No sabía que existían cerrojos en los juzgados, de los que no dejan pasar la justicia, pero me he dado cuenta con sorpresa de su existencia. A mis alumnos universitarios les digo que los nuevos tribunales laborales son lugares donde se resuelven conflictos en el corto plazo, porque así dice la publicidad, pero luego la realidad me contradice.
La justicia laboral no sirve para contar cuentos de Navidad, ni acompañado de villancicos como música de fondo. Sobre ese hombre que perdió su empleo y acude a los “imparciales” centros de conciliación, y luego a los relucientes juzgados laborales de la nueva era para buscar recuperar su empleo. Esas tramas ya nadie se las cree; mejor los cantores las esconden, las historias de mentiras, para no engañar a los niños.
Este no es un cuento de Navidad. Un hombre despedido en diciembre de 2021 acudió al Centro de Conciliación de Tapachula, Chiapas. Después de citar al patrón, este se negó a dar una respuesta y la autoridad conciliatoria entregó la constancia de no conciliación el 4 de febrero de 2022.
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El trabajador con optimismo desbordado presentó su demanda el 21 de febrero de 2022, de la que conoció el Juzgado Primero Especializado en Materia Laboral, con Residencia en Tuxtla Gutiérrez del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Chiapas, a cargo del Juez Lic. Carlos Enrique López Gallegos. Los empleados se apuraron y le asignaron el número de expediente 169/2022. Parecía que todo iba bien.
Aunque el trabajador afectado iba y venía al juzgado asignado, los integrantes de esa reluciente oficina se dieron cuenta de la existencia de su demanda hasta el 17 de agosto de 2022, en que tuvieron oficialmente por recibida la demanda ordenando notificar a las partes. Un trámite que, señala el artículo 873 de la Ley Federal del Trabajo, debe realizarse en un máximo de 3 días, lo hicieron en 178 días.
El 7 de febrero de 2023, 174 días después, a casi un año de haber recibido la reclamación del trabajador, el diligente juez ordenó a sus actuarios notificar al sorprendido patrón de la demanda en su contra. El 24 de febrero de 2023 el empleador presentó su contestación y pruebas.
Han pasado más de diez meses, 315 días en lugar de los 8 días que ordena el artículo 873-B de la Ley Laboral, sin que sea notificado el trabajador afectado de la contestación que dio el patrón.
En esta historia, que no es de Navidad, en plena reforma laboral, el trabajador despedido ha soportado dos años, con sus 24 meses, desde diciembre de 2021, en el que acudió al Centro de Conciliación, y luego en el adormilado juzgado laboral, sin que su juicio se realice en los tiempos que ordena la ley.
De acuerdo con cifras proporcionadas por el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, los juzgados laborales de Chiapas se pelean a brazo partido con los de la Ciudad de México. Existen 3 mil 580 demandas individuales presentadas con apenas 150 sentencias emitidas que representan un 4.1% de los juicios recibidos.
En la Ciudad de México los jueces locales cargan 12 mil 159 juicios con apenas 294 sentencias emitidas, un penoso 2.41% de los juicios en curso. Una vergüenza.
¿Quién responderá ante las dilaciones de la nueva justicia laboral, que está igual o peor que la anterior?
Cuando se pretende reducir a la justicia a un mero artificio social, cargado de publicidad, pero sin contenido real, que carece de una organización política e instituciones jurídicas suficientes, trascienden únicamente las “buenas intenciones” de una reforma laboral, incapaz de garantizar la justicia social.
De otros avatares
Una historia que no se quiere contar en Navidad.
En las oficinas del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral los empleados se encuentran preocupados por la falta de vigilancia en sus instalaciones. Hace unos días ocurrió un robo de equipos de cómputo del área de Contratos Ley del área de Conciliación Colectiva sin que haya habido hasta la fecha una explicación de lo sucedido. ¿Cómo entraron y salieron los presuntos delincuentes de esas instalaciones federales? Nadie lo sabe.
En negociaciones realizadas entre sindicatos y patrones que se prolongan por horas hasta la madrugada, los empleados se encuentran acompañados, pero después permanecen solos en esas instalaciones inseguras alejadas de transportes. La falta de presupuesto también pega en el Ajusco y, con ello, a la seguridad de la documentación e información tan relevante en el ámbito laboral colectivo.
El lugar donde ocurrió el robo permanece cerrado de manera artesanal esperando que haya resultados. ¿Quién responde?