EL PANÓPTICO DIGITAL

La era del panóptico digital

El panóptico digital es un sistema omnipresente con capacidades insospechadas de registro, sistematización y análisis de la información que describe la vida de las personas. | Leonardo Martínez

Escrito en OPINIÓN el

Jeremy Bentham, un filósofo y teórico social inglés de mediados del siglo XVIII, propuso para una prisión un diseño arquitectónico panóptico (que puede ver todo o hacia todos lados) que ha motivado una serie de reflexiones que van mucho más allá del propósito inicial de minimizar los costos de vigilancia. El diseño consiste en una torre central para los guardias, con vista de 360°, rodeada por un edificio en forma de anillo que contiene las celdas de los prisioneros. El grosor del anillo es de una sola celda y todas tienen barrotes del lado que da hacia el interior. De esa manera los guardias pueden ver en cualquier momento el interior de todas las celdas pero los internos no saben en qué momento están siendo observados

Eso crea un efecto psicológico en los presos que condiciona su conducta, porque están conscientes de la presencia de la autoridad en todo momento. Como lo han dicho algunos estudiosos de estos temas, la autoridad pasa de ser una entidad física con presencia puntual y limitada, a ser una omnisciencia internalizada: los prisioneros se disciplinan a sí mismos ante la posibilidad de que alguien podría estar observándolos.

En 1970 Michel Foucault extendió el concepto para hablar de un mecanismo de control social aplicable a la vida cotidiana de todos los ciudadanos. Su argumento es que éstos internalizan la figura de la autoridad, lo que refuerza el poder de las normas e instituciones vigentes y por tanto las personas se autodisciplinan y obedecen las reglas sociales, en parte por el miedo a ser descubiertos cometiendo una falta.

Actualmente vivimos envueltos en un ecosistema digital que se mueve y cambia todos los días al son de la evolución de las tecnologías exponenciales. Inevitablemente todos somos parte de él y una de las consecuencias es que somos vigilados y observados continuamente. Los ojos que nos observan ya no son los de los celadores de siglos anteriores y tampoco se limitan a los de las temidas oficinas de inteligencia de todos los gobiernos. Ahora los sistemas que escudriñan nuestras vidas son operados por cualquier persona, empresa u organismo público o privado que pueda hacerse de un sistema de cámaras, rastreadores de ubicación o diversos tipos de sensores que captan nuestras imágenes en la calle o dentro de edificios públicos o privados, que siguen nuestros viajes urbanos y los recorridos que hacemos dentro de edificios públicos y privados, y que registran nuestros datos cada vez que usamos nuestros teléfonos móviles o el internet. El panóptico digital es un sistema omnipresente con capacidades insospechadas de registro, sistematización y análisis de la información que describe la vida de las personas.

Pero a diferencia de los internos de la prisión del siglo XVIII, o de los criminales y perseguidos políticos que estaban siempre conscientes de estar siendo vigilados por las oficinas de inteligencia, hoy en día la mayor parte de la población no sabe, o no está consciente, de que está siendo escudriñada permanentemente por el panóptico digital. Estamos cruzando uno más de los umbrales que hacen que nuestra realidad se parezca cada vez más a las realidades imaginadas por la ciencia ficción.  

En algunos países autoridades y organismos relacionados con la defensa de la privacidad y las libertades han empezado a tomar cartas en el asunto, por ejemplo tratando de regular las tecnologías de reconocimiento facial, de vigilancia, de recopilación de datos biométricos y de datos del consumidor, así como las formas en las que se pueden usar estos datos después de recopilarlos. Pero como lo hemos constatado muchas veces, el avance de las tecnologías digitales es mucho más rápido que los procesos de revisión y actualización de los esquemas regulatorios.

Lo que antes conocíamos como vida privada, ya no es. Ahora estamos permanentemente expuestos, muchas veces hasta en la intimidad. Por ello es importante insistir en esquemas regulatorios mucho más modernos y flexibles para que el rezago que los separa de los avances y usos de las nuevas tecnologías no siga creciendo día con día y para que un uso ético de las mismas contribuya a mejorar nuestra calidad de vida.