Este año presenciaremos los comicios más grandes en la historia electoral del país con variables que nunca se habían manifestado de forma tan contundente.
Si bien es cierto que la irrupción de las redes sociales y su impacto en las campañas políticas no es nuevo, en este 2024 enfrentaremos el despliegue de la inteligencia artificial en ellas.
La manipulación de la imagen y la voz, el uso de datos personales relacionados con preferencias o rechazos a determinada opción política, son algunos de los insumos digitales para el perfilamiento algorítmico y su posible incidencia en las y los votantes.
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En su libro Atlas de Inteligencia Artificial, Kate Crawford sostiene que “desde el punto de vista del Estado, el giro hacia el big data y el aprendizaje automático expandió los modos de extracción de información que inspiraron la teoría social de que las personas pueden ser rastreadas y entendidas: se las conocerá por sus metadatos”.
La propaganda de cualquier tipo, la transparencia y la rendición de cuentas y el propio ejercicio de gobierno, contrastado con la plataforma electoral, dotan a la ciudadanía de herramientas para definir el sentido (o no ejercicio) de su voto.
Con la inteligencia artificial, sin embargo, la frontera entre realidad y mentira se desdibuja y la emisión del sufragio puede obedecer a factores que no imaginamos.
Es por eso, considero que este fenómeno debe ocuparnos a las instituciones de este país: a las gubernamentales, mediante el desarrollo de políticas públicas; a las legislativas, con el diseño de marcos legales; a la academia, a través del estudio y desarrollo de la ciencia y la tecnología; las organizaciones de la sociedad, con propuestas de acción, etcétera.
En este escenario, las instituciones electorales y los partidos políticos también debemos jugar un papel destacado en este tema, porque, como lo decía al inicio de este artículo, la IA puede tener incidencia en comicios.
Para hacer frente a este que, desde mi óptica, será uno de los grandes retos electorales de 2024, es necesario que el INE, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la Fiscalía Especializada en Materia de Delitos Electorales, así como los institutos, tribunales y fiscalías electorales del ámbito local comencemos labores de capacitación de nuestro personal para poder hacer frente a este fenómeno.
En paralelo, es necesario identificar rutas de acción e interacción institucional como insumos esenciales para la elaboración de diagnósticos y, con ello, generar mecanismos de coordinación y colaboración que permitan atender eficazmente este fenómeno y, con ello, apuntalar la garantía de los principios constitucionales de la función electoral.
En este esquema, la participación de las plataformas digitales es sumamente importante para entender procesos, pero también para identificar a quienes puedan cometer conductas violatorias de la ley.
En países como Estados Unidos, Brasil y Argentina, ha quedado demostrado que la inteligencia artificial puede impactar la voluntad ciudadana.
La desinformación y el engaño no deben convertirse en mecanismos definitorios de triunfos electorales.
Urge dotarnos y dotar a la ciudadanía de herramientas para identificar y combatir la desinformación sin importar que su empaque sea una supuesta nota periodística o un video alterado. Hay que aprender a enfrentar al algoritmo, dirían los especialistas.
Amigas y amigos lectores. Deseo que este 2024 esté colmado de éxitos y realizaciones en lo personal y profesional y que, por supuesto, nos sigan regalando su tiempo para la lectura de estos artículos.
Hasta nuestra próxima entrega.