humano-máquina con lo que pueden dominar todo este conocimiento. La inteligencia artificial tendrá total libertad de diseño y arquitectura, es decir, no estará restringida por limitaciones biológicas, como la velocidad de conmutación lenta de nuestras conexiones interneuronales o un tamaño de cráneo fijo.
Una vez que la inteligencia no biológica combine las fortalezas tradicionales de los humanos y las máquinas, la parte no biológica de la inteligencia de nuestra civilización continuará beneficiándose del doble crecimiento exponencial de la relación precio-rendimiento, de la velocidad creciente y de la capacidad cada vez mayor de las máquinas.
Una vez que las máquinas alcancen la capacidad de diseñar tecnología como lo hacen los humanos, solo que a velocidades y capacidades mucho más altas, tendrán acceso a sus propios diseños (código fuente) y la capacidad de manipularlos.
Kurzweil afirma que dentro de esta década, la IA hará todo lo que cualquier ser humano puede hacer, solo que mucho mejor y que en la década de 2030 utilizaremos nanobots para conectar nuestros neocórtex a la nube y, por lo tanto, mejorar nuestra capacidad intelectual con estas importantes mejoras no biológicas. Nuestra inteligencia biológica es más o menos fija, mientras que nuestra inteligencia no biológica crecerá indefinidamente.
Los mismos desarrolladores de inteligencia artificial se asombran día con día del huracán en el que andan metidos. En un memo interno de Google filtrado recientemente a las redes, la empresa reconoce que ni ellos ni OpenAI mantienen una verdadera ventaja competitiva en el desarrollo de inteligencia artificial ante el potencial de miles de creadores trabajando colaborativamente en open source (software disponible y editable por cualquiera), quienes aportan continuamente innovaciones importantes.
Y no puedo dejar fuera otro tema crucial de la inteligencia artificial, el llamado “problema de alineación” que se refiere a la dificultad de lograr que un software generativo con capacidades de aprendizaje actúe de manera consistente con valores y objetivos socialmente deseables. Sucede que este tipo de softwares puede aprender a alcanzar los objetivos que se le plantean tomando caminos impredecibles y difíciles o imposibles de entender por los humanos. Entre los caminos impredecibles pueden estar algunos que generen consecuencias indeseables o dañinas y graves para la sociedad.
Este escenario del futuro cercano no puede dejar de verse como aterrador, pues no tenemos idea de las consecuencias que todo ello puede tener. El temor ha crecido tanto entre los creadores de inteligencia artificial que en días recientes se publicó una carta abierta del Future of Life Institute, a la que se sumaron cientos de personalidades del medio, pidiendo una moratoria de 6 meses en el desarrollo de modelos grandes de inteligencia artificial, en particular cualquier modelo que supere en tamaño o sofisticación a ChatGPT-4, de OpenAI. Los autores piden que, a falta de una moratoria voluntaria y comprobable, sean las autoridades y gobiernos los que tomen medidas en ese sentido.
Actores importantes de la abogacía de principios éticos del ecosistema digital (Ver: ¿Una moratoria para el desarrollo de la inteligencia artificial?) han insistido en que independientemente de la pausa solicitada, es urgente sumar a las empresas, comunidades y gobiernos a la reflexión y a la acción para exigir que se apliquen principios éticos al desarrollo de la inteligencia artificial para lo cual ya existen pautas a seguir, como la Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial de la UNESCO, signada por 193 países.
El meteorito ya cayó...la singularidad está cerca.